Sebastián Lacunza
Buenos Aires Herald
Una fuente con altas responsabilidades en la
redacción de Clarín vaticinaba, pocas semanas antes de la primera vuelta de
2015, que quien ganara las elecciones no derogaría la ley de medios
audiovisuales. Aunque el editor descontaba una mejor relación con Daniel Scioli
o Mauricio Macri que con Cristina de Kirchner, preveía que la ley era "un
martillo" valioso para un gobernante, a ser guardado en un cajón para ser
utilizado en caso de necesidad y urgencia. Como muchos observadores, el
periodista, con décadas en la calle Tacuarí, equivocó su predicción.
Una vez en la Casa Rosada, Mauricio Macri demoró
días en barrer con la ley antimonopólica a través de un DNU. Sería sólo el
comienzo. Al cabo de 19 meses, el Ejecutivo de Cambiemos brindó al emporio de
las (tele) comunicaciones una transferencia de recursos legislativos,
administrativos y monetarios que no registra antecedentes. Este primer ciclo
relámpago alcanzó la cúspide el viernes pasado, cuando Cablevisión, el brazo
millennial de Clarín que comanda Carlos Moltini, comunicó a la Bolsa de
Comercio su fusión con Telecom, uno de los tres actores centrales de la
telefonía. El grupo comandado por Héctor Magnetto lograría calzarse la corona
por la que luchó a brazo partido por más de quince años y que significó, según
diversas fuentes, el motivo de su ruptura con Néstor Kirchner.
Para Clarín, se trata de un fenómeno casi natural:
"Siguiendo la tendencia mundial de la convergencia...", comenzaba el
texto institucional publicado en el diario del sábado en formato de noticia.
Aunque la fusión se veía venir, competidores,
políticos, embajadas y el círculo rojo en general se aprestan ahora a convivir
con un gigante sin igual. Una misma empresa manejará más de un tercio del
mercado de telefonía móvil, más de 55 por ciento de las conexiones a internet y
el 40 por ciento de la TV paga (80-90 por ciento en CABA y Córdoba). Su unidad
de negocios hermana administrará una decena de radios, cuatro canales de TV
abierta, al menos seis diarios, buena parte del negocio del fútbol y un largo
etcétera. Semejante acumulación, por extensión y participación de mercado,
causaría envidia a Televisa, Globo, At&T, Prisa, Murdoch o Berlusconi.
• Paso "lógico"
Clarín argumenta que la fusión con Telecom es un
paso "lógico" para un mercado que requiere grandes volúmenes de
inversión y abierto a la competencia internacional. Fuentes que ven con buenos
ojos la operación anunciada citan como precedentes la ofensiva de AT&T para
comprar DirecTV (con incidencia en la Argentina), la compra de Kabel
Deutschland por Vodafone o, más atrás, la adquisición concretada de NBC
Universal por parte de Comcast. En el mercado argentino, enfatizan que la
fusión de Movicom y Unifón para formar Movistar en 2004 acaparó el 47 por
ciento del mercado celular.
Lo cierto es que podrán ser citados actores dominantes
o fusiones polémicas en mercados específicos de otras latitudes, pero si sólo
la presencia de Clarín como multimedios habría estado lejos de superar las
regulaciones antritrust vigentes en Estados Unidos, Canadá, Alemania o Francia,
su dimensión actual llega a provocar asombro en diplomáticos extranjeros.
No es una historia nueva. Como en el caso de muchas
empresas de medios, COMA el intercambio de favores y prebendas marcó nacimiento
del diario fundado por Roberto Noble, semanas antes de octubre de 1945, cuando
se gestó alertando sobre el arribo del fascismo a la Argentina para dar un giro
copernicano meses después. PUNTO Pero fue la entrega tutelada de Papel Prensa a
Clarín, La Nación y La Razón la que daría inicio a una serie negocios de otra dimensión,
con una única interrupción entre 2008 y 2015.
