La joven de 20 años estaba protestando frente a la comisaría de Rojas cuando recibió un disparo de bala de goma en el rostro. Estudios dificultados por la pandemia y la maternidad, brutalidad policial y voluntad de cambiar las cosas.
Sebastián Lacunza
11 de febrero de 2021 12:04h
El Diario
Conocía a Úrsula Bahillo “de la calle, por amigos en común y por que compartismo el ENSNA”. Nerina Moyano nombra por sus siglas a la Escuela Normal Superior Nicolás Avellaneda de Rojas, provincia de Buenos Aires. Su imagen recorrió las redes cuando el martes pasado, cerca de la 1.30, estaba parada frente a la comisaría de su ciudad en una actitud manifiestamente pacífica. Su amigo Tomás Conaprete presumió que estaba en peligro e intentó apartarla, pero ella se mantuvo firme. A sus 20 años, tenía convicciones, experiencia y bronca como para quedarse a reclamar justicia por el femicidio de Úrsula. De buenas a primeras, un policía le disparó una bala de goma en el rostro. Su historia es la de una chica de 20 años, joven madre, víctima de la violencia machista y acostumbrada a los peligros que plantea la Policía Bonaerense. También es la historia de una chica que estudia, teje vínculos y sabe defenderse. El siguiente es el diálogo telefónico mantenido con Nerina en la tarde del miércoles.
¿Cómo recordás a Úrsula?
La conocía de la calle, por amigos en común y porque compartimos la escuela, el ENSNA. Buena mina, tímida, vos la veías en la calle y siempre te saludaba con una sonrisa.
¿Estuviste en contacto con ella antes del asesinato?
Vi las redes y sentí la necesidad de comunicarme. Nos cambiamos mensajes por Instagram. El día que pasó esto también hablé con ella. Estaba asustada porque (el agente policial Matías Ezequiel Martínez) la había amenazado y la acosaba, y había violado la (orden de restricción) perimetral. La Policía lo sabía y no hicieron nada. Fue una vergüenza.
¿Qué recordás del episodio en el que te disparan una bala de goma a la cara?
Fuimos a protestar amigos y conocidos el lunes por la noche. Estábamos frente a la comisaría, cerca de la 1.30 (del martes), y me corrí porque estaban disparando. Solamente estaba parada pidiendo justicia, no pensé que me iban a pegar. Fui a luchar porque viví la violencia de género en carne propia. Cuando me dispararon, me ayudaron Tomás y otros amigos y conocidos, y me llevaron en una ambulancia. Por centímetros no perdí el ojo.
¿Cómo fue tu caso de violencia de género?
Hace más de dos años y medio, fueron bastantes meses de maltrato. Tardé en contarlo y me costó entender que me tenía que alejar de ahí. Un día, cuando mi hijo tenía un mes, pasó algo grave, el padre casi me arranca los pelos, y dije basta. Me fui de la casa con mi hijo. Después se comunicaron conmigo las ex de él que también sufrieron violencia.
¿Estás protegida ahora?
Sí. Tengo a mis hermanos y a mis amigos que me defienden. Pero vamos a luchar por Úrsula y por todas, para que no pase más.
¿Tus amigos varones comprenden la situación, son solidarios?
Sí, totalmente, conmigo y con muchas chicas más que sufren violencia de género.
¿Es habitual que los jóvenes de Rojas sean maltratados por los policías?
Todos sabemos que hacen cosas que no corresponden, por más que haya pibes que no tienen nada que ver. Podría decir más, pero no lo voy a hacer. Tenemos claro muchas cosas.
¿Estudiás, tenés trabajo?
Estaba estudiando magisterio y tuve que dejar en segundo año de la facultad por el tema de pandemia y por mi hijo. Trabajo en una panchería.
¿Se comunicó alguien del Gobierno provincial y de la municipalidad después del disparo?
Nadie. (la entrevista fue realizada el 10 de febrero a las 14).
SL
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