Cancillería informó apenas un puñado de actividades de
módico alcance desarrolladas por el renunciado funcionario durante nueve meses
de gestión
Sebastián Lacunza@sebalacunza
Letra P
A lo largo de los nueve meses en los que cumplió funciones
en la Embajada argentina en Alemania, Darío Lopérfido desarrolló una agenda más
bien acotada, por no decir mínima. El gestor cultural, cesado en el cargo desde
fines de abril próximo por disposición de Mauricio Macri, organizó dos
exposiciones dentro de la misma delegación en Berlín, coordinó una visita de
tres días de “niños cantores” cordobeses, dio “apoyo” a artistas en el cierre
de una importante muestra y mantuvo reuniones que no redundaron en ningún
convenio o programa concreto, de acuerdo a información suministrada por
Cancillería.
La discreta actividad de Lopérfido, que arribó a Berlín el
18 de junio pasado, tendrá un costo para el Estado de, al menos, 170.000
dólares, entre su sueldo bruto mensual de 13.252 dólares (por los nueve meses
transcurridos más el que resta) como ministro plenipotenciario de segunda y los
casi 40.000 dólares correspondientes a gastos de arribo, más flete.
El exministro de Cultura porteño dejará de trabajar en la
Embajada en Berlín “por razones de servicio”, de acuerdo a la información
publicada ayer en el Boletín Oficial, menos de una semana después de se
conociera su separación de la actriz Esmeralda Mitre, hija del director del
diario La Nación, Bartolomé.
Culminará así el sobrevuelo de Lopérfido por Berlín en
representación del país, lo que alimenta todavía más la presunción, sostenida
incluso por voces de Cancillería, de que se le había inventado un puesto ad hoc
como salida elegante de su problemática gestión en la Ciudad.
En el verano de 2016, durante un ciclo organizado en Pinamar
por el periodista Luis Majul, Lopérfido había acusado a los organismos de
derechos humanos y familiares de las víctimas del terrorismo de Estado de haber
arreglado “en una mesa cerrada” la cifra de 30.000 desaparecidos “para
conseguir subsidios”. La declaración provocó el repudio casi unánime de la
comunidad artística, que se hizo notar en numerosos espectáculos y muestras. Sin
espacio para reparar, Lopérfido fue desplazado de Cultura de la Ciudad seis
meses después, y del Teatro Colón, más de un año más tarde.
Primero se informó su traslado a Berlín para un cargo
inespecífico. Bajo la conducción de Susana Malcorra, Cancillería resistió
formalizar el nombramiento de Lopérfido. Voces del Palacio San Martín entendían
que, ya con la complejidad internacional que suponía el desinterés de Macri por
los temas de derechos humanos, la designación de Lopérfido no haría más que
crear un problema gratuito en el corazón de Europa y, para colmo, en un país en
el que el negacionismo o la matización del terrorismo de Estado supone una dura
condena social.
Esgrimiendo razones personales y por mera coincidencia, Malcorra
dejó el cargo pocos días antes de que Lopérfido aterrizara en Berlín.
Como presumían algunos, la presencia del funcionario generó cierta
reacción en la capital alemana. Un vocero de Angela Merkel debió responder en
conferencia de prensa porqué la Embajada alemana en Buenos Aires había
realizado una cálida despedida de Lopérfido en su sede en Buenos Aires.
Cancillería, con Jorge Faurie a cargo, no le asignó
presupuesto específico al escritorio de Lopérfido. En ese contexto, el
exfuncionario se limitó a realizar un solo viaje a la ciudad de Kassel, donde
se llevó a cabo Documenta 14, considerada una de las muestras de arte
contemporáneo más importantes del mundo.
De todas maneras, el exvocero de Fernando de la Rúa tuvo una
participación secundaria en la tarea de “apoyo” a los artistas argentinos,
porque cuando arribó a Berlín, Documenta 14 ya llevaba dos meses abierta y cerraría
el 17 de septiembre siguiente.
El viaje de los alumnos del histórico instituto cordobés
Zípoli fue financiado por el Ministerio de Cultura y el gobierno de Córdoba.
Incluyó un encuentro con Francisco en Roma, mientras que en Berlín los pequeños
cantores presenciaron un ensayo de la Staatskapelle a cargo del director
argentino Daniel Barenboim, con la coordinación de Lopérfido.
Las otras actividades informadas por Cancillería (ante una
consulta previa a la remoción del funcionario) fueron la coordinación de una
muestra fotográfica de Gerardo Korn y otra de afiches de películas, ambas en la
sala Jorge Luis Borges de la representación argentina. También mantuvo
reuniones o contactos con autoridades de una escuela de música en el barrio
Schöneberg, el Instituto Goethe y la alcaldía de la capital alemana, con el fin
de comenzar a definir la agenda cultural 2019 de la Hermandad Berlín-Buenos
Aires.
A la hora de explicar el fin de su experiencia alemana,
Lopérfido dijo ayer a La Nación: "Sigo siendo adherente del gobierno y lo
apoyo, pero no es un gran momento para la libertad intelectual, en ningún lugar
del mundo. A mi me gusta ejercerla, y para eso es mejor estar fuera del
gobierno".