Sebastián Lacunza
En la madrugada del 6 de diciembre de 1977 fueron secuestrados más de cien niños. Se trató de operativos conjuntos en Buenos Aires, La Plata, Mar del Plata, Córdoba, Mendoza y las provincias de Entre Ríos y Misiones. Horas después, Marta Vásquez, cuya hija embarazada estaba desaparecida, vería cómo un camión del Ejército cargaba los muebles robados de un departamento en Callao y Juncal, el mismo del que una patota del Batallón 601 se había llevado a adultos y niños.
Ese mismo día por la mañana, un grupo de mujeres había pautado una reunión para elaborar listas de familiares desaparecidos. Entre otras, concurrirían Vásquez, Eva Márquez de Castillo Barrios,María Casinelli de Irureta Goyena (consuegra de Juan Gelman), Nora Cortiñas y Alicia Zubasnabar de la Cuadra. Esta última, Licha, tenía a esa altura dos hijos exiliados en Italia,Luis Eduardo (amenazado por la Triple A) y Soledad; un hijo desaparecido desde agosto de 1976, Roberto José, obrero de YPF y compañero de militancia de Raúl Bonafini; otra hija, Elena(embarazada, estudiante de magisterio), y un yerno, Héctor Baratti, desaparecidos desde febrero de 1977; y otros dos jóvenes parientes políticos secuestrados en Mar del Plata. Ana Libertad, hija de Elena y Héctor, había nacido el 16 de junio en cautiverio.
Aquella reunión de diciembre de 1977 congregó a parte del núcleo que meses más tarde formaría Abuelas de Plaza de Mayo. Licha, ama de casa, correntina de nacimiento, venía actuando como nexo de unas cuantas mujeres de La Plata que buscaban a hijos y nietos. Así fue como, por esos días, golpeó a su puerta María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, y en 1978 lo haría Estela Barnes de Carlotto. "Abuelas se fundó en un sillón de tu casa", sería una gracia que escucharía Licha decenas de veces dentro de los organismos de derechos humanos. Casi como consecuencia lógica, Licha de la Cuadra fue la primera presidenta de Abuelas Argentinas con Nietitos Desaparecidos, nombre original de la organización que el martes pasado recuperó a Guido Montoya Carlotto.
"Mi madre nunca los va a perdonar y los va a perseguir", les dijo Laura Carlotto a sus torturadores en el campo de concentración de La Cacha, en La Plata. Héctor Baratti (arrojado al mar en diciembre de 1978, su cadáver fue identificado por el Equipo Argentino de Antropología Forense en 2007), yerno de Licha, tendría otro intercambio, de esos que marcan la conciencia de un país, con el sacerdote torturador Christian von Wernich, según reconstruyeron testigos alojados en la Comisaría 5ª de la capital provincial: "Ustedes nos acusan de subversivos, pero de qué pueden acusar a niños que tienen tres o cuatro días". "Los hijos pagarán el pecado de los padres", respondió Von Wernich, quien hoy pena prisión perpetua y da misa en el penal de Marcos Paz.
El camino de la búsqueda de los De la Cuadra llevó a los hermanos exiliados en Italia a pedir auxilio al español Pedro Arrupe, jefe de la orden jesuita. Arrupe le encargó a Jorge Bergoglio que colaborara en la búsqueda. Finalmente, un obispo auxiliar de La Plata, Mario Picchi, realizó averiguaciones entre los servicios de inteligencia. "La nena está con una buena familia", fue el mensaje de Picchi, quien luego se revelaría como un colaboracionista de los represores.
Licha de la Cuadra dejó de ser presidenta de Abuelas en 1982, cuando cedió el puesto a Chicha Mariani. Ese mismo año, su hija Estela regresó del exilio para luego trabajar en la detección de enfermedades transmisibles a través de la sangre en un hospital de La Plata. La familia siguió dos pistas que podrían haber dado con Ana Libertad, pero una de ellas resultó fallida y la segunda correspondió a otra familia de desaparecidos.
Hoy jubilada, le pregunto a Estela cómo era la relación de su madre con Estela de Carlotto y Chicha Mariani. "Se armó un espíritu colectivo, estaban muy embebidas una de otra. Mamá también mantuvo relación con Hebe (Bonafini), pese a las posiciones públicas que asumió".
"Busco a dos hijos, dos yernos y una nieta". Esa frase, difícil de escuchar, no es imposible de decir. Al menos, sale de los labios de Licha de la Cuadra en un documental. Quienes la conocieron la recuerdan con dulzura. Alicia Zubasnabar de la Cuadra era una persona que sonreía.
Estela sigue muy ocupada prestando testimonio, siguiendo los juicios, buscando a su sobrina. Entre sus últimas prioridades menciona la recuperación de un departamento en el Abasto que la dictadura le robó. Sus otros dos hermanos regresaron de Italia. Luis Eduardo, docente de teatro, en 2000, y Soledad, en 2008.
La aparición de Guido Montoya Carlotto le abre a Estela nuevas esperanzas. Lo dice su voz calma desde La Plata: "Nunca me olvido del martirio de los papás de este joven. Feliz por Estela, por las Abuelas y, por supuesto, por Guido. Me parece hermoso y va a influir muchísimo para que se acerquen muchos chicos con dudas sobre su identidad".
De las tres presidentas que tuvo Abuelas, Licha falleció en 2008 sin recuperar a Ana Libertad; Estela se reencontró con Guido el miércoles; y Chicha Mariani sigue buscando a Clara Anahí, arrancada de su propia casa en La Plata.
@sebalacunza