Sebastiàn Lacunza Resulta que en el extremo sur del mundo hay un extenso territorio poco poblado, y que antes de ser país fue, al menos durante un par de siglos, bastante ninguneado por el imperio. Que desde los preparativos de su independencia, gran parte de sus intelectuales y dirigentes creyeron tener alma francesa o inglesa, jamás española. Pero más tarde, ese país recibió una gringada inconmensurable, ante lo que otra elite buscó refugio de identidad en la antes despreciada España. Hay más. Ese extraño país negó sus rasgos indígenas hasta donde pudo y fue variando a lo largo de las décadas sus complejos en relación a Europa y, la novedad, Estados Unidos . A la hora de pintar su carácter, muchos coinciden en que esta tierra es, por un lado, bastante tilinga, y por el otro, alberga una creatividad explosiva, que juega y seduce con su habla. Por todo ello y mucho más es que la variante del español que se habla en Argentina adquiere particularidades tan distintivas en cuanto a su ento...
Hay ratzingeristas dispuestos a dar batalla ante un momento que, reconocen, es de "confusión". Aquellos de paladar negro le echan la culpa a Juan Pablo II, pese a que el cura alemán fue casi todopoderoso durante el papado del polaco. Los fanas de Benedicto difunden lo que Ignazio Ingrao escribió en Panorama en La mano leggera di Wojtyla, il pugno duro di Ratzinger. "El Papa alemán se arriesga a pagar incluso las faltas de los demás. A cinco años de la muerte de Juan Pablo II, el "Papa santo", surgen de hecho, poco a poco, verdades incómodas sobre el retraso y las omisiones de Karol Wojtyla en la lucha contra la pedofilia: procesos estancados, obispos impuestos y luego obligados a renunciar por los escándalos, tardías modificaciones de las normas canónicas, comisiones investigadoras que llegaron diez años después de las denuncias...". Más detalles, acá.
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