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No hallan rastros de pólvora en las manos de Rafael Nahuel


Los peritajes corroborarían que la bala que lo mató por la espalda fue dispara por un prefecto, quien ya estaría identificado. También habrían comprobado que dos mapuches efectuaron disparos.
 

Sebastián Lacunza
@sebalacunza
Letra P
Marzo de 2018

Los peritajes balísticos y de registro de pólvora referidos a la muerte del barilochense Rafael Nahuel, causada por un disparo por la espalda el 25 de noviembre pasado, arrojarían dos importantes datos: la bala 9 milímetros que terminó con la vida del joven mapuche correspondería a un arma utilizada por un prefecto, quien ya estaría identificado, y no habrían sido hallados rastros de explosivo en las manos de la víctima.
Una fuente clave con acceso al expediente indicó que, en cambio, fue comprobada la presencia de pólvora en las manos de uno o los dos jóvenes mapuches que rescataron a Nahuel en el momento en que éste recibe el disparo mortal, Fausto Jones Huala y Lautaro González, de acuerdo a las pruebas realizadas con cintas reactivas de carbono.
Los peritajes balísticos sobre las 23 armas secuestradas a los prefectos del escuadrón Albatros, que incluyeron fusiles, armas 9 milímetros y de otro tipo, fueron ordenados por el juez federal de la causa, Gustavo Villanueva. Del análisis se desprende que la bala extraída del cuerpo de Nahuel resultó compatible con una de las armas inspeccionadas por los peritos oficiales Roberto Nigris y Karina Uribe, y la perita de la querella, Silvia Bufalini. Fuentes de la causa confían en que es un hecho la identificación de cuál de los ocho prefectos involucrados en el operativo fue el autor del disparo.
La inspección sobre el terreno que encabezó el juez Villanueva el 7 de diciembre pasado anticipó que los prefectos habían disparado una importante cantidad de municiones, ya que fueron secuestradas treinta vainas de balas 9 milímetros, como las utilizadas por los albatros. Dicha cantidad resultaría compatible con los resultados del peritaje sobre las armas.
Ya en aquella ocasión quedó prácticamente descartada la versión que había dado el gobierno nacional de que un reducido grupo de prefectos se vio sorprendido y acorralado por más de veinte mapuches que bajaron de la montaña disparando armamento de grueso calibre. Según el Ministerio de Seguridad, los proyectiles de los mapuches habían provocado que fueran arrancados árboles de cuajo y, según la vicepresidenta Gabriela Michetti, los supuestos atacantes tiraron “con todo”, desde poderosos explosivos hasta lanzas y boleadoras.
Bufalini declaró que el extremo de la versión oficial resultó incompatible con la escena porque no hubo rastros de fuertes explosiones en la flora del bosque de Villa Mascardi, a 35 kilómetros de Bariloche, ni fueron levantadas otras vainas que no fueran las de Prefectura. Se supone que es imposible que alguien hubiera limpiado la escena con tanta meticulosidad como para sólo dejar los restos de balas de la fuerza pública, algunos de ellos, bajo tierra, como fueron hallados.
La noticia de la muerte de Nahuel se conoció en el mismo momento en que eran velados los restos del joven muerto durante un operativo de Gendarmería en el departamento de Cushamen, Santiago Maldonado, en la localidad bonaerense de 25 de Mayo.
En una primera reacción, la ministra Patricia Bullrich exculpó a los prefectos de toda sospecha, porque, según argumentó, encararon una "acción legítima, enmarcada en la ley frente a la acción violenta, ilegal e inaceptable para la democracia de un país que quiere vivir en paz".
Rafael Nauel, Fausto Jones Huala y Lautaro González formaban parte de la comunidad Lafken Winkul Mapu, que en noviembre pasado reivindicó como propia un área de la turística Villa Mascardi. Los mapuches se manifestaron dispuestos a resistir la orden de desalojo, pero ésta se concretó el 23 de noviembre mediante un amplio operativo relámpago. Dos días más tarde, Nahuel apareció muerto de un disparo, lo que volvió a poner al gobierno nacional bajo la mirada de organismos de derechos humanos nacionales e internacionales.
El diario Clarín indicó el 8 de febrero que el microscopio del Instituto Balseiro habría detectado restos de pólvora en las manos del fallecido Nahuel, versión desmentida de inmediato por las autoridades de ese centro científico.
De haber sido confirmada, dicha hipótesis habría dado algo más de verosimilitud a la información oficial de que los prefectos se habían defendido. De todas formas, aunque Nahuel, de 22 años, murió de un tiro que ingresó por el glúteo y alcanzó órganos vitales, la alta probabilidad de que dos de sus acompañantes sí habrían utilizado armas con seguridad será explotada por el gobierno para insistir con la versión del enfrentamiento.
Una vez que Jones Huala, hermano de Facundo, y González bajaron a la ruta con el cuerpo herido de Nahuel, el sábado 25 de noviembre, ambos quedaron detenidos. Cuatro días más tarde fueron liberados, bajo la imputación de usurpación y atentado a la autoridad.

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