Entrevisté varias veces a Marco Enríquez-Ominami, el hombre que rompió el estricto (y a veces exasperante) protocolo de la política chilena. El ex candidato presidencial (20,13%) no le teme a cierta incorrección política en sus respuestas, como muchos de sus pares que penan por el título del día siguiente. He ahí un mérito. Pero entra en una nebulosa cuando se enreda en el discurso sobre los méritos de ser sub-45, como si ello dijera mucho. He ahí una flaqueza. En la última entrevista, la semana pasada, Marco se previene y dice que parte de cero, que los votos de diciembre ya no son suyos, y en un pequeño recuadro responde sobre Cristina y sobre su asesor Max Marambio, el ex MIR hoy sufriente por sus negocios en Cuba, y con quien rie en la foto.
Entrevisté varias veces a Marco Enríquez-Ominami, el hombre que rompió el estricto (y a veces exasperante) protocolo de la política chilena. El ex candidato presidencial (20,13%) no le teme a cierta incorrección política en sus respuestas, como muchos de sus pares que penan por el título del día siguiente. He ahí un mérito. Pero entra en una nebulosa cuando se enreda en el discurso sobre los méritos de ser sub-45, como si ello dijera mucho. He ahí una flaqueza. En la última entrevista, la semana pasada, Marco se previene y dice que parte de cero, que los votos de diciembre ya no son suyos, y en un pequeño recuadro responde sobre Cristina y sobre su asesor Max Marambio, el ex MIR hoy sufriente por sus negocios en Cuba, y con quien rie en la foto.
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