Ir al contenido principal

Algo huele a podrido en Dinamarca



Pocos mejor que CFK pueden conocer mejor al esperpento López y el origen de su montaña de dólares


Escribe
Sebastián Lacunza
Editor-in-chief
@sebalacunza
Cristina Fernández de Kirchner finalmente se refirió el jueves a un caso de corrupción cometido durante su gobierno. No lo hizo antes, ni con los procesamientos o incluso condenas contra algunos de sus colaboradores, como el exsecretario de Transporte Ricardo Jaime, el vicepresidente Amado Boudou, la efímera ministra Felisa Miceli o el eterno ministro Julio de Vido. En ocho años de mandato, la expresidenta perdió casi todas las oportunidades de afrontar el flagelo de la corrupción y separar a sospechosos de su cargo. Fue necesario que un hombre que manejó miles de millones de dólares para la obra pública a lo largo de doce años fuera encontrado in fraganti tratando de ocultar unos cuantos millones en un convento del Gran Buenos Aires para que CFK condenara abiertamente un latrocinio cometido durante su mandato.

“Que nadie se haga el distraído”, firmó la expresidenta en una carta pública del jueves por la noche. El pedido suena sensato, pero sólo si la incluye. Pocos mejor que ella podrían conocer las características del esperpento José López, quien llegó a la secretaría de Obras Públicas en 2003, de la mano de los Kirchner desde la provincia patagónica de Santa Cruz. Los dos últimos presidentes argentinos marcaron de cerca a sus funcionarios, centralizaron decisiones y mostraron obsesión por los números; lo que no torna imposible que un secretario de Estado haya amasado una fortuna en monedas extranjeras sin anuencia de la Casa Rosada pero sí despierta múltiples interrogantes. En esa línea, la propia CFK puede aportar a la investigación que reclama, comenzando por compartir con la Justicia los indicios o intuiciones sobre el origen de esa montaña de dólares y euros hallada en la madrugada de General Rodríguez.

Por lo pronto, la expresidenta podría ser convocada a declarar por el fiscal federal Federico Delgado, que investiga hace años el supuesto enriquecimiento ilícito de López, pero ello no agota las responsabilidades ante la sociedad de una expresidenta democrática. CFK debería explorar un terreno poco frecuentado por ella y afrontar consultas de la prensa abiertas, con preguntas y repreguntas formuladas por periodistas y no por actores o animadores de televisión. De paso, en dicha ocasión la exmandataria tendría la posibilidad de echar luz sobre los lazos comerciales de la familia Kirchner con el detenido contratista Lázaro Báez.

Ex y actuales gobernadores que trabajaron codo a codo con López hoy padecen un shock moral. José Alperovich, de Tucumán, uno de los distritos que más fondos recibió para la obra pública — en absoluto exentas de sospechas — es uno de ellos. Otro, con mejor prensa entre los medios oficialistas, es el salteño Juan Manuel Urtubey, quien en estos días se saca fotos con Macri como lo hacía con CFK hasta el año pasado. Un exsecretario de Cultura que acompañó al hipercorrupto menemismo hasta el final y luego cruzó a la vereda kirchnerista, ya volvió a pegar el salto, impulsado por López.

Hay más indignados repentinos. Por ejemplo, periodistas que fueron amables con la cartera de Planificación que dirigía Julio de Vido. Deducir que este colectivo se limita a algunos que compraron al kirchnerismo como un combo, con lo bueno y lo malo, sería un error. En estos años, ciertos medios y periodistas de indudable tono opositor, ememigos ideológicos del gobierno, brindaron un paraguas de protección al ministerio de De Vido y López.

El jueves, Cristina Kirchner preguntó quién le dio el dinero a López “de la parte privada”. El kirchnerismo supo crear su capitalismo de amigos, con Báez a la cabeza, pero las principales contrapartes del secretario López fueron grandes grupos como Techint, Electroingeniería, Iecsa (que supuestamente Ángelo Calcaterra le compró a Mauricio Macri), Corporación América y la brasileña Odebrecht (cuyo titular está preso en Brasil). CFK puede tener razón en algo que sugiere — que poderosos empresarios gozan de inmunidad mediática y judicial — pero ello no excluye que fue el propio gobierno el que extendió un manto de oscuridad sobre la obra pública, sea con Báez como socio, o con Calcaterra.

