Marco Rubio dialoga con interlocutores.
Escribe
Sebastián Lacunza
Paul Singer, el dueño del principal fondo buitre que litiga contra la Argentina, es un reconocido magnate que invierte millones de dólares por año en acciones de lobby y proyección de candidatos republicanos. Por ejemplo, sobre 45 senadores conservadores en actividad, los dólares de Singer alimentaron las campañas de, por lo menos, 18. Sin embargo, un análisis de la financiación de la política estadounidense demuestra que el dinero de otras firmas vinculadas a las reestructuraciones de deuda y los hedge funds también se va por la canaleta del Partido Demócrata.
Singer ocupa un lugar estelar. En lo que va del año, cuando faltan tres meses para las elecciones legislativas, el empresario lleva volcados hacia candidatos republicanos más de siete millones de dólares a través de su hedge fund Elliott Management. Tal cifra lo ubica como el principal financista de la oposición conservadora estadounidense y el octavo aportante a las campañas en general (en el listado global, los demócratas lideran con apoyos declarados como tales vía sindicatos y grupos civiles). Detrás del inversor buitre aparecen dólares a diestra y siniestra, en todas las líneas oficialistas y opositoras, que provienen del sector financiero, fabricantes de armas, medicina privada y medios de comunicación.
De acuerdo con el cómputo del Centre for Responsive Politics, Singer financió ya a 56 diputados o senadores desde 2004 (cinco de ellos demócratas) y a varias decenas de postulantes que no lograron llegar al Congreso, siempre a través de Elliott Management. A título personal, figuró como sexto aportante global en la campaña de 2012, con 745.000 dólares, todos para Mitt Romney, el desafiante derrotado por Barack Obama.
Los dólares del principal activista buitre se filtran más allá de las elecciones. La cuenta de lobby, que es diferente a la de financiación de las campañas, vuelve a ser millonaria y, desde hace años, encuentra a la Argentina como blanco primordial. En 2014, Singer lleva gastados 190.000 dólares a través de tres agencias de cabildeo, una actividad lícita y, en teoría, regulada por las leyes norteamericanas. De ahí que se pueda saber que, con 650.000 dólares, el año 2008 marcó un pico del gasto en lobbying de Elliott Management, y que en 2012 la cifra llegó a 475.000.
¿Con qué objetivo Singer mandó a sus hombres y mujeres más influyentes a recorrer los pasillos del Congreso y los departamentos de Estado y del Tesoro, entre otros? Básicamente, para cercar a la Argentina en todos los frentes. Desde asegurarse de que la tibia reforma de Wall Street promulgada por Barack Obama en 2010 no afectara a los tenedores de bonos en default hasta emitir múltiples declaraciones de "preocupación del Congreso en virtud de la repetida voluntad de la Argentina de no respetar la ley estadounidense" y la permanencia del país en el G-20 (proyectos presentados, por ejemplo, por los republicanos Donald Manzullo -Illinois- y Christopher Smith -New Jersey-). El despliegue también alcanzó el intento de bloquear todo préstamo del Banco Interamericano de Desarrollo o el Banco Mundial hasta impedir un acuerdo con el Club de París. Estos detalles quedaron acreditados en los registros establecidos por la ley de lobby de 1995.
De los datos también surge que el senador por Florida Marco Rubio, gran esperanza de la línea extremista republicana para 2016, cosechó del bolsillo de Singer 117.620 dólares en el período 2009-2014, y más de un millón de dólares del sector financiero en general. A su vez, el dueño de Elliott es el principal financista desde 2009 de los senadores conservadores Kelly Ayotte (New Hampshire) y Tim Scott (South Carolina), y ocupa el segundo lugar en la alcancía de Roy Blunt (Missouri), John Boozman (Arizona), Dan Coats (Indiana), Deb Fischer (Nevada), Roger Wicker (Mississippi), Pat Toomey (Pennsylvania) y Robert Portman. La firma buitre es tercera aportante de Susan Collins (Maine) y Dean Heller (Nevada); cuarta de Mark Kirck (Illinois); quinta de Lindsey Graham (South Carolina); novena de Bob Corker (Tennessee); décima de John Cornyn(Texas); decimotercera de Mitch McConnell (Kentucky); y decimosexta de Orrin Hatch (Utah). En suma, más de un tercio de la bancada republicana tiene a Singer como uno de sus principales auspiciantes.
Pero el vertido de los hedge funds hacia la dirigencia política norteamericana está lejos de agotarse en el principal litigante contra la Argentina. Además de las grandes marcas de Wall Street, con Goldman Sachs a la cabeza, asoman estudios jurídicos que, en su página institucional, se presentan como consultoras con un amplio campo de acción.
Es así como Lowenstein Sandler, un estudio "especializado en derechos de los acreedores" que participó de un tramo del litigio entre Elliott Management y la Argentina, regó la billetera de los senadores demócratas por New Jersey Robert Menéndez (fuerte crítico de los gobiernos latinoamericanos y en particular de la ley de medios argentina) y Cory Booker, así como del congresista Bill Pascrell, del mismo distrito y partido.
Hay más benefactores vinculados a los reclamos de los holdouts buitres que aportan a las cuentas bancarias demócratas. El estudio de Singer ante el juzgado de Griesa, Dechert LLP, lubricó oficinas públicas con varios centenares de miles de dólares hasta 2008 a través del lobbying, pero en los últimos años se dedicó más que nada a financiar campañas políticas de ambos partidos. Los senadores demócratasRobert Casey y Arlen Specter, ambos de Pennsylvania, lo tienen entre sus mayores apoyos dinerarios.
