De acuerdo con la ley chilena, el lucro no está permitido para las universidades, aunque sí para los denominados institutos profesionales y de formación técnica que explican cerca de un tercio del alumnado terciario en el país.
Sin embargo, el texto legal no impide en los hechos la obtención de ganancias por parte de las empresas universitarias, que vienen dadas por el pago de honorarios, la tercerización de servicios, el alquiler de inmuebles y la venta de carteras de alumnos. A su vez, la llegada de políticos o exfuncionarios chilenos a las universidades se acomoda a diferentes figuras, como la propiedad más o menos directa, cargos en el directorio, autoridades académicas o puestos docentes.
Un caso reciente y sonoro que explica el negocio involucra al excandidato presidencial, ministro de Educación hasta julio pasado y actual titular de la cartera de Planificación, Joaquín Lavín. Más que incómoda resultó su gestión, ya que se trata de uno de los dueños y fundadores de la Universidad del Desarrollo (UDD), junto, entre otros, con Cristian Larroulet, actual secretario general de la Presidencia y exjefe de Gabinete del Ministerio de Hacienda durante la dictadura, y Ernesto Silva, quien se desempeñó como rector y se suicidó en agosto pasado.
Lavín había dicho que se despojaba de sus cargos en la UDD. De lo que no se desprendió, según reveló la prensa, fue de su participación, apenas disimulada, en la inmobiliaria Antauco, empresa dueña de los terrenos por los que la UDD abona un costoso alquiler. A los vericuetos para obtener renta, la investigadora de la Universidad de Chile María Olivia Monckeberg suma un dato que asombra. Algunas de las universidades que cobran cuotas que pueden superar los u$s 10.000 anuales y que pelean por el segmento de mayor poder adquisitivo (como Del Desarrollo, Los Andes, la prestigiosa Católica y la Andrés Bello) reciben el denominado Aporte Fiscal Indirecto, un premio estatal a las que captan la mayor cantidad de mejores promedios. «Un círculo vicioso, porque quienes reciben los mejores puntajes en la Prueba de Selección Universitaria corresponden muchas veces a colegios privados caros», dice la especialista.
Tal esquema es el que atrajo, por ejemplo, a fondos extranjeros como el Laureate -dueño de la mayor cartera de alumnos de Chile, con las universidades Andrés Bello, De las Américas y Viña del Mar- o Southern Cross, en el que participa el argentinoNorberto Morita y que, producto de la crisis de este año, desistió de comprar la Universidad del Mar, de Valparaíso, destinada a sectores de recursos medios-bajos.
S.L.
Sin embargo, el texto legal no impide en los hechos la obtención de ganancias por parte de las empresas universitarias, que vienen dadas por el pago de honorarios, la tercerización de servicios, el alquiler de inmuebles y la venta de carteras de alumnos. A su vez, la llegada de políticos o exfuncionarios chilenos a las universidades se acomoda a diferentes figuras, como la propiedad más o menos directa, cargos en el directorio, autoridades académicas o puestos docentes.
Un caso reciente y sonoro que explica el negocio involucra al excandidato presidencial, ministro de Educación hasta julio pasado y actual titular de la cartera de Planificación, Joaquín Lavín. Más que incómoda resultó su gestión, ya que se trata de uno de los dueños y fundadores de la Universidad del Desarrollo (UDD), junto, entre otros, con Cristian Larroulet, actual secretario general de la Presidencia y exjefe de Gabinete del Ministerio de Hacienda durante la dictadura, y Ernesto Silva, quien se desempeñó como rector y se suicidó en agosto pasado.
Lavín había dicho que se despojaba de sus cargos en la UDD. De lo que no se desprendió, según reveló la prensa, fue de su participación, apenas disimulada, en la inmobiliaria Antauco, empresa dueña de los terrenos por los que la UDD abona un costoso alquiler. A los vericuetos para obtener renta, la investigadora de la Universidad de Chile María Olivia Monckeberg suma un dato que asombra. Algunas de las universidades que cobran cuotas que pueden superar los u$s 10.000 anuales y que pelean por el segmento de mayor poder adquisitivo (como Del Desarrollo, Los Andes, la prestigiosa Católica y la Andrés Bello) reciben el denominado Aporte Fiscal Indirecto, un premio estatal a las que captan la mayor cantidad de mejores promedios. «Un círculo vicioso, porque quienes reciben los mejores puntajes en la Prueba de Selección Universitaria corresponden muchas veces a colegios privados caros», dice la especialista.
Tal esquema es el que atrajo, por ejemplo, a fondos extranjeros como el Laureate -dueño de la mayor cartera de alumnos de Chile, con las universidades Andrés Bello, De las Américas y Viña del Mar- o Southern Cross, en el que participa el argentinoNorberto Morita y que, producto de la crisis de este año, desistió de comprar la Universidad del Mar, de Valparaíso, destinada a sectores de recursos medios-bajos.
S.L.
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