Por: Sebastián Lacunza
El Gobierno de Estados Unidos echó a rodar el proyecto en la Federal Communications Commission (FCC): un súper Wi-Fi gratuito capaz de atravesar montañas, bloques de cemento, rascacielos y llanuras. El plan fue denominado como free-for-all wi-fi service.Sería una revolución, al menos para el alcance que tiene ese término en estas épocas. Por un lado, el proyecto cambiaría costumbres y modos de producción. Desde el control de monitores cardíacos y otros dispositivos de salud que podrían estar on line en forma permanente, hasta el manejo de electrodomésticos, autos y fábricas a distancia. Por sobre todo, acortaría a todas luces la brecha digital entre clases sociales o pobladores urbanos y rurales.
Este cambio de paradigma afectaría el modelo de algunos de los negocios más rentables en la actualidad. A saber, las redes de telefonía se resentirían desde el momento en que los usuarios harían sus llamados a través del soporte gratuito de la web. ¿Quién pagaría un abono de un celular o, menos aún, un servicio de internet domiciliario?
Algunas ciudades han avanzado en zonas Wi-Fi en parques, subtes y esquinas emblemáticas. En Londres, por ejemplo, los barrios de Westminster, Kensington y Chelsea ofrecen internet en las calles desde 2012.
Pero el plan de Obama es de otra dimensión. Según informó The Wa-shington Post, el proyecto está siendo impulsado por Julius Genachowski, el titular de la FCC que fue designado por el jefe de la Casa Blanca y que, paradójicamente, es criticado por diversas organizaciones por ser muy solícito con grandes compañías.
No bien trascendió, el Wi-Fi para todos realineó alianzas y desató acciones de lobby de las que sólo se conoce el comienzo. El Post informó que está en juego un negocio anual de telecomunicaciones de u$s 178.000 millones.
De un lado se colocaron rivales históricos a los que el plan encontró en la misma vereda. Google y Microsoft estarían de cara a un crecimiento exponencial de su mercado si la web alcanza mayor masividad e intensidad de uso. No cuesta imaginar en el horizonte la aparición de nuevas vetas de software y dispositivos tecnológicos. En el plano político, los gobiernos locales se entusiasman ante la posibilidad de reducir la creciente cuenta de internet en edificios públicos y escuelas.
En la vereda de enfrente, se encendieron gigantes de la telefonía e internet, como AT&T, T-Mobile, Verizon, Intel y Qualcomm, y proveedores de equipos de telecomunicaciones, como Cisco.
Se reeditan argumentos clásicos. Los que resisten la iniciativa esgrimen que la disminución de la rentabilidad retraería la inversión, por lo cual la tecnología inalámbrica perdería el caudal ascendente que exhibe hace décadas.Del otro lado, organizaciones que fomentan el acceso libre a las nuevas tecnologías sacan cuentas de cuánto han ganado grandes firmas del sector, y creen que aún les sobra paño.
El proyecto se encuentra en fase preliminar y supone un desafío económico para las arcas estadounidenses. En principio, se debería recomprar parte del espectro a los privados que hoy lo explotan, amén del desafío tecnológico que supone concretar la aventura. Genachowski escribió que la liberación del espectro no concedido es una oportunidad que vencería las barreras para desarrollar las tecnologías del futuro y beneficiar a los consumidores, citó The Washington Post.
Organizaciones como Free Press, que combaten monopolios mediáticos y de telecomunicaciones, tacharon de poco realista el borrador y abogaron, en cambio, por preservar parte del espectro en manos de privadas y abrir segmentos a la experimentación y el uso de muchos jugadores, sin licencia.
@sebalacunza