A su vez, King & Spalding, un gigantesco estudio jurídico en el que trabajó hasta 2011 el exprocurador generalPaul Clement, abogado contratado por la Argentina, también se destaca como uno de lo grandes jugadores de la financiación de campañas políticas.
@sebalacunza
Singer ocupa un lugar estelar. En lo que va del año, cuando faltan tres meses para las elecciones legislativas, el empresario lleva volcados hacia candidatos republicanos más de siete millones de dólares a través de su hedge fund Elliott Management. Tal cifra lo ubica como el principal financista de la oposición conservadora estadounidense y el octavo aportante a las campañas en general (en el listado global, los demócratas lideran con apoyos declarados como tales vía sindicatos y grupos civiles). Detrás del inversor buitre aparecen dólares a diestra y siniestra, en todas las líneas oficialistas y opositoras, que provienen del sector financiero, fabricantes de armas, medicina privada y medios de comunicación.
De acuerdo con el cómputo del Centre for Responsive Politics, Singer financió ya a 56 diputados o senadores desde 2004 (cinco de ellos demócratas) y a varias decenas de postulantes que no lograron llegar al Congreso, siempre a través de Elliott Management. A título personal, figuró como sexto aportante global en la campaña de 2012, con 745.000 dólares, todos para Mitt Romney, el desafiante derrotado por Barack Obama.
Los dólares del principal activista buitre se filtran más allá de las elecciones. La cuenta de lobby, que es diferente a la de financiación de las campañas, vuelve a ser millonaria y, desde hace años, encuentra a la Argentina como blanco primordial. En 2014, Singer lleva gastados 190.000 dólares a través de tres agencias de cabildeo, una actividad lícita y, en teoría, regulada por las leyes norteamericanas. De ahí que se pueda saber que, con 650.000 dólares, el año 2008 marcó un pico del gasto en lobbying de Elliott Management, y que en 2012 la cifra llegó a 475.000.
¿Con qué objetivo Singer mandó a sus hombres y mujeres más influyentes a recorrer los pasillos del Congreso y los departamentos de Estado y del Tesoro, entre otros? Básicamente, para cercar a la Argentina en todos los frentes. Desde asegurarse de que la tibia reforma de Wall Street promulgada por Barack Obama en 2010 no afectara a los tenedores de bonos en default hasta emitir múltiples declaraciones de "preocupación del Congreso en virtud de la repetida voluntad de la Argentina de no respetar la ley estadounidense" y la permanencia del país en el G-20 (proyectos presentados, por ejemplo, por los republicanos Donald Manzullo -Illinois- y Christopher Smith -New Jersey-). El despliegue también alcanzó el intento de bloquear todo préstamo del Banco Interamericano de Desarrollo o el Banco Mundial hasta impedir un acuerdo con el Club de París. Estos detalles quedaron acreditados en los registros establecidos por la ley de lobby de 1995.
De los datos también surge que el senador por Florida Marco Rubio, gran esperanza de la línea extremista republicana para 2016, cosechó del bolsillo de Singer 117.620 dólares en el período 2009-2014, y más de un millón de dólares del sector financiero en general. A su vez, el dueño de Elliott es el principal financista desde 2009 de los senadores conservadores Kelly Ayotte (New Hampshire) y Tim Scott (South Carolina), y ocupa el segundo lugar en la alcancía de Roy Blunt (Missouri), John Boozman (Arizona), Dan Coats (Indiana), Deb Fischer (Nevada), Roger Wicker (Mississippi), Pat Toomey (Pennsylvania) y Robert Portman. La firma buitre es tercera aportante de Susan Collins (Maine) y Dean Heller (Nevada); cuarta de Mark Kirck (Illinois); quinta de Lindsey Graham (South Carolina); novena de Bob Corker (Tennessee); décima de John Cornyn(Texas); decimotercera de Mitch McConnell (Kentucky); y decimosexta de Orrin Hatch (Utah). En suma, más de un tercio de la bancada republicana tiene a Singer como uno de sus principales auspiciantes.
Pero el vertido de los hedge funds hacia la dirigencia política norteamericana está lejos de agotarse en el principal litigante contra la Argentina. Además de las grandes marcas de Wall Street, con Goldman Sachs a la cabeza, asoman estudios jurídicos que, en su página institucional, se presentan como consultoras con un amplio campo de acción.
Es así como Lowenstein Sandler, un estudio "especializado en derechos de los acreedores" que participó de un tramo del litigio entre Elliott Management y la Argentina, regó la billetera de los senadores demócratas por New Jersey Robert Menéndez (fuerte crítico de los gobiernos latinoamericanos y en particular de la ley de medios argentina) y Cory Booker, así como del congresista Bill Pascrell, del mismo distrito y partido.
Hay más benefactores vinculados a los reclamos de los holdouts buitres que aportan a las cuentas bancarias demócratas. El estudio de Singer ante el juzgado de Griesa, Dechert LLP, lubricó oficinas públicas con varios centenares de miles de dólares hasta 2008 a través del lobbying, pero en los últimos años se dedicó más que nada a financiar campañas políticas de ambos partidos. Los senadores demócratasRobert Casey y Arlen Specter, ambos de Pennsylvania, lo tienen entre sus mayores apoyos dinerarios.
A su vez, King & Spalding, un gigantesco estudio jurídico en el que trabajó hasta 2011 el exprocurador generalPaul Clement, abogado contratado por la Argentina, también se destaca como uno de lo grandes jugadores de la financiación de campañas políticas.
@sebalacunza