La corrupción aluvional del gobierno de Carlos Menem (1989-1999) quedó virtualmente impune, más allá de algún nombre emblemático que resultó condenado. Las coimas en el Senado orquestadas por el radical Fernando de la Rúa (1999-2001) fueron sepultadas por la Justicia tan sólo meses atrás, pese a la existencia de arrepentidos, testimonios y pruebas. En cuanto a los kirchneristas, varios de ellos comenzaron a ser juzgados antes de que terminara el gobierno anterior, y unos cuantos más desfilarán por tribunales en los próximos meses.

Sería saludable actuar preventivamente, para que dentro de diez años no nos encontremos penando un nuevo ciclo de corrupción. Las perspectivas no son buenas, y no sólo por procesos de corrupción o evasión que atañeron al propio Presidente (de los que fue absuelto en polémicos fallos) o causas pendientes contra funcionarios (el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, es uno de ellos) Nada peor que relajar los controles institucionales para un gobierno atravesado por conflictos de intereses, en el que exejecutivos bancarios negocian deuda, accionistas de empresas energéticas definen la política energética, empresarios se encargan de la política comercial e industrial, delegados de las corporaciones de medios regulan la política de medios y abogados de bancos sospechados de lavar dinero son puestos a controlar el lavado de dinero. Con este cuadro, el gobierno dispuso que la Secretaría de Inteligencia retome su histórica oscuridad (apenas atenuada el año pasado) y la Unidad de Información Financiera sea degradada bajo la órbita del Ministerio de Hacienda. Mientras, la Oficina Anticorrupción macrista actúa como una fiscalía que acusa al gobierno anterior y una defensoría oficial del actual. Y por si todo esto fuera poco, un gobierno cuyo presidente, entorno familiar, político y profesional demostraron una tenaz propensión a invertir en empresas fantasma en Panamá, Suiza y Bahamas, procura sancionar una ley de blanqueo con amplias facilidades y máximo secretismo. Algo huele a podrido en Dinamarca.

Entradas más populares de este blog

De Víctor Hugo a los relatores que insultan

Unos tipos con micrófono que insultan más que un hincha desbordado son presentados en las webs y en la tele como apasionados que causan gracia. Antes que ocurrentes espontáneos son, en realidad, violentos equiparables con barrabravas.  Es una paradoja que ello ocurra en el Río de la Plata, donde nacieron los mejores relatores de fútbol del mundo. Entre ellos, el mejor, Víctor Hugo.  El jugador sublime tuvo al relator sublime. Por su universo de palabras y sus tonos de voz, por sus creaciones artísticas; por su capacidad para leer la jugada y por la precisión de la narración. Casi no aparecen ahora los diálogos que VH presumía entre jugadores o con el árbitro, o el "que sea, que sea, que sea". Pervive el "ta ta ta" y el "no quieran saber".  Contemporáneos de Víctor Hugo, hubo y hay relatores brillantes (soy injusto y nombro seis: Juan Carlos Morales, José María Mansilla, José Gabriel Carbajal, el primer Walter Saavedra y el mejor relator argentino que esc

Solicitud de derecho a réplica en Radio Nacional

SOLICITUD DE DERECHO A RÉPLICA Buenos Aires, 24 de noviembre de 2016. At.  Ana Gerschenson Directora de Radio Nacional Cc: Jorge Sigal Secretario de Medios Públicos de la Nación De mi consideración,  Me dirijo a usted para solicitar derecho a réplica en relación a menciones falsas y agraviantes sobre mí que tuvieron lugar en el programa “Va de Vuelta”, que conduce Román Lejtman y tiene como columnista a Silvia Mercado. El 4 de noviembre, se registró el siguiente diálogo:  Román Lejtman:  ¿Lacunza presidía Fopea? Silvia Mercado : No, Lacunza era el director ejecutivo hace mucho. RL:  Ah, pero no está más. ¿Fue el que enterró el Buenos Aires Herald? SM:  Sí, fue el que enterró el Buenos Aires Herald, en efecto. Después se arrepintió y dejó Fopea (2010). RL:  ¿Se arrepintió Fopea de haberlo puesto de presidente? SM:  Nunca fue presidente. Era director ejecutivo. Después lo reemplazó un gran director ejecutivo. RL:  ¿Pero este Lacunza no está más?

Wiki Media Leaks