Me tomé el trabajo de desgrabar un par de diálogos de las últimas
semanas. A esto se dedican por las tardes en Radio Nacional, la emisora
del Estado (disponible en Radio Cut). Viernes 4 de noviembre.
Román Lejtman: ¿Lacunza presidía Fopea?
Silvia Mercado: No, Lacunza era el director ejecutivo hace mucho (ndr: 11/2007-11/2008).
RL: ¿Fue el que enterró el Buenos Aires Herald?
SM: Fue el que enterró el Buenos Aires Herald, en efecto. Después se arrepintió y dejó Fopea (2010).
RL: ¿Se arrepintió Fopea de haberlo puesto de presidente?
SM: Nunca fue presidente. Era director ejecutivo. No le importó más la libertad de expresión.
RL: ¿Qué labura, en una pizzería?
SM: No, quiero decir, por eso dejó Fopea. Estuvo mal Lacunza con Fopea. Estuvo mal, muy mal.
El diálogo se suma a esta bonita escena. Ya no sólo con una descalificación o un agravio, sino con una difamación pura y dura.
Miércoles 16 de noviembre. América TV, programa Animales Sueltos. Alejandro Fantino pregunta a Silvia Mercado y Gerardo Young si trabajaron juntos. “En Fopea”, responde Mercado. Luego, el conductor indaga: ¿Qué es de la vida de (Damián) Pachter?
Silvia Mercado: Está en Israel. Era colaborador de la página web del Buenos Aires Herald. Ahí hay una situación complicada porque él se sintió amenazado y desprotegido por sus jefes… El tema era quién era la fuente, va al lugar, vuelve... y el problema es que después se empieza a sentir amenazado, se va, y lo más grave es que no se sintió respaldado por el director del Buenos Aires Herald, Sebastián Lacunza.
Gerardo Young: Que era un kirchnerista. Un fan del kirchnerismo.
AF: ¿Los de Cambiemos tienen medios?
SM: Los medios públicos, afines, no son.
GY: No tienen tampoco interés en tenerlos.
SM: Los medios públicos son la BBC de Londres. (Mercado sabe de medios públicos porque trabaja en al menos dos, las radios Nacional y Ciudad)
Pocos días antes.
Jueves 27 de octubre. Diario La Nación.
“Muy lejos de aquella tradición, el Herald tuvo un comportamiento errático cuando el 18 de enero de 2015, a las 23.35, Damián Pachter -periodista de la edición digital- se convirtió en el primero en informar sobre la muerte del fiscal Nisman a través de Twitter. Desde ese momento, Pachter se sintió amenazado y emigró a Israel, donde vive actualmente”.
He de decir. Sobre los agravios y consideraciones generales sobre mí y el Herald, nada para comentar en este ámbito. A veces el ad hominem es saludable: los tomo como de quien viene. Aquéllos que hayan seguido mis opiniones y el perfil del diario en los últimos años sabrán evaluar. Me interesa la polémica, la crítica y la autocrítica; no con estos personajes ni con trolls.
En cuanto a la difamación sobre Pachter, es clara la intención de escarmentar. Con malos modos (sus únicos modos), pretenden un disciplinamiento para que todos nos volvamos de su condición. No será posible. Entre su moral y la mía hay un abismo. Aviso urbi et orbi: no voy a repetir un libreto generado por procedimientos periodísticos espantosos; dejo pasar con gusto los beneficios colaterales que prometen.
En el círculo que me conoce y los conoce, su difamación me prestigia.
No obstante, por si hay alguien poco enterado, expliqué en enero de 2015 cómo fueron las cosas. Lo reitero. Dado que la web dependía de otra estructura, Pachter no estaba bajo mi órbita, por lo que apenas tuvimos relación laboral por un par de notas y no se produjo ningún problema personal. Él mismo ratificó todo esto en una carta enviada a sus jefes desde Israel. En la semana de la muerte de Nisman, alenté que publicara cualquier información comprobada y que lo hiciera con su firma para que aprovechara la oportunidad, y le solicité que narrara la experiencia que estaba viviendo (lo hizo). Fue, creo, la segunda ocasión en que escribió para la edición impresa. Una vez que dejó el país para sorpresa de quienes trabajábamos tanto en la web como en el diario, en medio de la incertidumbre sobre lo que había ocurrido, exigí de inmediato al gobierno que lo protegiera y critiqué el burdo hecho de que la agencia estatal difundiera los datos de su vuelo de salida.
Me agrada cada vez más ignorar lo que surge de la letrina mediática; ésta fue una excepción.
