Dos actores prevalecen en el mercado, pero uno de ellos ya tiene un traje a medida
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Sebastián Lacunza
Editor-in-Chief
@sebalacunza
El mercado de los medios y el de las telecomunicaciones tienen
sendos actores estelares en la Argentina. Por un lado, Clarín, con presencia en
todos los campos de la comunicación y una posición que no queda lejos del
monopolio de la TV paga en ciudades altamente rentables como Buenos Aires y
Córdoba (suma 3,5 millones de suscriptores en el país). Por el otro, Telefónica, empresa con base en Madrid que administra en
Argentina 6,5 millones de líneas de telefonía básica, 16,5 millones de
telefonía celular y el canal de TV abierta Telefe, así como otros en diferentes
provincias.
Ambas compañías tienen elevadas expectativas en la convergencia entre telecomunicaciones, internet y contenidos
periodísticos y de entretenimiento. Aunque hay otras presencias en el campo de
juego, ninguna se encuentra mejor parada que Clarín y Telefónica para pegar el
salto.
Durante años de dominio, el Grupo Clarín forjó una red de
cable en la que se permitió favorecer a sus propias señales, postergando o
sacando de la grilla a competidores. Con Don
Giulione apoltronado en la AFA, el Grupo gozó dos décadas de los derechos de transmisión del
fútbol, y con esa herramienta fue comprando sistemas de cable en más de 150 localidades
grandes, medianas y pequeñas. Hacia fin de 2007, poco antes de la ruptura, Néstor
Kirchner le aprobó la madre de todas las fusiones Multicanal-Cablevisión, por entonces su
únicos competidores relevantes de la TV paga. Pese al límite
al crecimiento que supuso la ley audiovisual, Cablevisión explicó en los años recientes casi la
totalidad de las ganancias del Clarín. Cautelares mediante, la empresa pudo
fijar a piacere el precio del abono mensual, del que rara vez los usuarios tienen escapatoria.
De cara a la ansiada
“convergencia”, al conglomerado — que incluye Canal 13, Radio Mitre, La Voz del Interior y TN, entre unos cuarenta medios — le
interesaba despojarse de todo límite a la expansión del cable fijado por la
anterior ley de servicios de comunicación audiovisual (35% del mercado y 24
localidades) y que le permitieran acceder a la operación de telefonía celular.
Los límites anti-trust fueron barridos por el decreto de necesidad y
urgencia firmado por Mauricio Macri el 29 de diciembre pasado, mientras
vacacionaba en Villa Langostura. El multimedios ahora podrá extender su red de cable e
incluso sumar un puñado de radios y canales de televisión. Su incursión en
telefonía será cuestión de invertir unos cuantos dólares y del mero trámite que supondrá la aprobación
gubernamental.
Clarín dice ser un delfín frente a la ballena Telefónica.
Medido en términos de facturación y ganancias internacionales, el Grupo de la calle Tacuarí
tiene algo de razón, aunque en lo atinente al mercado de medios de
comunicación, la ecuación es inversa. El liderazgo de
Telefónica en telecomunicaciones se vio incrementado por el hecho de que
Telecom, su único competidor en telefonía básica y uno de los tres actores de
la comunicación celular e internet, tuvo un vínculo con la casa española a
través de Telecom Italia, lazo accionario que duró desde 2007 hasta mediados
del año pasado.
Como a Clarín, a Telefónica le atraen dos objetivos
centrales de la “convergencia” telecomunicacional: brindar TV por cable y, particularmente,
acceder al mercado de la TV satelital. Para esto último, ya cuenta con los
fierros, cuyo costo queda fuera del radar de Clarín. Sólo le falta el
permiso gubernamental. En principio, no lo tendrá. El DNU conocido ayer bloquea que un
licenciatario de radio, TV o telefonía pueda explotar TV paga satelital. En
cuanto al cable, Telefónica deberá esperar hasta el 1 de enero de 2019. Una voz
de la empresa española transitaba anoche entre la frustración y la
incredudidad, al tiempo que advertía que no se concretarían las inversiones
prometidas por la empresa hace pocos días. “Nos cambian el escenario. ¿Quién nos garantiza que
en 2018 o 2019 no determinen otro período de gracia y nos vuelvan a
congelar?” (ver aparte).
