Escribe
Sebastián Lacunza
Enviado especial a España
Madrid - La primera señal clara emitida por Mariano Rajoy tras su histórico triunfo estuvo dirigida a demandar cooperación de la Unión Europea para calmar el frente económico.
La secretaria general del Partido Popular, Dolores de Cospedal, quien habla en nombre del jefe de Gobierno electo, reclamó una acción conjunta de la zona euro para bajar las tasas que le cobran a España para renovar su deuda.
«España no se puede seguir financiando al 7%», por lo que «una estrategia operativa conjunta de la zona euro para salvar y garantizar la solvencia de la deuda soberana tiene que venir de las instituciones europeas», dijo la dirigente, destinada a ocupar una función relevante en el próximo Ejecutivo conservador.
El mensaje de Cospedal, que ratificó el compromiso de su fuerza con llevar a cabo los ajustes negociados con la UE y el FMI, llegó después de una conversación entre el ganador de las elecciones y la alemana Angela Merkel, considerada «clave» por el entorno de Rajoy.
Sigilo
El ida y vuelta de mensajes lo había iniciado desde Bruselas, sede de instituciones de la UE, el presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso. «La elección tiene lugar en un momento importante para España y la Unión Europea. Estamos ante uno de los períodos más exigentes de las últimas décadas, lo que requiere la toma de decisiones importantes».
Pocas definiciones más de parte del mandatario electo. El líder conservador se sigue moviendo con sigilo en cuanto a nombres del gabinete y medidas concretas a ser tomadas, y de hecho, en un rasgo de su estrategia política, evita las conferencias de prensa para evitar verse en una situación sin control de su discurso. Tampoco respondió preguntas ni ayer ni en la noche electoral, una rareza para las democracias consolidadas.
La cúpula conservadora se reunió por la tarde, con la presencia de los delfines de Rajoy y de caciques del partido, incluido José María Aznar, quien hacía tiempo no participaba de reuniones del Comité Ejecutivo.
Versión
Desde temprano, había crecido la versión, impulsada incluso por algunos del entorno de Rajoy, de que el PP pediría un adelantamiento del traspaso de mando, estimado para el 20 de diciembre. Cospedal desactivó el intento.
Semanas antes de los comicios venían hablando funcionarios socialistas con conservadores. El propio Rajoy estableció en los últimos meses un diálogo personal fluido con José Luis Rodríguez Zapatero, por lo que la vocera del PP apuntó ayer a concretar una transición «modélica», y anunció la designación de la rajoyista Soraya Sáenz de Santamaría al frente del equipo de negociación. En su declaración pública, Zapatero ofreció la «máxima colaboración», pero no dio muestras de querer acelerar los tiempos. En consecuencia, participaría de una cumbre europea prevista para dentro de dos semanas.
En cambio, el sector de la presidenta (gobernadora) de la región de Madrid, Esperanza Aguirre, rival interna del mandatario electo, insistía anoche en que no es posible esperar un mes, porque la situación es «insostenible». La norma prevé que el 13 de diciembre se conformen las cámaras, y a partir de allí se cumpla un plazo formal que involucra un llamado protocolar a formar Gobierno por parte del rey Juan Carlos. Estaba previsto que la histórica victoria electoral del PP, que obtuvo 186 escaños en la Cámara de Diputados, frente a 110 del PSOE, no iba a calmar a los mercados. Y no los calmó. El indicador Ibex de la Bolsa de Madrid bajó un 3,48%, arrastrado por Wall Street, mientras la prima de riesgo española continuó al alza, arañando los 500 puntos.
En este contexto, ofertas de deuda pública previstas para hoy y el jueves podrán volver a marcar un tipo de interés angustiante para un país que el año próximo debe renovar obligaciones por 400.000 millones de euros entre los sectores estatal y privado, y que está dejando un tendal de demandas sociales insatisfechas.
La persistencia del desempleo, hoy en el 21,5%, y la amenaza de desalojo para centenares de miles de hipotecados amenazan con provocar un quiebre social en España. Precios de viviendas en pueblos y aledaños de ciudades que han llegado a reducirse en un ochenta por ciento no cubren hoy los montos todavía adeudados a los bancos, tras años de pagar cuotas e intereses. Por el contrario, el precio del metro cuadrado en las ciudades sigue en valores exorbitantes.
La mayoría absoluta obtenida por el PP (10,83 millones de votos) le resta un problema a Rajoy, pero el mapa político no deja de presentar nubarrones para los objetivos del conser
Derivación
Por un lado, la debacle del PSOE (6,97 millones) derivó en el crecimiento de Izquierda Unida (1,68 millón) y de otras agrupaciones de signo similar, que prometen llevar los reclamos al Congreso. Unión Progreso y Democracia cosechó 1,14 millón de sufragios a caballo de un discurso centrista y antipartidos.
Una decepción de algunos votantes de Rajoy, hipótesis atendible dada la difícil agenda por delante, podría abrevar en esta fuerza que dirige a título casi personal la disidente socialista Rosa Díez. Un capítulo aparte representa el salto electoral de Amaiur, que incluye a la izquierda independentista radical vasca.
