¿Me parece a mí o Dilma Rousseff entró en pánico? Ahora fue a misa. La candidata del PT se encuentra bajo fuego de sectores conservadores, evangélicos y del PSDB, que instalaron el tema del aborto en la campaña. La verdad es que las acusaciones en su contra son bastante impresentables, pero Dilma, a quien le falta apenas un puñado de votos para vencer en el ballottage, fue a una iglesia en Aparacida do Norte para combatir la campaña sucia en su contra, en la víspera de la celebración de la patrona de Brasil. No da mucho el perfil de Dilma en la iglesia. ¿Qué habrá hecho ante rituales que le son evidentemente ajenos? ¿Sabrá la letra que le toca a la feligresía? Siempre me pregunté cuánto suman las sobreactuaciones a las que son tan afectos los asesores de marketing. A la hora de explicar, la candidata oficialista mencionó "un problema reciente en mi vida" que la llevó a rezar en cámara. "Enfrenté un proceso malo en mi vida que me hizo reflexionar", dijo. Mmmmmm.
Unos tipos con micrófono que insultan más que un hincha desbordado son presentados en las webs y en la tele como apasionados que causan gracia. Antes que ocurrentes espontáneos son, en realidad, violentos equiparables con barrabravas. Es una paradoja que ello ocurra en el Río de la Plata, donde nacieron los mejores relatores de fútbol del mundo. Entre ellos, el mejor, Víctor Hugo. El jugador sublime tuvo al relator sublime. Por su universo de palabras y sus tonos de voz, por sus creaciones artísticas; por su capacidad para leer la jugada y por la precisión de la narración. Casi no aparecen ahora los diálogos que VH presumía entre jugadores o con el árbitro, o el "que sea, que sea, que sea". Pervive el "ta ta ta" y el "no quieran saber". Contemporáneos de Víctor Hugo, hubo y hay relatores brillantes (soy injusto y nombro seis: Juan Carlos Morales, José María Mansilla, José Gabriel Carbajal, el primer Walter Saavedra y el mejor relator argentino que esc...
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