Escribe
Sebastián Lacunza
Editor-in-Chief
@sebalacunza
Daniel Scioli y Mauricio Macri sumaron 17,3 millones de votos, lo que representa el 71,2 por ciento del total de los sufragios afirmativos, de acuerdo al escrutinio provisorio. De cara al balotaje del 22 de noviembre, ambos contendientes deberán esforzarse por conseguir la adhesión de siete millones de argentinos (28,5 por ciento) que optaron por el peronista disidente Sergio Massa, su colega Adolfo Rodríguez Saá, la disidente de la UCR Margarita Stolbizer y el trotskista Nicolás del Caño, y de otros centenares de miles de argentinos que sufragaron en blanco o nulo.
A falta de encuestas (de por sí problemáticas) que reflejen el escenario que dejó la primera vuelta, datos que surgen del propio escrutinio y la historia reciente pueden brindar una pauta de cuál va a ser el comportamiento de quienes no votaron ni a Scioli ni a Macri.
Stolbizer, de Progresistas, y Del Caño, del Frente de Izquierda y los Trabajadores, no tienen trayectoria peronista ni aliados de ese signo con peso electoral. Entre ambos suman un apreciable 6,8 por ciento de los votos, y a ellos nos abocaremos hoy.
La candidata de Progresistas compitió como la única exponente de centroizquierda no kirchnerista. En el tramo final de la campaña, Stolbizer repartió críticas casi por igual a Scioli y a Macri, aunque reconoce afinidad personal y legislativa con varios miembros del frente Cambiemos, que alberga a la UCR oficial.
El frente Progresistas obtuvo uno de sus mejores resultados en la Capital Federal (5,09 por ciento, el doble que su porcentaje nacional). Sin embargo, la candidatura de Stolbizer quedó bastante por debajo de la lista de legisladores nacionales, que con la exkirchnerista Victoria Donda (Libres del Sur) a la cabeza, alcanzó 8,5 por ciento (un cuarenta por ciento más, uno de los mayores cortes de la elección).
En contraste, la candidatura presidencial de Macri sumó 50,5 por ciento en el distrito que gobierna, pero su lista de diputados, con Patricia Bullrich, recibió cinco puntos menos. El resto de los partidos no registró diferencias tan marcadas entre las diferentes categorías.
El escrutinio de mesas de la Capital Federal con alta incidencia del corte registró una significativa combinación del voto entre Macri y Donda, según se aprecia en telegramas de Villa Crespo, Almagro, Caballito, Palermo y Boedo. Un trasvase similar es preceptible en Santa Fe, tercer distrito en número de votantes. Allí, donde los teóricos aliados socialistas de Stolbizer promovieron activamente el corte de boleta, se dio un cruce que benefició al candidato presidencial de centroderecha, quien obtuvo cinco puntos más que su propia lista de diputados, camino inverso al de Progresistas. En Santa Fe, el apoyo al FpV fue parejo en todas las categorías.
Entre las primarias del 9 de agosto y las generales de 25 de octubre, Stolbizer perdió un punto porcentual, treinta por ciento de lo que había conseguido (digresión, cuánto habrá colaborado la anodina, absurda publicidad "yo ya gané"). En la misma línea de los cruces del domingo, no sería extraño que ese punto se hubiera trasladado a Macri. A lo largo de los últimos años, Stolbizer y sus aliados han compartido posturas parlamentarias y presentaciones públicas con dirigentes del PRO en aspectos sensibles como la ley de servicios de Comunicación Audiovisual, la reforma judicial y denuncias de corrupción.
En cualquier caso, Stolbizer conservó un componente de voto ideológico y antimacrista, al que prestó atención en la campaña. Por caso, el partido Libres del Sur, que integra la coalición Progresistas, dejó el FpV con críticas por izquierda, y sus militantes, cabe presumir, no votarían a Macri. Quienes desde el frente Progresistas sostienen esta postura enfatizan que la pérdida del voto útil antikirchnerista hacia Macri ya se produjo, y que ello aplica en Capital Federal y el Gran Buenos Aires pero más aún en Santa Fe, donde una porción del Partido Socialista mostró sintonía con ciertas causas del primer kirchnerismo.
