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En la crisis capitalista, cruje la prensa europea de izquierda

• Cerraron los diarios Público y Liberazione, y otros títulos están en problemas

Escribe Sebastián Lacunza
Para Público resultó letal la crisis publicitaria, pero no fue la única razón de su cierre. Il Manifesto apela a figuras famosas, como Dustin Hoffman, para evitar el naufragio.


La tormenta que vive Europa conmueve sus bases económicas y hace crecer el espacio «indignado» con el sistema capitalista, pero a su vez, dispara una combinación de factores que pone contra las cuerdas a los títulos de la prensa de izquierda, de los más emblemáticos a los más nuevos.

Fundado en 2007, el viernes salió de circulación el diario español Público. Con el año nuevo, dejó de publicarse Liberazione, periódico del partido Rifondazione Comunista italiano. A su vez, un liquidador estatal ya supervisa las cuentas del histórico Il Manifesto, de Roma, que se encuentra en plena campaña de salvataje, al parecer prometedora. Los que fueran órganos de prensa de los respectivos partidos comunistas, como LHumanité, de Francia, y LUnitá, de Italia, vienen tambaleando hace años. Otros diarios más novedosos debieron vender su alma al diablo. The Independent, de Londres, pasó a ser manejado por el oligarca ruso Alexander Lebedev (2010), mientras que Libération, de París, coronó el colmo de los colmos. Creado en 1973 por Jean-Paul Sartre, linaje 100% marxista, fue adquirido en 2005 por Édouard Rothschild, linaje 100% capitalista.

En medio de vientos huracanados, la economía alemana goza de algunas tardes de sol. Ello se replica en el mercado de los diarios de izquierda. «Estamos bien», responde a Ámbito Financiero desde Berlín Bernd Pickert, editor de Internacionales y representante en el directorio de la cooperativa del diario Tageszeitung (TAZ).

Los periódicos mencionados obedecen a diversos modelos de gestión. Varios de ellos cuentan con subsidios estatales, que en Europa son (o eran) cuantiosos. Otros forman cooperativas puras o dependen de un grupo político, o conviven malamente con algún multimillonario. El factor común es que se construyeron con un sistema de valores y una estética opuestos al de la prensa conservadora, pero compiten con títulos asentados de la corriente socialdemócrata (The Guardian, Le Monde, La Repubblica, El País, Südeutsche Zeitung).

«Nos preocupa que bajó un poco la venta», menciona Pickert, y exhibe números que provocarían envidia en sus pares del continente. De un promedio de 60.000 ejemplares diarios, en los últimos dos años descendió a 55.000. No obstante, la circulación no es su fuente de financiamiento. «Como somos un diario de izquierda, tenemos muy pocos avisos, y subsidios, ninguno». ¿Publicidad oficial? «Tuvimos en alguna época una pauta del Ministerio de Medio Ambiente, pero nada significativo». TAZ (1978) es una cooperativa con 11.000 socios, que aportan una cuota mínima de 500 euros. «Y siguen incorporándose, a lo que se suman algunos aportes voluntarios». Como Il Manifesto (1971), para TAZ (80 periodistas fijos, tres corresponsales propios y unos 20 colaboradores en el exterior) la pelea por su subsistencia fue una constante en su vida. Ambos diarios comparten estilos de conducción y desenfado editorial. Cuando fue electo papa Joseph Ratzinger, el quotidiano romano tituló «El pastor alemán», mientras que el berlinés encabezó con «¡Oh, Dios mío!». En cambio, los separan presentes económicos opuestos.

La situación de Il Manifesto es la de toda la prensa italiana partidaria y cooperativa.Silvio Berlusconi redujo los subsidios a la mitad, y con el ajuste, la ayuda estatal dejó de llegar. No todo se debe a la austeridad. Ocurre que, en una típica avivada italiana, muchos políticos crearon medios virtuales para atrapar subsidios, y el fraude se descubrió.

Por esas cuestiones de vecindario, los roces entre los diarios de orientación socialdemócrata y los más rebeldes de izquierda suelen provocar chispazos.

Algo de ello se vio cuando surgió Público en España, de la mano del empresario catalán Jaime Roures, quien además de involucrarse en una pelea desangrante con Prisa (El País) por el negocio del fútbol, produjo, por ejemplo, «Medianoche en París», de Woody Allen, que anoche peleaba por el Oscar. La prensa conservadora española y también El País, habitualmente afín al PSOE, denunciaron no bien surgió Público, en 2007, que se trataba de un diario creado ad hoc para el proyecto político de José Luis Rodríguez Zapatero.

Público estuvo lejos de ser un fracaso de difusión. Creció desde su origen hasta estabilizarse en los 82.000 ejemplares, en un mercado más bien uniforme en lo ideológico. Sí, en cambio, padeció como ninguno la retracción publicitaria. El blog de izquierda Diseccionando a El País anotó otra razón para la desaceleración del ascenso de un medio al que valoraba: «Es muy posible que su crecimiento se resintiese por una línea editorial demasiado complaciente con el gobierno Zapatero respecto a muchas de las medidas impopulares adoptadas en momentos delicadísimos... así como otros muchos titulares tibios redactados en momentos críticos de recortes o movilizaciones ciudadanas».

La enésima y más dramática campaña de salvación de Il Manifesto funciona mejor que lo esperado, pero está lejos de una solución definitiva. El periodista alemán Pickert explora los desafiantes caminos a seguir. «Estamos implementando una campaña de micropagos por internet. No nos da muchos ingresos, pero seguimos invirtiendo en la web y buscando nuevos caminos». Habrá más informaciones para este boletín.

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