Hemos sabido que la puesta de la prensa en debate arroja luz sobre zonas inexploradas pero, a la vez, dispara posturas esquizofrénicas. El de las leyes de medios es un tema que apasiona y que requiere medir palabra por palabra si se aspira a una postura activa y distante cuando unos y otros afirman estar defendiendo la "libertad de prensa".
Le toca esta semana a Hungría estar en el ojo de la tormenta, en coincidencia con su primera presidencia rotativa de la Unión Europea. A 20 años de la caída del muro, Hungría se "civiliza", se "bruseliza", pero su presentación estelar es con una ley de Medios que entró en vigor con el nuevo año y que enciende severísimas e inusuales acusaciones de las grandes capitales del continente. En defensa propia, medios húngaros como Magyar Narancs, Nepszabadsag y Népszava dieron por finalizada la libertad de prensa, con alegóricas tapas en blanco, por ejemplo.
La norma húngara fue aprobada en el Parlamento por 256 votos contra 87. El partido oficialista de centroderecha Fidesz cuenta allí con mayoría calificada, y aduce que los críticos europeos no leyeron el texto de la ley.
Más allá de que podríamos percibir un tono muy diferente de los gobiernos británico, francés o alemán a la hora de evaluar, por ejemplo, el expediente Berlusconi y su obsceno cuasi monopolio del negocio televisivo de Italia -además de amenazas a la prensa en general-, vale la pena repasar el contenido de la ley de Hungría, país que, al parecer, deja de ser una democracia.
- Se trata de una ley de medios en general y no sólo dirigida al mercado audiovisual. Es decir, abarca también al contenido de diarios impresos, revistas y páginas web.
- El nuevo organismo regulador, la Autoridad Nacional de Medios y Comunicación NMHH, está integrado por cinco miembros y todos ellos son oficialistas.
- Con mandato de 9 años, la presidenta de la Autoridad, Annamaria Szalai, fue nombrada personalmente por el primer ministro Viktor Orban.
- Entre lo sancionable, con multas de hasta 730.000 euros, figura el "no dar una visión política equilibrada". También estipula penas para los medios que "atenten contra el interés público, el orden público y la moral".
- Montos muy inferiores a esas multas podrían quebrar a semanarios más pequeños.
- Las penalizaciones, que podrán ser directas contra directores de medios, deberán ser pagadas en el acto más allá de la recurrencia a la Justicia.
- Los periodistas quedan obligados a revelar la fuente en cuestiones de seguridad nacional.
- Se fusionan la agencia estatal de noticias, la radio y la TV estatal, que también tendrán un control gubernamental absoluto. Ello podría ocsionar cientos de pérdidas de empleos.
Es decir, la ley húngara atraviesa todos los pecados que se pueden recorrer a la hora de sancionar una norma sobre medios. Como el texto de la la ley 22.285 sancionada por Jorge Rafael Videla y ya derogada, transita palabras vidriosas como "atentado al orden público y la moral" y el "equilibrio" de la información. La autoridad de aplicación queda integrada sólo por designados por el gobierno, amenaza por sobre todo a los medios más chicos y establece multas relámpago, impagables. Aquí está, esta es la ley de medios de la no democracia.
Le toca esta semana a Hungría estar en el ojo de la tormenta, en coincidencia con su primera presidencia rotativa de la Unión Europea. A 20 años de la caída del muro, Hungría se "civiliza", se "bruseliza", pero su presentación estelar es con una ley de Medios que entró en vigor con el nuevo año y que enciende severísimas e inusuales acusaciones de las grandes capitales del continente. En defensa propia, medios húngaros como Magyar Narancs, Nepszabadsag y Népszava dieron por finalizada la libertad de prensa, con alegóricas tapas en blanco, por ejemplo.
La norma húngara fue aprobada en el Parlamento por 256 votos contra 87. El partido oficialista de centroderecha Fidesz cuenta allí con mayoría calificada, y aduce que los críticos europeos no leyeron el texto de la ley.
Más allá de que podríamos percibir un tono muy diferente de los gobiernos británico, francés o alemán a la hora de evaluar, por ejemplo, el expediente Berlusconi y su obsceno cuasi monopolio del negocio televisivo de Italia -además de amenazas a la prensa en general-, vale la pena repasar el contenido de la ley de Hungría, país que, al parecer, deja de ser una democracia.
- Se trata de una ley de medios en general y no sólo dirigida al mercado audiovisual. Es decir, abarca también al contenido de diarios impresos, revistas y páginas web.
- El nuevo organismo regulador, la Autoridad Nacional de Medios y Comunicación NMHH, está integrado por cinco miembros y todos ellos son oficialistas.
- Con mandato de 9 años, la presidenta de la Autoridad, Annamaria Szalai, fue nombrada personalmente por el primer ministro Viktor Orban.
- Entre lo sancionable, con multas de hasta 730.000 euros, figura el "no dar una visión política equilibrada". También estipula penas para los medios que "atenten contra el interés público, el orden público y la moral".
- Montos muy inferiores a esas multas podrían quebrar a semanarios más pequeños.
- Las penalizaciones, que podrán ser directas contra directores de medios, deberán ser pagadas en el acto más allá de la recurrencia a la Justicia.
- Los periodistas quedan obligados a revelar la fuente en cuestiones de seguridad nacional.
- Se fusionan la agencia estatal de noticias, la radio y la TV estatal, que también tendrán un control gubernamental absoluto. Ello podría ocsionar cientos de pérdidas de empleos.
Es decir, la ley húngara atraviesa todos los pecados que se pueden recorrer a la hora de sancionar una norma sobre medios. Como el texto de la la ley 22.285 sancionada por Jorge Rafael Videla y ya derogada, transita palabras vidriosas como "atentado al orden público y la moral" y el "equilibrio" de la información. La autoridad de aplicación queda integrada sólo por designados por el gobierno, amenaza por sobre todo a los medios más chicos y establece multas relámpago, impagables. Aquí está, esta es la ley de medios de la no democracia.
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