Se podría agregar que a la compañía con base en Madrid le
interesaba un tercer objetivo de la convergencia, pero de ello ya se había
encargado el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, cuando, a caballo de un
argumento estrambótico, se salteó la prohibición para que una compañía de servicios
públicos (Telefónica) pudiera explotar un canal de televisión (Telefe).
Si sólo se enfoca en las grandes ligas, el lucrativo mercado
de las telecomunicaciones adquirirá dinamismo en cuanto al flujo de capitales,
algo que puede no traducirse en un mejor servicio sino tan sólo en mayor
concentración. Operadores de cable medianos como Supercanal (Grupo Uno) o
Telecentro (Pierri) podrán vender o asociarse con telefónicas. Direct TV
(AT&T), que goza de una alianza táctica con Clarín, seguirá siendo el rey
de la TV satelital. Indalo, Prisa, Cadena 3 y XXIII no necesitarán desprenderse de las
licencias excedentes, tal como lo exigía la letra de la ley que el DNU pretende derogar.
Son horas de lamentos de muchos kirchneristas. Defienden el
texto anterior, que estuvo varado en la Corte Suprema y tribunales inferiores
durante cinco años, con argumentos valiosos sobre la multiplicidad de voces y
el control social de las políticas de comunicación. Lindas palabras que
contrastan con una implementación arbitraria de la ley audiovisual, que se
apoyó en un vale todo contra el grupo dominante y desarrolló poco y muchas
veces mal el resto de los capítulos.
Para diseñar este traje a medida de las necesidades de
Clarín y reemplazar una ley debatida durante años, Macri se valió de un DNU. A
veinte días de la asunción, y con el intento de intervención de la Corte
Suprema apenas guardado en el cajón, sólo la prensa oficialista seguirá
embelesada con los cantos de sirena de la calidad institucional. El cuerpo
regulador denominado Ente Nacional de las Comunicaciones debutará con cinco
delegados de Macri sobre las siete sillas disponibles. La participación en
instancias de control de universidades públicas, sindicatos, pueblos
originarios y organizaciones sociales se perdió en el camino. Así las cosas, se declara
abierta la temporada de caza.
ANEXO: textuales de una fuente de Telefónica.
“Siempre hablamos de la convergencia (entre medios de comunicación, internet y telecomunicaciones), pero si es igual para todos y no cuando estás beneficiando a uno en asimetría con otro”, en referencia a Clarín.
“Dicen que establecen un período de guarda hasta 2018 prorrogable por un año para que Cablevisión se pueda preparar para la competencia, pero es ilógico, porque el mercado del cable y de telefonía celular ya llega al 80 por ciento de la población”
“¿Quién nos garantiza que en 2018 o 2019 no determinen otro período de gracia y nos vuelvan a congelar el escenario? ¿Cómo se puede prever así una inversión?”
“Hace veinte días, anunciamos 36.000 millones de pesos de inversión para el trienio y esto nos obliga a revisar el proceso de inversión. Si cambian las condiciones, la inversión no es la misma”.
ANEXO: textuales de una fuente de Telefónica.
“Siempre hablamos de la convergencia (entre medios de comunicación, internet y telecomunicaciones), pero si es igual para todos y no cuando estás beneficiando a uno en asimetría con otro”, en referencia a Clarín.
“Dicen que establecen un período de guarda hasta 2018 prorrogable por un año para que Cablevisión se pueda preparar para la competencia, pero es ilógico, porque el mercado del cable y de telefonía celular ya llega al 80 por ciento de la población”
“¿Quién nos garantiza que en 2018 o 2019 no determinen otro período de gracia y nos vuelvan a congelar el escenario? ¿Cómo se puede prever así una inversión?”
“Hace veinte días, anunciamos 36.000 millones de pesos de inversión para el trienio y esto nos obliga a revisar el proceso de inversión. Si cambian las condiciones, la inversión no es la misma”.