En cuanto al trotskista Frente de Izquierda, que conforman el Partido Obrero y el de los Trabajadores Socialistas, Del Caño ya convocó a no votar ni al FpV ni a Cambiemos. El trotskismo lo hace casi siempre en circunstancias similares bajo la consigna de que el resto de las ofertas electorales son “del ajuste y la represión”.
Por caso, en 2003, cuando se produjo un ballottage por la jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires entre Macri y Aníbal Ibarra, un aliado centroizquierdista del kirchnerismo, el trotskismo llamó a la abstención, pero parte de sus votantes desobedecieron a la conducción, a la luz de los resultados que consagraron la segunda y fallida gestión centroizquierdista en la Ciudad.
A diferencia del frente de Stolbizer, no hay registros de sintonía alguna entre el partido de Macri y los trotskistas, mientras si se han producido traspasos de dirigentes desde el trotskismo hacia el FpV. En ciertos ámbitos, como los organismos de derechos humanos, sindicatos y centros de estudiantes, el FIT y el kirchnerismo pelean por el mismo mercado. Esas disputas, es sabido, exacerban la rivalidad, pero a su vez hablan de un ámbito común de discusión. Clásico de los clásicos en ciertos nichos de la historia argentina.
En cuanto a Scioli, cuyo perfil es menos diferenciable del de Macri que el de Ibarra, probablemente genere mayor obediencia a la consigna abstencionista. Hablamos, en cualquier caso, de otro frente trotksista y no de aquella oferta desperdigada de la Ciudad de Buenos Aires en 2003. Un Frente que, por ejemplo, sostiene un piso de siete por ciento de los votos en Mendoza.
Sebastián Lacunza
Editor-in-Chief
@sebalacunza
Daniel Scioli y Mauricio Macri sumaron 17,3 millones de votos, lo que representa el 71,2 por ciento del total de los sufragios afirmativos, de acuerdo al escrutinio provisorio. De cara al balotaje del 22 de noviembre, ambos contendientes deberán esforzarse por conseguir la adhesión de siete millones de argentinos (28,5 por ciento) que optaron por el peronista disidente Sergio Massa, su colega Adolfo Rodríguez Saá, la disidente de la UCR Margarita Stolbizer y el trotskista Nicolás del Caño, y de otros centenares de miles de argentinos que sufragaron en blanco o nulo.
A falta de encuestas (de por sí problemáticas) que reflejen el escenario que dejó la primera vuelta, datos que surgen del propio escrutinio y la historia reciente pueden brindar una pauta de cuál va a ser el comportamiento de quienes no votaron ni a Scioli ni a Macri.
Stolbizer, de Progresistas, y Del Caño, del Frente de Izquierda y los Trabajadores, no tienen trayectoria peronista ni aliados de ese signo con peso electoral. Entre ambos suman un apreciable 6,8 por ciento de los votos, y a ellos nos abocaremos hoy.
La candidata de Progresistas compitió como la única exponente de centroizquierda no kirchnerista. En el tramo final de la campaña, Stolbizer repartió críticas casi por igual a Scioli y a Macri, aunque reconoce afinidad personal y legislativa con varios miembros del frente Cambiemos, que alberga a la UCR oficial.
El frente Progresistas obtuvo uno de sus mejores resultados en la Capital Federal (5,09 por ciento, el doble que su porcentaje nacional). Sin embargo, la candidatura de Stolbizer quedó bastante por debajo de la lista de legisladores nacionales, que con la exkirchnerista Victoria Donda (Libres del Sur) a la cabeza, alcanzó 8,5 por ciento (un cuarenta por ciento más, uno de los mayores cortes de la elección).
