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Sobre la película de Néstor Kirchner (y sus críticas)


El viernes fui a ver la película sobre Néstor Kirchner de Paula de Luque. Es, como se dijo, un film que muestra una figura épica del expresidente, una apología. Kirchner es para Paula de Luque y para unos cuantos más en Argentina un hombre que no abandonó sus principios en las escalinatas de la Casa Rosada, un valiente que desbarató la lógica política del país, que peleó y murió en su lucha contra las corporaciones, y que enarboló la bandera de los derechos humanos de manera ejemplar y sanadora para una sociedad.  
Primero, no soy experto en cine, sólo un asiduo espectador. Segundo, quiero decir a quienes compartan conmigo una visión crítica y compleja del exmandatario que no se priven de verla sólo por el hecho de no coincidir con el perfil laudatorio que trazó De Luque, como ella misma admite.
Enfatizo esto porque han circulado críticas interesantes que marcan méritos, falencias u omisiones, la necesidad de distintos puntos de vista. Otras, en cambio, producto de una mirada confrontativa con la figura del expresidente e incluso del resentimiento, lanzaron denuestos que eran previsibles antes de que la película saliera a la luz, y que no llamativamente incurren en una contradicción. Al tiempo que denuncian un fin meramente “propagandístico”, “sin ningún valor cinematográfico”, “no es una película, es una publicidad de Fútbol para Todos ampliada”, y que demandan una mirada distante, sus autores se muestran incapaces de despegarse de sus propios prejuicios, de cuestionar sus estereotipos; en definitiva, de animarse a desorientar a su trinchera.
Pueblan la película imágenes íntimas, personajes del entorno más próximo del fallecido presidente de quienes no se conocía la voz y, en algunos casos, la cara. Ni más ni menos que su hijo (comienza su testimonio con un fragmento especialmente poco significativo, luego levanta vuelo), su madre (con dejo chileno), su suegra, su hermana menor y su cuñada. Hay también un recorte de nuestra historia reciente, con encuadres y tiempos inéditos o que habíamos olvidado, de indudable valor para los que nos interesa la política.
Digo esto y digo en el mismo sentido que no se pierdan la película laudatoria “Lula, el hijo de Brasil”, financiada por las principales empresas de ese país; los excelentes documentales de Patricio Guzmán sobre Salvador Allende y la antiberlusconiana “El Caimán”. Insisto, me refiero a quienes guarden críticas a estos personajes, no a quienes tengan vendettas por cobrar, porque van a salir angustiados del cine.
Dos méritos del film de De Luque son, por un lado, el eje en torno a la política de derechos humanos de Kirchner, un aspecto medular de su gestión que es bien retratado en el tiempo, y por el otro, la cámara puesta en la relación de pareja con Cristina. Hay un momento muy valioso, cuando hablan “la suegra” y “la cuñada” del “pretendiente”.
Como marcó Marcelo Stiletano, si se espera una biografía, la película de De Luque es incompleta y perdió una oportunidad de explorar el perfil del santacruceño con sus claroscuros. No se encuentra allí un período al que poco se han referido los Kirchner como "el durante" la dictadura, entre su partida forzada a Río Gallegos y su posterior detención, y la reaparición de la pareja en “el ateneo”. Tampoco está el peronista noventista que desafía a Menem y a la vez lo alaba como el que más hizo por la Patagonia, el que pacta y rompe pactos, el que arma listas de concejales, el que compra tierras a precio de ganga en Santa Cruz, el que negocia con Magnetto, el estratega, el que se mueve por enconos personales, ¿el impiadoso?
Es cierto, todo ello no está y sería interesante de ver. No es el enfoque que eligió De Luque, por lo que hay todo un campo por recorrer que podrán transitar cineastas críticos sin reducir a Kirchner al vivillo oportunista y, peor aún, al mero impostor que algunos describen. De alguna manera, comparto el argumento de la realizadora en cuanto a que las citadas demandas hablan de lo que la película no es; refieren más al deseo de hacer o ver otra película, que puedo compartir, antes que a la obra realizada.
Debo decir que la cámara lenta se torna repetitiva, y que, así como el trabajo es valioso en cuanto al dibujo humano de Kirchner y su entorno, por lo que dice y lo que connota, aporta pocas novedades, anécdotas desconocidas, pasiones ocultas.
No sé si la película va a tener espectadores. El viernes por la noche, la sala del Abasto estaba repleta. La mayoría aplaudió en varios momentos, y algunos, los más fanatizados y fastidiosos, lanzaban improperios cuando aparecía, por ejemplo, Julio Cobos.
Se han esgrimido teorías sobre la concurrencia. Algunos sostienen que militantes y organizaciones kirchneristas se estarían organizando para ver el trabajo de De Luque y que, en general, la asistencia coincide geográficamente con los lugares en los que Cristina Kirchner sacó más votos en 2011. Es probable, aunque lo primero me parece difícil de llevar a cabo como para generar un fenómeno masivo.  
Otros, los mismos que desconocen la película como tal, se abalanzaron sobre la teoría del “choripán” y el clientelismo. Nuevamente, explicaciones previsibles, que ya cayeron en la extrema  irrelevancia cuando analizaron los festejos del bicentenario, el duelo colectivo por la muerte de Kirchner o el resultado de las últimas elecciones presidenciales.
Un último párrafo para críticas aparecidas en medios extranjeros. Algunas de ellas, no todas, fueron coincidentes con la visión más burlona hacia el “panfleto kirchnerista”. Es llamativo que cronistas que todavía tienen dificultades para identificar a gobernadores de las principales provincias argentinas, que yerran fechas y nomenclaturas de la historia reciente, que se muestran desprovistos de herramientas suficientes para no simplificar al peronismo, se permitan la visión del que todo lo sabe. Reflejan una vez más de dónde provienen sus influencias. Porque me imagino como corresponsal en un país ante la posibilidad de ver una película sobre un personaje medular de la última década de la política local. Y lejos de cancherear, me devoraría el film.  

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