Una postura dogmática en contra de las cámaras ocultas se encontraría rápidamente desafiada. Por ejemplo, ese procedimiento puede ser el adecuado, como ha ocurrido, para desbaratar una organización que esclavice a mujeres. Un equipo periodístico puede valerse de tal método para iluminar una trama de trata de personas consagrada al amparo de las peores oscuridades. No todos los ejemplos dejan tan pocas dudas acerca de una herramienta que suele generar debates en las redacciones. En general, quienes se oponen por principio a un registro bajo engaño sostienen que un periodista no es un agente de inteligencia ni está legitimado para ubicarse en un plano de superioridad para someter a tal experimento a otro ser humano. Del otro lado, las cámaras ocultas son defendidas, en diferentes grados, por quienes ven en ellas un recurso alternativo para quebrar abusos o delitos que perjudican a inocentes. En los hechos, hace ya unos cuantos años que las cámaras ocultas quedaron en un se...
Notas de Sebastián Lacunza en medios de Argentina y otros países