Sebastián Lacunza
Enviado especial a España
Madrid - La primera señal clara emitida por Mariano Rajoy tras su histórico triunfo estuvo dirigida a demandar cooperación de la Unión Europea para calmar el frente económico.
La secretaria general del Partido Popular, Dolores de Cospedal, quien habla en nombre del jefe de Gobierno electo, reclamó una acción conjunta de la zona euro para bajar las tasas que le cobran a España para renovar su deuda.
«España no se puede seguir financiando al 7%», por lo que «una estrategia operativa conjunta de la zona euro para salvar y garantizar la solvencia de la deuda soberana tiene que venir de las instituciones europeas», dijo la dirigente, destinada a ocupar una función relevante en el próximo Ejecutivo conservador.
El mensaje de Cospedal, que ratificó el compromiso de su fuerza con llevar a cabo los ajustes negociados con la UE y el FMI, llegó después de una conversación entre el ganador de las elecciones y la alemana Angela Merkel, considerada «clave» por el entorno de Rajoy.
Sigilo
El ida y vuelta de mensajes lo había iniciado desde Bruselas, sede de instituciones de la UE, el presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso. «La elección tiene lugar en un momento importante para España y la Unión Europea. Estamos ante uno de los períodos más exigentes de las últimas décadas, lo que requiere la toma de decisiones importantes».
Pocas definiciones más de parte del mandatario electo. El líder conservador se sigue moviendo con sigilo en cuanto a nombres del gabinete y medidas concretas a ser tomadas, y de hecho, en un rasgo de su estrategia política, evita las conferencias de prensa para evitar verse en una situación sin control de su discurso. Tampoco respondió preguntas ni ayer ni en la noche electoral, una rareza para las democracias consolidadas.
La cúpula conservadora se reunió por la tarde, con la presencia de los delfines de Rajoy y de caciques del partido, incluido José María Aznar, quien hacía tiempo no participaba de reuniones del Comité Ejecutivo.
Versión
Desde temprano, había crecido la versión, impulsada incluso por algunos del entorno de Rajoy, de que el PP pediría un adelantamiento del traspaso de mando, estimado para el 20 de diciembre. Cospedal desactivó el intento.
Semanas antes de los comicios venían hablando funcionarios socialistas con conservadores. El propio Rajoy estableció en los últimos meses un diálogo personal fluido con José Luis Rodríguez Zapatero, por lo que la vocera del PP apuntó ayer a concretar una transición «modélica», y anunció la designación de la rajoyista Soraya Sáenz de Santamaría al frente del equipo de negociación. En su declaración pública, Zapatero ofreció la «máxima colaboración», pero no dio muestras de querer acelerar los tiempos. En consecuencia, participaría de una cumbre europea prevista para dentro de dos semanas.
En cambio, el sector de la presidenta (gobernadora) de la región de Madrid, Esperanza Aguirre, rival interna del mandatario electo, insistía anoche en que no es posible esperar un mes, porque la situación es «insostenible». La norma prevé que el 13 de diciembre se conformen las cámaras, y a partir de allí se cumpla un plazo formal que involucra un llamado protocolar a formar Gobierno por parte del rey Juan Carlos. Estaba previsto que la histórica victoria electoral del PP, que obtuvo 186 escaños en la Cámara de Diputados, frente a 110 del PSOE, no iba a calmar a los mercados. Y no los calmó. El indicador Ibex de la Bolsa de Madrid bajó un 3,48%, arrastrado por Wall Street, mientras la prima de riesgo española continuó al alza, arañando los 500 puntos.
En este contexto, ofertas de deuda pública previstas para hoy y el jueves podrán volver a marcar un tipo de interés angustiante para un país que el año próximo debe renovar obligaciones por 400.000 millones de euros entre los sectores estatal y privado, y que está dejando un tendal de demandas sociales insatisfechas.
La persistencia del desempleo, hoy en el 21,5%, y la amenaza de desalojo para centenares de miles de hipotecados amenazan con provocar un quiebre social en España. Precios de viviendas en pueblos y aledaños de ciudades que han llegado a reducirse en un ochenta por ciento no cubren hoy los montos todavía adeudados a los bancos, tras años de pagar cuotas e intereses. Por el contrario, el precio del metro cuadrado en las ciudades sigue en valores exorbitantes.
La mayoría absoluta obtenida por el PP (10,83 millones de votos) le resta un problema a Rajoy, pero el mapa político no deja de presentar nubarrones para los objetivos del conser
Derivación
Por un lado, la debacle del PSOE (6,97 millones) derivó en el crecimiento de Izquierda Unida (1,68 millón) y de otras agrupaciones de signo similar, que prometen llevar los reclamos al Congreso. Unión Progreso y Democracia cosechó 1,14 millón de sufragios a caballo de un discurso centrista y antipartidos.
Una decepción de algunos votantes de Rajoy, hipótesis atendible dada la difícil agenda por delante, podría abrevar en esta fuerza que dirige a título casi personal la disidente socialista Rosa Díez. Un capítulo aparte representa el salto electoral de Amaiur, que incluye a la izquierda independentista radical vasca.
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