América Latina tiene a Globo. Su noticiero, Jornal Nacional, es probablemente el más visto en su tipo de toda la historia fronteras adentro de un mismo país. Vale la pena ver una emisión. En el texto de Le Monde Diplomatique adjunto, a nuestro entender un poco sesgado e incompleto, se incluyen datos muy interesantes sobre esta megarred. Dice el autor que Globo impuso la norma japonesa en la TV digital, y cuenta cómo la cadena de Marinho logró consagrar hasta en la Constitución las claves de su perpetuidad. El Lulismo viene haciendo ruido hace un tiempo sobre una ley de medios, como se mencionó en diciembre pasado. ¿Avanzará? Mmmmmmm.
Unos tipos con micrófono que insultan más que un hincha desbordado son presentados en las webs y en la tele como apasionados que causan gracia. Antes que ocurrentes espontáneos son, en realidad, violentos equiparables con barrabravas. Es una paradoja que ello ocurra en el Río de la Plata, donde nacieron los mejores relatores de fútbol del mundo. Entre ellos, el mejor, Víctor Hugo. El jugador sublime tuvo al relator sublime. Por su universo de palabras y sus tonos de voz, por sus creaciones artísticas; por su capacidad para leer la jugada y por la precisión de la narración. Casi no aparecen ahora los diálogos que VH presumía entre jugadores o con el árbitro, o el "que sea, que sea, que sea". Pervive el "ta ta ta" y el "no quieran saber". Contemporáneos de Víctor Hugo, hubo y hay relatores brillantes (soy injusto y nombro seis: Juan Carlos Morales, José María Mansilla, José Gabriel Carbajal, el primer Walter Saavedra y el mejor relator argentino que esc...
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