En el contrapunto entre Cristina Fernández y la revista alemana Der Spiegel acerca de la veracidad de las declaraciones publicadas, el medio mencionó que siempre envía el reportaje editado al entrevistado para que éste tache lo que no corresponda.
En efecto, esa es una (más que cuestionable) práctica de la prensa alemana. Los medios germanos tienen como procedimiento habitual y generalizado dar al entrevistado la posibilidad de editarse, aun si los dichos transcriptos son fidedignos y están grabados. Algo así como derecho a arrepentirse en frío.
Este método, impensable para la prensa argentina, es aceptado sin mucho pataleo por los alemanes, pero no siempre. El diario Tageszeitung, versión alemana de Página 12 (con las diferencias que implican mercados muy distintos), a modo de queja, publicó una vez una entrevista con una franja por encima de todo lo que el entrevistado había impedido que se conociera de sus propios dichos.
Quizás este beneficio a los arrepentidos (en la foto, un arrepentido) sea un ejemplo más de los límites que deberían tener aquellos que se entusiasman tanto al elogiar realidades de otros países.
Sobre los dichos de CFK, intuyo (mera intuición) que hubo un problema en la traducción o en la interpretación (culpa de Spiegel), pero el gobierno no le dio bola a la posibilidad de corregir (culpa de K). Pero, si es como digo, la responsabilidad mayor de la cita fidedigna corresponde al medio.
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