Laura Bonaparte es, como Elsa, como René, tomo todas, protagonista de una lucha épica que nunca dejará de ponernos frente al espejo como sociedad y, sobre todo, como individuos. En este adelanto del libro sobre la historia de una Madre de Plaza de Mayo que publica hoy Página 12, Laura Bonaparte nos conmueve y nos interroga. El libro es de Marea.
¿Qué queda de la identidad de una madre cuando sus hijos desaparecen? Algunas tuvieron el dolor de padecer la desaparición de todos sus hijos. Es el caso de René Epelbaum, fallecida sin nunca haber sabido algo del destino de sus tres hijos secuestrados.
¿Puede desaparecer la genealogía?
En mi caso, ¿me considero madre porque Luis está vivo? Pero ¿cuál es mi papel de madre con respecto a mis otros hijos desaparecidos? Quiero que me entiendan bien, estoy hablando de una función materna, y no de la lucha que llevaré hasta mis últimos días para aportar mi testimonio, para intentar saber cuál fue el destino de mis hijos y el de los treinta mil desaparecidos.
Sé que cuesta mucho escucharlo, pero no hay madre si no viven más el hijo o la hija.
Es el/la hijo/a quien significa a la madre. La madre cuyos hijos desaparecieron se encuentra expulsada del significante. Se vuelve el espectro de lo que ha sido. Se la llama “madre del desaparecido” en un lenguaje que la nombra al mismo tiempo que la despoja. Un lenguaje que borra lo que fue y la nombra por lo que ya no es.
Es el motivo por el cual hablo de la crueldad que esos canallas han incrustado hasta en el lenguaje.
Recuperar nuestra capacidad de pensar en medio de tanta brutalidad quiere decir recuperar nuestra dignidad.
Quisiera que estas palabras lleguen a las mujeres que en todo el mundo están viviendo situaciones parecidas a las nuestras. El surgimiento del movimiento de las Madres de Plaza de Mayo, su fenomenal continuidad hasta hoy en día no se deben a heroicas cualidades propias, de nosotras, madres argentinas.
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