Si vas a Intratables comprobás que quienes te quieren, o te respetan, o están dispuestos a escuchar, entienden qué quisiste decir y salvan la pericia del expositor (yo). Pero, es cierto, esos mismos son los que debaten con vos en Facebook, o los leés, o te leen, o comparten una cerveza, o un llamado telefónico, o la vida. Luego se pone en juego la masividad de la tele, a favor y en contra. Y en un rincón no menor, la letrina tuitera, de la que paso. Fui a Intratables porque banco la integridad de los periodistas y trabajadores que hacemos el Herald. Más todavía, muchos estamos orgullosos de nuestro laburo. Muchas gracias a todos por los comentarios.
Unos tipos con micrófono que insultan más que un hincha desbordado son presentados en las webs y en la tele como apasionados que causan gracia. Antes que ocurrentes espontáneos son, en realidad, violentos equiparables con barrabravas. Es una paradoja que ello ocurra en el Río de la Plata, donde nacieron los mejores relatores de fútbol del mundo. Entre ellos, el mejor, Víctor Hugo. El jugador sublime tuvo al relator sublime. Por su universo de palabras y sus tonos de voz, por sus creaciones artísticas; por su capacidad para leer la jugada y por la precisión de la narración. Casi no aparecen ahora los diálogos que VH presumía entre jugadores o con el árbitro, o el "que sea, que sea, que sea". Pervive el "ta ta ta" y el "no quieran saber". Contemporáneos de Víctor Hugo, hubo y hay relatores brillantes (soy injusto y nombro seis: Juan Carlos Morales, José María Mansilla, José Gabriel Carbajal, el primer Walter Saavedra y el mejor relator argentino que esc...