Escribe
Sebastián Lacunza
@sebalacunza
El jueves próximo cumplirá un año la denuncia presentada por el fallecido fiscal Alberto Nisman contra Cristina Fernández de Kirchner por supuesto encubrimiento de los responsables del atentado a la AMIA. Fue el 14 de enero de 2015 cuando Nisman, a quien Néstor Kirchner había dado amplios poderes y recursos para investigar el ataque terrorista más sangriento de la historia argentina, conmovió al país con la acusación contra la entonces presidenta, el canciller Héctor Timerman y otros personajes. A cuatro días de aquella presentación, Nisman sería hallado muerto en su domicilio de Puerto Madero con un disparo en la cabeza, lo que impactaría en latitudes impensables.
Sebastián Lacunza
@sebalacunza
El jueves próximo cumplirá un año la denuncia presentada por el fallecido fiscal Alberto Nisman contra Cristina Fernández de Kirchner por supuesto encubrimiento de los responsables del atentado a la AMIA. Fue el 14 de enero de 2015 cuando Nisman, a quien Néstor Kirchner había dado amplios poderes y recursos para investigar el ataque terrorista más sangriento de la historia argentina, conmovió al país con la acusación contra la entonces presidenta, el canciller Héctor Timerman y otros personajes. A cuatro días de aquella presentación, Nisman sería hallado muerto en su domicilio de Puerto Madero con un disparo en la cabeza, lo que impactaría en latitudes impensables.
Devenir vertiginoso a la vez que curioso el de la política
argentina. Pocos meses después de aquel temblor, tendría lugar una extensa
campaña presidencial, pero las palabras “Nisman” o “AMIA” ocuparon un espacio
marginal en el discurso proselitista. Los actos de homenaje al fiscal pasaron
de congregar centenares de miles de manifestantes en febrero a apenas algunas
decenas en junio. En la visión de los estrategas de campaña, retomar el caso
Nisman entre julio y noviembre, fase crucial de la campaña, abriría una caja
de Pandora. Mauricio Macri
apenas se permitió el gesto de entornar con su equipo a Sandra Arroyo Salgado,
exesposa del fiscal fallecido y jueza federal de San Isidro, en ocasión de un
debate presidencial en la Facultad de Derecho. Hubo fotos, sin palabras.
A la luz de lo decidido por la Justicia federal
en al menos
tres instancias, la denuncia del fiscal contra la expresidenta quedó
expuesta
como un acción fraudulenta.
Hipótesis inconexas, contradicciones palmarias que quedaron probadas
en el expediente y un extraño y abrupto retorno de las
vacaciones con sus hijas sugieren un origen turbio de la denuncia, con
la mano evidente de servicios de Inteligencia, que todavía
no fue aclarado. “Juegos de poder”, como le reprochó por mensaje de
texto
Arroyo Salgado a Nisman desde Barcelona una vez que se anotició del verdadero
motivo
por el que su exmarido había dejado a su hija sola en el aeropuerto de
Madrid.
La integridad personal de Nisman quedó atrapada en una
maraña de cuentas bancarias, propiedades no declaradas y aparente robo al
Estado, según el testimonio del informático Diego Lagomarsino, esquema de supuesto lavado de dinero que dejó luego a su madre y
hermana bajo investigación judicial. Los familiares de las víctimas del
atentado a la AMIA agrupados en Memoria Activa y otras organizaciones fueron
los primeros en tomar distancia de un fiscal al que habían denunciado por su deficiente investigación. Si estas quejas no fueron escuchadas
por el gobierno kirchnerista durante años, en 2015 le tocó a la oposición hacer como que los cuestionamientos
al trabajo del fiscal no existían.
También era pública, aunque el hecho cobró otro vuelo
tras su muerte, una obediencia impropia de Nisman a la
Embajada de Estados Unidos, que incluía pedidos de disculpas tan
insistentes cuando se apartaba de la línea fijada por Washington al punto de
incomodar a diplomáticos norteamericanos. El caso del fiscal jugó un
papel en la política
interna de Israel y Estados Unidos, lugares de destino frecuente del
fallecido
funcionario judicial. Halcones y palomas de ambos países utilizaron el
caso como
herramienta en torno al posicionamiento ante Irán. Por si esta trama no
fuera
lo suficientemente intrincada, los fondos buitre que litigan en
Manhattan contra Argentina vieron la oportunidad para financiar supuestos
informes periodísticos y hasta instauraron un exótico premio con el nombre del
fallecido denunciante.
Jueces, fiscales, periodistas, políticos, policías, empresarios,
abogados y agentes de Inteligencia quedaron expuestos en una red que funciona
en paralelo a nuestra democracia. Todos espían, a todos los espían. Extorsionadores extorsionados. Pero si el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner vio
en 2015 que esa trama se le había vuelto en contra, no
encontró legitimidad para denunciarla cuando en la década previa se había
valido de ella. Aunque había indicios e informaciones parciales para suponerlo,
el caso Nisman hizo saber a los argentinos que existe un submundo que mueve los
hilos de la democracia.
La cautela de Macri duró el tiempo de campaña. Ya en la
Presidencia, las señales son otras. La avanzada llegó de la mano del fiscal
ante Casación Raúl Pleé, de su colega del fuero federal Eduardo Taiano y de la
jueza de instrucción que investiga la muerte de Nisman, Fabiana Palmaghini.
Los movimientos de este trío buscan reactivar
pistas sobre la
acusación y la muerte que habían quedado hundidas en el lodazal. Renacen
confesiones “off the record”, vuelan las especulaciones y regresan
testigos clave que se dan vuelta. Todo llega por el mismo cauce
que llevó a publicar inventos del estilo de un disparo a quince
centímetros de la
cabeza del fiscal con el fin de alentar la hipótesis de un asesinato.
Pleé, un fiscal al que familiares de las
víctimas de la AMIA
acusan de haber dormido la investigación por el atentado, asomó ahora
para
tratar de reactivar la denuncia de Nisman una vez que el gobierno de
Macri
decidió no apelar la inconstitucionalidad del acuerdo con Irán para
conformar
una comisión de la verdad con juristas extranjeros. Taiano, por su
parte,
imputó por traición a la patria a Timerman por un audio de una
conversación
privada en la que el excanciller sostenía la acusación contra Irán tal
como lo
había hecho el gobierno argentino en foros internacionales.
Mientras, la jueza Palmaghini vio espacio para
desplazar de la dirección de la investigación de la muerte a la fiscal
Viviana
Fein. Celebró Arroyo Salgado, quien afirma tener certeza de que se trató
de un homicidio contra la opinión de todos los especialistas que
intervinieron
en el expediente (excepto los que ella aportó a la causa). Paso
rocambolesco el de Palmaghini. Meses atrás, la jueza había acusado a Arroyo Salgado de presentar recursos con el fin de
"demorar las diligencias pendientes". La viuda de Nisman tiene claro su
objetivo. Quiere llevar el expediente al fuero federal. Específicamente, al despacho de su colega Luis Rodríguez.
Las
próximas horas serán propicias para agitar este avispero. Aunque el
macrismo no parece entusiasmado con el tema, tiene dos altas
funcionarias que se esmeran por sacar jugo a los intensos diálogos con
Nisman en los cuatro días transcurridos entre que éste presentó la
denuncia y fue hallado muerto. No se trata de especulaciones menores de
la política, sino del hecho grave de que una trama con tintes mafiosos
campea a sus anchas en nuestra democracia. El kirchnerismo podría dar cuentas de los costos de valerse de esa red.