Actualización: Después de escribir este texto, solicité a Radio Nacional derecho a réplica de cinco minutos, presencial, en el mismo espacio del programa. Al tratarse de un medio público, es importante erradicar estas prácticas.
Román Lejtman: ¿Lacunza presidía Fopea?
Silvia Mercado: No, Lacunza era el director ejecutivo hace mucho (ndr: 11/2007-11/2008).
RL: ¿Fue el que enterró el Buenos Aires Herald?
SM: Fue el que enterró el Buenos Aires Herald, en efecto. Después se arrepintió y dejó Fopea (2010).
RL: ¿Se arrepintió Fopea de haberlo puesto de presidente?
SM: Nunca fue presidente. Era director ejecutivo. No le importó más la libertad de expresión.
RL: ¿Qué labura, en una pizzería?
SM: No, quiero decir, por eso dejó Fopea. Estuvo mal Lacunza con Fopea. Estuvo mal, muy mal.
El diálogo se suma a esta bonita escena. Ya no sólo con una descalificación o un agravio, sino con una difamación pura y dura.
Miércoles 16 de noviembre. América TV, programa Animales Sueltos. Alejandro Fantino pregunta a Silvia Mercado y Gerardo Young si trabajaron juntos. “En Fopea”, responde Mercado. Luego, el conductor indaga: ¿Qué es de la vida de (Damián) Pachter?
Silvia Mercado: Está en Israel. Era colaborador de la página web del Buenos Aires Herald. Ahí hay una situación complicada porque él se sintió amenazado y desprotegido por sus jefes… El tema era quién era la fuente, va al lugar, vuelve... y el problema es que después se empieza a sentir amenazado, se va, y lo más grave es que no se sintió respaldado por el director del Buenos Aires Herald, Sebastián Lacunza.
Gerardo Young: Que era un kirchnerista. Un fan del kirchnerismo.
AF: ¿Los de Cambiemos tienen medios?
SM: Los medios públicos, afines, no son.
GY: No tienen tampoco interés en tenerlos.
SM: Los medios públicos son la BBC de Londres. (Mercado sabe de medios públicos porque trabaja en al menos dos, las radios Nacional y Ciudad)
Pocos días antes.
Jueves 27 de octubre. Diario La Nación.
“Muy lejos de aquella tradición, el Herald tuvo un comportamiento errático cuando el 18 de enero de 2015, a las 23.35, Damián Pachter -periodista de la edición digital- se convirtió en el primero en informar sobre la muerte del fiscal Nisman a través de Twitter. Desde ese momento, Pachter se sintió amenazado y emigró a Israel, donde vive actualmente”.
He de decir. Sobre los agravios y consideraciones generales sobre mí y el Herald, nada para comentar en este ámbito. A veces el ad hominem es saludable: los tomo como de quien viene. Aquéllos que hayan seguido mis opiniones y el perfil del diario en los últimos años sabrán evaluar. Me interesa la polémica, la crítica y la autocrítica; no con estos personajes ni con trolls.
En cuanto a la difamación sobre Pachter, es clara la intención de escarmentar. Con malos modos (sus únicos modos), pretenden un disciplinamiento para que todos nos volvamos de su condición. No será posible. Entre su moral y la mía hay un abismo. Aviso urbi et orbi: no voy a repetir un libreto generado por procedimientos periodísticos espantosos; dejo pasar con gusto los beneficios colaterales que prometen.
En el círculo que me conoce y los conoce, su difamación me prestigia.
No obstante, por si hay alguien poco enterado, expliqué en enero de 2015 cómo fueron las cosas. Lo reitero. Dado que la web dependía de otra estructura, Pachter no estaba bajo mi órbita, por lo que apenas tuvimos relación laboral por un par de notas y no se produjo ningún problema personal. Él mismo ratificó todo esto en una carta enviada a sus jefes desde Israel. En la semana de la muerte de Nisman, alenté que publicara cualquier información comprobada y que lo hiciera con su firma para que aprovechara la oportunidad, y le solicité que narrara la experiencia que estaba viviendo (lo hizo). Fue, creo, la segunda ocasión en que escribió para la edición impresa. Una vez que dejó el país para sorpresa de quienes trabajábamos tanto en la web como en el diario, en medio de la incertidumbre sobre lo que había ocurrido, exigí de inmediato al gobierno que lo protegiera y critiqué el burdo hecho de que la agencia estatal difundiera los datos de su vuelo de salida.
Me agrada cada vez más ignorar lo que surge de la letrina mediática; ésta fue una excepción.
Actualización: Después de escribir este texto, solicité a Radio Nacional derecho a réplica de cinco minutos, presencial, en el mismo espacio del programa. Al tratarse de un medio público, es importante erradicar estas prácticas.