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Buscando al exorcista

El sacerdote católico platense Carlos Mancuso fue contactado para hacer una "limpieza" por una mujer que habló en nombre de Macri, pero finalmente, el Presidente eligió un remedio alternativo.


Sebastián Lacunza




Transcurrían los últimos días de diciembre cuando el padre Carlos Alberto Mancuso recibió un llamado en su domicilio de la ciudad de La Plata. Una señora de apellido Gómez — según cita el sacerdote exorcista ante el Herald — dijo hablar en nombre del flamante Presidente con un requerimiento específico: hacer una “limpieza” en la quinta presidencial de Olivos.
El diálogo definió en forma genérica la tarea a realizar, aunque Mancuso, de 81 años, tomó la consulta con cautela. No sabía si se trataba de una “infestación” (un espíritu poseído recorre los ambientes), una “obsesión demoníaca” (el demonio persigue a una persona y le provoca malestar) o “un poseso” (el maligno está dentro del ser humano). Cada incursión diabólica requiere terapias específicas, por lo que Gómez quedó en comunicarse nuevamente para coordinar la logística de una visita para explorar el terreno.
Tres días más tarde, el cura católico de La Plata recibió un segundo contacto de la supuesta emisaria de Macri, pero en este caso, para disculparse. Según adujo Gómez (“una mujer de edad”, define Mancuso), el Presidente había optado por otra solución. “Estaba dolida, enojada”, rememora el cura, sin ánimo de reproche. En el Gobierno argentino no reconocen a una persona allegada a Macri apellidada Gómez.
Hasta allí se trataba de la versión de un cura católico exorcista que no había podido ser confirmada por la contraparte.
Pero, según publicó el diario Clarín, las “limpiezas energéticas” se llevaron a cabo tanto en la Casa Rosada como en la quinta de Olivos. Aparentemente, la mala energía que Macri cree que Cristina Fernández de Kirchner dejó instalada en los despachos presidenciales fue atendida por religiosos budistas, aunque la identidad de la mano liberadora no pudo ser confirmada por el periódico. La versión indica que Macri padecía fuertes dolores de cabeza en sus primeros días en la Casa Rosada y ello activó el combate contra los malos espíritus, pero otros que conocen al presidente argentino afirman que tanto él como su esposa, Juliana Awada, suelen apelar a prácticas esotéricas.
“Los budistas están en nuestras antípodas (geográficas), son del Lejano Oriente”, reflexiona el padre Mancuso.
El cura atiende en el Hogar Sacerdotal de La Plata, en la calle 60 entre 27 y 28. Realizó trabajos y dio conferencias en Miami y en Colombia, pero ante todo, fue un cura regular durante 33 años en la parroquia San José de la capital provincial.
“Por edad, presenté mi renuncia, pero con esta avalancha de fenómenos, tenemos más trabajo ahora que cuando éramos párrocos”. “Es una tarea oscura; son las fuerzas de espíritu maligno con las que uno tiene que vérselas”, dice con el temple necesario de quien asume la tarea de derrotar a Satanás.
Aunque la jerarquía católica no habla con comodidad de las prácticas exorcistas, el nombre de Mancuso circula sotto voce entre las parroquias. El sacerdote es uno de los pocos que combate cuerpo a cuerpo a Mefisto en el ámbito oficial de la Iglesia argentina. Más extraño aún, lo hace en la arquidiócesis que comanda Héctor Aguer, representante del ala ultraconservadora del Episcopado y enconado rival de Jorge Bergoglio. 
Al Hogar en el que el sacerdote platense vence al Maligno todos los viernes (diciembre y enero, cerrado por vacaciones) llegan muchas víctimas enviadas por otros curas que no se atreven a dar la batalla.
A su modo, el papa Francisco suele hablar del “demonio”, pero en otro sentido, como cuando escribió en 2010, siendo cardenal de Buenos Aires, que el matrimonio gay (entonces a punto de ser aprobado) era “una movida del diablo”.
Mancuso afirma que su tarea está “por encima de las lides políticas” y que ayuda a infectados de diferente signo. Entre ellos, un exgobernador de la provincia de Buenos Aires cuyo nombre se reserva.

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