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Hijo de cubanos, 39 años, candidato republicano, quiere que sólo ingresen inmigrantes que hablen inglés

Barack Obama protagonizó ayer un acto de campaña en Ohio, en un nuevo intento de frenar el esperado avance de los republicanos en la elección de mitad de mandato de mañana.

Miami - La mesa está servida en Florida. Este estado, cuarto en cuanto a población en el país, reñido campo de batalla elección tras elección, expone con crudeza la realidad de la crisis. La desocupación alcanza aquí el 11,9%, superior en 2,2 puntos a la media nacional, mientras un 20% de las familias floridianas fue víctima o está lidiando con el infierno tan temido: la orden de desalojo por hipotecas impagas.
Florida es, en consecuencia, un campo fértil para que un candidato del Tea Party gane las elecciones de mañana. Quien irrumpió en el escenario político de este distrito de 18 millones de habitantes en nombre del movimiento fóbico al Estado se llama Marco Rubio, un hijo de inmigrantes cubanos, de 39 años. Este candidato a senador por el Partido Republicano impulsa la premisa del «english only» para que sólo se reconozca el inglés como idioma oficial de Estados Unidos, y para que se exija a los inmigrantes que sepan hablar la lengua que a sus 64 años aún le cuesta dominar a George W. Bush. También propone negar beneficios sociales a los hijos de indocumentados y avala la ley racista de Arizona, trabada por la Justicia. Rubio puso el discurso, y Karl Rove, el estratega de Bush, le consiguió el dinero para que su campaña explotara. El postulante del Tea Party lleva la delantera en la carrera por la banca senatorial en juego. Lo sucede en las encuestas, a unos 10 puntos, Charles Crist, el actual gobernador de Florida, quien fue republicano hasta que, ante el aluvión ultraconservador y bajo la «acusación» de haber abrazado a Barack Obama en una visita del presidente, anunció su candidatura con sello propio, reforzando un discurso de marcado tono centrista. Tercero, sin chances, aparece el demócrata Kendrick Meek. Bill Clinton viajó la semana pasada para implorarle personalmente que baje su postulación a favor de Crist, sin éxito.
La secretaria de Trabajo del Gobierno de Obama, Hilda Solís, llegó hasta la municipalidad de Miami Beach para apoyar a la candidata a gobernadora de Florida, Alex Sink, una carta con chances de victoria frente al republicano Richard Scott, empresario de la salud que invirtió u$s 50 millones sólo en las primarias de su partido.
«Ojalá que no, pero si viene una ola de extrema derecha, va a ser muy duro. No han votado una sola de las iniciativas clave del presidente Obama y ya han manifestado que no quieren cooperar», dijo Solís a Ámbito Financiero. ¿Cómo está el ánimo de Obama? «Muy bien, lo vi la semana pasada en Los Angeles en un acto ante 40.000 personas. Él sigue de muy buen ánimo», respondió la funcionaria, mientras unos 50 estoicos demócratas agitaban sus pancartas en uno de los últimos gritos de campaña a las 3 de la tarde bajo el sol, a pocas cuadras de la playa. La pasión militante no impide que muchos oficialistas reconozcan que muy probablemente los republicanos dominarán la Cámara de Representantes, que mañana se vota en su totalidad, y podrían reducir al mínimo la brecha en el Senado, que se renueva en un tercio.
Rara vez aparece el nombre o la foto de Obama (vencedor en las presidenciales en Florida en 2008, con un 51% de los votos, frente al 48% de John Mc Cain) en el escaso material proselitista que se deja ver por las calles de Coral Gables, Miami Beach o el Down Town.
Unas horas más tarde, en un hotel de Coconut Grove, ya bajo la necesaria sombra, Rodolfo Milani, asesor de inversiones, un hombre que se identifica con el Tea Party, explica las razones del movimiento. «Es libertario, espontáneo, y sólo quiere regresar a los límites moderados del Estado» frente a un programa que le causa escozor. «Todo el mundo sabe que Obama es socialista, y él lo dice abiertamente. No sé cómo lo pueden negar», expresa este argentino que emigró a EE.UU. en 1955.
Milani se queja de que «la frontera con México es totalmente abierta», pese a que el liberalismo ortodoxo implica aceptar el flujo migratorio que el mercado demande. «Puede ser, pero no es lo que aceptaría el 75% de los estadounidenses, porque termina afectando todos los otros sistemas, como la educación, la justicia y la seguridad social», definió Milani, en el marco de un encuentro con la prensa extranjera organizado por el Departamento de Estado.
El 20,1% de la población de Florida es de origen latinoamericano, y el 14,8%, negro. Sin embargo, dado el número de personas sin documentos del primer sector, ambas minorías se equiparan en cuanto a porcentaje de votantes.
Milani identifica lo que describe como un ardid histórico del oficialismo: «El Partido Demócrata se siente dueño de muchas comunidades. Hay negros que son republicanos, pero si lo dicen, ellos de alguna manera los castigan y los acusan de no ser verdaderos negros».
En cualquier caso, ese sufragio abrumadoramente demócrata de los afroamericanos, en un patrón que se repite de norte a sur del país, se presenta algo desganado al menos en Florida. La tasa de desempleo de la comunidad negra supera el 20% en la península, un dato que marca las dificultades del obamismo para movilizar a sus bases.
El voto latino, los derechos de los indocumentados, el fantasma del «foreclosure» y las posibilidades laborales son el eje central de otra cita de la campaña demócrata en Kendall, en el distrito donde el cubano-norteamericano Joe García procura ser electo en la Cámara de Representantes.
Lo escucha Nora Sándigo, una nicaragüense que fundó hace años la organización American Fraternity, que se ocupa de velar por los derechos de los niños cuyos padres fueron deportados por no poseer documentos de residencia. A su cargo se encuentran 800 niños, 450 de ellos en Florida. Nora detesta a Marco Rubio, carta de Tea Party floridiano; «Es un resentido social, con una serie de problemas emocionales y disfuncionales de edad temprana. No entiendo cómo una persona que esté en sus cabales puede separarse de su sangre, de sus raíces. ¿Cómo nos va a venir a hablar de english only cuando muchos de nosotros tenemos un acento muy pronunciado pese a que hace décadas vivimos acá?». Sí, Nora, «believe it or not, Marco Rubio is about to win the election.»
Además: El mercado inmobiliario sigue deprimido

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