| Sebastián Lacunza - Enviado especial a Perú | | | Lima - A juzgar por el tenor de las opiniones que suenan más fuerte en Lima, la elección presidencial del domingo tiene características dramáticas. En ambos bandos, hay quienes enarbolan temor. Unos denuncian a los cuatro vientos que junto con Ollanta Humala se viene una «dictadura chavista» y «marxista». Le arrojan al postulante nacionalista el código penal por completo. Otros alertan sobre el retorno, de la mano de Keiko Fujimori, de un régimen cuyo conductor, a la vez que padre de la candidata, pena prisión por corrupción y crímenes de lesa humanidad.
La joven de 36 años navega entre la defensa de su padre y la vuelta de página, y el exmilitar, de 48, recita pruebas de lealtad al mercado, al que sólo busca aplicar correctivos, según dice. Ninguno se da por enterado del argumento del rival.
Por suerte, a los actos de cierre de campaña, que se desarrollaban anoche casi en simultáneo en el centro de Lima, a un kilómetro de distancia uno del otro, no suelen concurrir quienes titulan los diarios con saña, lo que, dada la agresividad demostrada, habría generado un baño de sangre que, al menos hasta el cierre de esta edición, no se había producido.
Ayer por la tarde, en la plaza Dos de Mayo, a unas siete cuadras del centro histórico, estudiantes de universidades públicas y sindicatos tornaban festivo el ambiente a la espera de las palabras finales de Humala, quien saldría a escena a las 20.33. Un hombre vestido de Chaplin y otro que parodiaba a un militar del Grupo Colina (un escuadrón de la muerte del Gobierno de Alberto Fujimori, 1990-2000) ganaban atención con un cartel titulado: «Muro de la memoria y la vergüenza; nunca más», que albergaba fotos de personajes de aquel régimen que han vuelto a salir a la luz en estos días (ver págs. 16 y 17).
Cerca de allí, sobre la céntrica peatonal De la Unión, mucho más prolija que otras de capitales latinoamericanas más pretenciosas, la pareja de docentes Coco ySoledad, de más de 50, denunciaba ante este diario la «campaña sucia» de los medios y alertaba sobre la «amnesia». Varios de los carteles humalistas aludían a la prensa.
Nadie muestra dudas de que en Lima vencerá Fujimori con holgura, en tanto le asignan predominio en las provincias del sur a Humala, quien una vez abandonado el Ejército estudió ciencias políticas en la Universidad Católica y derecho internacional en la Sorbona.
El acto de Keiko en su bastión sería en la plaza Bolognesi, a 10 cuadras de la Dos de Mayo. La llegada de la concurrencia iba un poco más lenta, porque la joven, que pasó por las aulas de la Universidad de Boston para estudiar administración de empresas, comenzaría su show a las 21.34.
Convencidísima, con una pechera con la letra K, la enfermera Ana Ventura remarcó que la Comisión de la Verdad «estuvo manejada por personas que son proterroristas» y negó toda acusación en contra de su referente. Citó casos de campesinos de Cerro de Pasco, de donde es oriunda, que fueron arrasados por Sendero Luminoso «por defender a sus animales, y sus familias no recibieron un peso de indemnización».
Más temprano, el historiador Antonio Zapata, de la Universidad Católica, ante una consulta de Ámbito Financiero, le puso marco analítico al predominio electoral de uno y otro sobre diferentes segmentos: «Si dividimos a la sociedad en cinco, vemos que en el grupo A (sectores de ingresos altos), que representa el 3%, y en el B (medios altos), que suma el 7%, Fujimori gana 3 a 1».
«En cuanto a D y E, pobres y miserables, que sumados hacen el 55% del electorado, las encuestas marcan un empate. La diferencia es que los de Ollanta suelen estar más organizados en gremios, asociaciones, comunidades (muchas de ellas, de campesinos e indígenas); en cambio, los de Keiko no cuentan con ningún tipo de pertenencia ni vida participativa en los barrios, y tienen un buen recuerdo de la estabilidad de los años 90, cuando tuvo lugar un extenso clientelismo».
Así las cosas, la pelea central del domingo estará, según Zapata, en la población de ingresos medios, el grupo C, que suma el 35% de los peruanos. Allí también hay cortes para ver, con los empleados públicos, docentes o, en menor medida, privados formales, que se sienten más atraídos por Humala, y los cuentapropistas, dueños de talleres familiares, pequeños comerciantes, que progresaron en una década de crecimiento sostenido «y que quieren seguir en ese rumbo».
La postulante de Fuerza 2011 ratificó su fortaleza en el eje Lima-Callao de cara al balotaje, al recibir el apoyo de dos candidatos que hicieron una buena elección en la primera vuelta en la capital, el liberal exministro de Economía Pedro Pablo Kuczynski y el exalcalde Luis Castañeda. Más allá de ello, todo indica que sus votantes ya habían decidido su apoyo a Keiko antes del gesto de sus referentes.
En cambio, el exmilitar, estiman las encuestas, predominará una vez más en la sierra sur, especialmente en la ciudad más importante de esa región, Arequipa, con mayor tradición de voto de izquierda o antisistema. Al haber recibido el apoyo del centrista Alejandro Toledo, el hombre que más empujó para la caída de Fujimori en 2000, Humala podría verse fortalecido en la costa central.
Más claves para entender el voto. A caballo de sus explotaciones agrarias y mineras familiares, y de la viabilidad que otorga a algunos sectores el contrabando, campesinos e indígenas de Perú tienen todo un camino recorrido en cuanto a resistencia de grandes yacimientos, los tratados de libre comercio y la agricultura extensiva. Por caso, hasta mediados de esta semana era inestable la situación en Puno, localidad peruana sobre el Titicaca, donde la población local combatía la minería a gran escala.
Los intereses de aymaras y quechuas recibieron en los últimos años aliados muy urbanos, como el chef Gastón Acurio, uno de los más reconocidos del mundo. Unos y otros tienen motivos diferentes para defender las características del octavo país biodiverso del planeta. |
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