Sin embargo, el arribo de Macri a la Presidencia
supuso una escala desconocida. Al citado DNU que desbarató la reducción de su
presencia se sumaron la inconsulta renovación de licencias, la compra de Nextel
para acceder a una banda de 4G sin el pago de centenares de millones de dólares
que había costado a la competencia, y la entrega del negocio del fútbol. A los
34 millones de dólares que abonó el gobierno nacional al Grupo Clarín vía
publicidad oficial en 2016 (algo superior a los 27 millones de dólares
brindados por el gobierno de Cristina de Kirchner al grupo de Sergio Szpolski
en 2014, aunque sus medios tenían menos difusión que los de Herrera de
Noble-Magnetto), se debe sumar, como mínimo, otro tanto pagados por los
Ejecutivos de CABA, provincia de Buenos Aires y Córdoba. La proyección de 2017
promete superar con creces el registro del año pasado.
Si Néstor Kirchner mantuvo durante casi todo su
mandato a un diletante como Julio Bárbaro al mando del Comfer para tomar café,
cajonear expedientes y patear la pelota, Macri necesitó de la impericia on
demand del radical cordobés y analógico Oscar Aguad para firmar las
regulaciones redactadas, en muchos casos, por funcionarios con innegable
vínculo con Clarín.
• Un tal Martínez
Una fuente de uno de los principales actores del
mercado cree que la anunciada fusión no hace más que confirmar una sospecha
eterna: que Clarín y Fintech, el fondo del enigmático David Martínez que hace
apenas dos meses terminó de concretar el dominio absoluto de Telecom con la
salida de los empresarios nacionales Werthein, en realidad son la misma
entidad. "Lo veíamos venir. Si nos guiamos por las acciones del último año
y medio, nada de lo que hizo Martínez fue en contra de los intereses de Clarín.
No podríamos asegurarlo, pero hay muchos indicios para suponerlo".
"¿Qué antecedentes hay de que Clarín haya sido
socio minoritario o no comande un negocio del que participa?", se pregunta
la voz ante el Herald. De acuerdo a lo anunciado, la fusión supone que
Cablevisión Holding tendrá 33 por ciento del nuevo gigante; Fintech, 41,25 por
ciento, y el resto será oferta pública en la Bolsa.
Clarín y Fintech Advisory compartían la propiedad de
Cablevisión en porcentajes de 60 y 40 por ciento, respectivamente. En el marco
del forcejeo entre el multimedios y el gobierno de Cristina de Kirchner por la
aplicación de la ley audiovisual, el empresario mexicano-estadounidense se
presentó en 2012, antes de que la Corte Suprema avalara la constitucionalidad
de la ley audiovisual, ante la extinta Autoridad Federal de Servicios de
Comunicación Audiovisual, y dijo que quería adecuar su negocio.
Aunque el gobierno de Cristina de Kirchner dio
amplia difusión a ese paso, algunos de sus funcionarios nunca dejaron de
sospechar que se trataba de una maniobra distractiva de Clarín, que
llamativamente no hizo mucho esfuerzo por cuestionar la osadía de su socio. En
cualquier caso, el intento del accionista minoritario de Cablevisión resultó
obviamente inocuo.
El correlato de la presunción kirchnerista de que
Clarín estaba agazapado detrás de Martínez fue la no aprobación de la compra de
Telecom Argentina a Telecom Italia por parte de Fintech Advisory.
La empresa de telefonía fue objeto de disputas
durante casi la totalidad de los mandatos de Néstor y Cristina Kirchner. La
familia Werthein (hoy ferviente partidaria del gobierno de Mauricio Macri)
mantuvo una guerra en todos los terrenos con sus socios italianos deTelecom
Argentina. Los Werthein acusaron a Telecom Italia -con razón- de ser una
sociedad controlada hasta 2014 por Telefónica de España, el otro gran actor de
la telefonía básica y móvil. La autoridad regulatoria bajo la órbita de Julio
De Vido aplicó la misma estrategia que con los Macri en el Correo, Marsans en
Aerolíneas, Repsol en YPF (mientras pudo) y tantos otros: mantener el litigio
abierto al tiempo que continuaban los negocios, con los altos riesgos que ello
implicaba y el perjuicio para la calidad el servicio.
No bien asumió Macri en la Casa Rosada, uno de los
papeles que le acercaron a Aguad para firmar aprobó la presencia de Fintech en
Telecom Argentina.
Queda por delante la venia del Ente Regulador de las
Comunicaciones (Enacom) y de la Comisión de Defensa de la Competencia. De las
prometidas inversiones de actores ansiosos por participar en un mercado tan
dinámico como el de las telecomunicaciones, ni noticias. Clarín y Telefónica
esperan a los nuevos jugadores con los brazos abiertos y las redes cerradas.