La figura de Luiz Inácio Lula da Silva concita una imagen positiva superior al 70% en Brasil, a la vez que es admirada por analistas y políticos del exterior que lo mencionan como un ejemplo para seguir. Le endilgan dotes de un gobernante que, sin resignar sus principios, pudo adaptarse a las circunstancias, con miras de estadista.
Sin duda que la gestión de Lula suma logros significativos que sustentan elevados niveles de popularidad. Por ejemplo, en el plano interno, de la mano de políticas de tipo «universal» dirigidas a pobres e indigentes, supo cambiar el mapa político de Brasil, haciendo fuerte al Partido de los Trabajadores (PT) allí donde durante décadas reinaron «coroneles» de currículum impresentable (sin que los políticos que emergieron al amparo del lulismo merezcan un monumento).
Hasta que llegaron Lula y su programa de la Bolsa Familia, el Estado era, en el mejor de los casos, un ente desconocido para muchos nordestinos. (sigue)
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