En contraste, la candidatura presidencial de Macri sumó 50,5 por ciento en el distrito que gobierna, pero su lista de diputados, con Patricia Bullrich, recibió cinco puntos menos. El resto de los partidos no registró diferencias tan marcadas entre las diferentes categorías.
El escrutinio de mesas de la Capital Federal con alta incidencia del corte registró una significativa combinación del voto entre Macri y Donda, según se aprecia en telegramas de Villa Crespo, Almagro, Caballito, Palermo y Boedo. Un trasvase similar es preceptible en Santa Fe, tercer distrito en número de votantes. Allí, donde los teóricos aliados socialistas de Stolbizer promovieron activamente el corte de boleta, se dio un cruce que benefició al candidato presidencial de centroderecha, quien obtuvo cinco puntos más que su propia lista de diputados, camino inverso al de Progresistas. En Santa Fe, el apoyo al FpV fue parejo en todas las categorías.
Entre las primarias del 9 de agosto y las generales de 25 de octubre, Stolbizer perdió un punto porcentual, treinta por ciento de lo que había conseguido (digresión, cuánto habrá colaborado la anodina, absurda publicidad "yo ya gané"). En la misma línea de los cruces del domingo, no sería extraño que ese punto se hubiera trasladado a Macri. A lo largo de los últimos años, Stolbizer y sus aliados han compartido posturas parlamentarias y presentaciones públicas con dirigentes del PRO en aspectos sensibles como la ley de servicios de Comunicación Audiovisual, la reforma judicial y denuncias de corrupción.
En cualquier caso, Stolbizer conservó un componente de voto ideológico y antimacrista, al que prestó atención en la campaña. Por caso, el partido Libres del Sur, que integra la coalición Progresistas, dejó el FpV con críticas por izquierda, y sus militantes, cabe presumir, no votarían a Macri. Quienes desde el frente Progresistas sostienen esta postura enfatizan que la pérdida del voto útil antikirchnerista hacia Macri ya se produjo, y que ello aplica en Capital Federal y el Gran Buenos Aires pero más aún en Santa Fe, donde una porción del Partido Socialista mostró sintonía con ciertas causas del primer kirchnerismo.
En cuanto al trotskista Frente de Izquierda, que conforman el Partido Obrero y el de los Trabajadores Socialistas, Del Caño ya convocó a no votar ni al FpV ni a Cambiemos. El trotskismo lo hace casi siempre en circunstancias similares bajo la consigna de que el resto de las ofertas electorales son “del ajuste y la represión”.
Por caso, en 2003, cuando se produjo un ballottage por la jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires entre Macri y Aníbal Ibarra, un aliado centroizquierdista del kirchnerismo, el trotskismo llamó a la abstención, pero parte de sus votantes desobedecieron a la conducción, a la luz de los resultados que consagraron la segunda y fallida gestión centroizquierdista en la Ciudad.
A diferencia del frente de Stolbizer, no hay registros de sintonía alguna entre el partido de Macri y los trotskistas, mientras si se han producido traspasos de dirigentes desde el trotskismo hacia el FpV. En ciertos ámbitos, como los organismos de derechos humanos, sindicatos y centros de estudiantes, el FIT y el kirchnerismo pelean por el mismo mercado. Esas disputas, es sabido, exacerban la rivalidad, pero a su vez hablan de un ámbito común de discusión. Clásico de los clásicos en ciertos nichos de la historia argentina.
En cuanto a Scioli, cuyo perfil es menos diferenciable del de Macri que el de Ibarra, probablemente genere mayor obediencia a la consigna abstencionista. Hablamos, en cualquier caso, de otro frente trotksista y no de aquella oferta desperdigada de la Ciudad de Buenos Aires en 2003. Un Frente que, por ejemplo, sostiene un piso de siete por ciento de los votos en Mendoza.