Es realmente impactante ver en el Museo del Holocausto chileno las tapas de La Tercera y El Mercurio en la era Pinochet. No desentonaba para nada La Nación, diario estatal en un 70%, cuyo cierre acaba de determinar Sebastián Piñera. Fundado en 1917 por un político liberal, La Nación fue estatizado más tarde por Carlos Ibáñez del Campo. Una verdadera rareza que acompañó a los gobiernos hasta hoy. Ultrapinochetista antes, concertacionista después, piñerista un semestre. La centroizquierda navegó entre idas y vueltas, pero en el último tramo el sesgo había sido inocultable. Marco Enríquez-Ominami lo odiaba. El día del triunfo de Piñera en primera vuelta, el apellido del candidato conservador apareció en un título recién en página 6. El protagonismo se lo había llevado Frei, rezagadísimo de cara al balotaje que finalmente perdió.
A Piñera la UDI le vetó un director no bien asumió y desde entonces todo pintaba para el cierre. Deciden ahora suprimir la edición impresa, que había descendido a 10.000 ejemplares, y dejar sólo la versión online, lo que implica el despido del 40% de los 350 trabajadores.
Preocupante el cierre en sí mismo y más preocupante la concentración del mercado periodístico chileno. Quedan dos diarios generalistas en Santiago. El Mercurio, que edita el vespertino La Segunda y el popular cool Últimas Noticias, y La Tercera, que también publica La Cuarta, un periódico con notable lenguaje que por supuesto fue ultrapinochetista. Diario Financiero y Estrategia son los económicos, y hay un par de gratuitos. Es todo. El Mercurio tiene además una decena de diarios en el interior, con lo que la concentración es todavía mayor.
En tiempos de la Concertación hubo algún ensayo de un diario de centroizquierda. El último fue de Mónica González con Diario 7, financiado por Copesa (La Tercera). Fue interesante pero duró un año escaso. Había alcanzado unos 15.000 ejemplares. Pasada la elección de Michelle Bachelet en 2006, cerró.
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