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El factible y difícil camino de Malcorra hacia la ONU

Aunque no decisivo, el apoyo regional tendrá un peso clave en la mesa de negociaciones


By 
Sebastián Lacunza
Buenos Aires Herald
@sebalacunza
Editor-in-Chief

La candidatura de Susana Malcorra para ser la novena secretaria general de Naciones Unidas exhibe fortalezas: mujer, sólida experiencia en negociaciones internacionales y ganado respeto entre la burocracia de Naciones Unidas. En otro punto a favor, la candidata argentina representa además a un país de una región que hace más de dos décadas no dirige la organización con sede en Manhattan. 
Sin embargo, la canciller deberá sortear escollos que, en algunos casos, resultan comunes para los – hasta ahora - nueve postulantes para ocupar el puesto y, en otros, van en desmedro particular de su candidatura.
El paso decisivo común será superar el veto de cualquiera de los cinco integrantes del Consejo de Seguridad (EE.UU., Reino Unido, Rusia, Francia y China), que según el reglamento de la Asamblea General, es el cuerpo encargado de poner candidatos a consideración del resto de los países.
Esa instancia se dirime – según coinciden muchos en el ámbito diplomático – en dos capitales: Washington y Moscú. “Francia y el Reino Unido suelen atender la decisión de Estados Unidos, mientras que China ha demostrado una postura pragmática, de lo contrario (el surcoreano) Ban Ki Moon no sería secretario general”, indica al Herald Roberto García Moritán, vicecanciller entre 2005 y 2008, quien se tornó un fuerte adversario de los Kirchner y hoy asesora al gobierno de Cambiemos en cuestiones puntuales.
A la tarea de convencer a uno o a otro, la argentina le suma la desconfianza de Londres por la cuestión Malvinas. De tratar de disipar esas dudas se ocupó la ministra argentina en una reunión con su par Philip Hammond en Londres hace diez días.
Hubo señales de Malcorra de que la disputa por la soberanía de las islas puede perder centralidad en la relación entre Londres y Buenos Aires. La insinuación implica sus riesgos. Por un lado, no es posible medir hasta qué punto el gobierno de David Cameron tolerará de buen grado que dos argentinos ocupen sendas tribunas principales en el mundo: el Vaticano y el Midtown East de Manhattan. Por el otro, el excanciller Dante Caputo (UCR, 1983-1989) escribió pocos días atrás en el diario La Nación que sería un mal paso cualquier pacto por Malvinas en el marco de la negociación para conseguir votos para Malcorra.
Otra dificultad de la candidata argentina es el acuerdo tácito de la comunidad internacional, que indica que le toca el turno a Europa del Este, luego de los mandatos del austríaco Kurt Waldheim (1972-1982), el peruano Javier Pérez de Cuellar (1982-1992), el egipcio Boutros-Gali (1992-1996), el ghanés Kofi Annan (1996-2007) y el surcoreano Ban (2007-2016). La práctica supone rotación entre las periferias del mundo, por lo que América Latina debería esperar un turno. No obstante, la suposición de que la media docena de postulantes europeos del Este encuentra objeciones o de Rusia o de EE.UU. abrió el juego a otras latitudes. “Como África y Asia acaban de completar sus mandatos, se entiende que sería el turno de América Latina”, reflexionó García Moritán.
El apoyo de la región a la postulación de la ministra argentina no resulta decisivo (ningún país latinoamericano tiene poder de veto y un voto en contra en la Asamblea General sería uno entre más de 190) pero tiene indudable peso político. Llegar a la mesa de negociaciones con un aval unánime o muy mayoritario de América Latina otorgaría a la postulación de Malcorra una fortaleza significativa. 
En esa línea, la pertenencia de Malcorra al Ejecutivo de Macri es una moneda con dos caras. Por un lado, la administración de Cambiemos recibió una cálida bienvenida por parte de Barack Obama y de algunos gobiernos europeos (Italia, España y Reino Unido, entre otros) y sudamericanos (Uruguay, Colombia). 
Impedido por pecados del pasado, Washington viene reclamando “esfuerzos regionales” para intervenir en la Venezuela de Nicolás Maduro. Macri tomó prematuramente el reclamo y se lanzó a una ofensiva contra Caracas incluso antes de asumir en la Casa Rosada.
No es que a Maduro le sobren aliados, pero la sobreactuación de Macri pudo haber generado una visita de Obama pero le costó ser desautorizado por sus vecinos: ningún país de la región se plegó a su pedido de excluir a Venezuela de los bloques Mercosur y Unasur. A ello le siguieron otros pasos aunque no obstante – hay que reconocer – evitaron incurrir en procacidades diplomáticas del estilo “relaciones carnales”.
Malcorra viene haciendo malabares para tratar de acomodar el tono a un marco acorde a la pluralidad que exhibe hoy América Latina, pero el perfil adoptado por el gobierno que integra no la ayuda a generar consenso. El rasgo desmesurado volvió a aparecer en el aval instantáneo al gobierno provisional de Brasil de Michel Temer. Acaso medio día de espera silenciosa habría sido suficiente para no quedar tan asociado al conservador Ejecutivo brasileño que, si algo no tiene, es prestigio.
Fuentes de Itamaraty indicaron al Herald que, aunque no hay una postura definida, el voto brasileño sería para Malcorra. “Es importante para la región”. Imposible saber qué habría ocurrido si Dilma Rousseff estuviera todavía en el Planalto.
Por su parte, Pablo Gentili, secretario ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, advierte que no hay que sobreestimar el afecto del Ejecutivo brasileño por el gobierno argentino: “Más allá de cualquier cuestión ideológica o consigna, Macri aspira a ser la nueva figura de la política latinoamericana y muchos en Brasil también lo quieren ser. No será Temer, está claro, porque representa una idea muy atrasada de la política. Pero lo cierto es que Argentina puede jugar al liderazgo mientras Brasil se revuelque en una crisis política; cuando se estabilice, no será posible competir por ese papel”.
“No la vamos a apoyar salvo una decisión conjunta de Unasur”, dijo al Herald un funcionario ecuatoriano de diálogo fluido con el presidente Rafael Correa. Dicha decisión unánime del bloque no ocurrirá, por lo que no sólo Ecuador se verá liberado de tal compromiso.
Aunque su gestión como jefa de gabinete de Ban sirvió para cimentar la candidatura de Malcorra, dicha actuación se abre también al escrutinio público. En ese sentido, la denuncia de que la ahora canciller argentina trató de clausurar una investigación por abusos de los cascos azules en República Centroafricana, aunque lejos de estar probada, al menos recorrió publicaciones internacionales prestigiosas, algo que sus rivales podrían – diplomáticamente - aprovechar.
Las encuestas suelen coincidir en que Malcorra es una de las ministras con mejor valoración en el marco de un gabinete en el que no abundan ministros con experiencia política. La canciller tiene “calle” (millas acumuladas, en realidad) a la hora de negociar con interlocutores ásperos. Su pasado como CEO fue largamente superado por su experiencia en el corazón de la ONU
Para Macri, la postulación de su ministra es una estrategia de ganar o ganar. Si la jugada sale bien, la Casa Rosada se habrá anotado un triunfo político por haber mirado más allá de sus fronteras. En el caso de que Malcorra no sea electa pero su nombre resulte competitivo – lo es -, su figura habrá ganado prestigio. Una fortaleza que también servirá a la ministra para ganar los espacios de poder que está peleando dentro del gabinete.

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