Entrevista
a Gabriela Michetti
Escribe
Sebastián Lacunza
@sebalacunza
Semana intensa para Gabriela Michetti en la que, en medio de la visita de Barack Obama, mantuvo abierta la negociación en el Senado para la aprobación del acuerdo con los fondos buitre, un asunto a todo o nada para el Gobierno de Mauricio Macri. En la mañana del martes se muestra optimista, pero se niega a cantar victoria. En diálogo con el Herald, reconoció que en estos primeros meses se tomaron medidas "muy antipáticas", pero se mostró confiada que hacia fin de año, la economía comenzará a dar respuestas.
Usted trabaja en el Senado. ¿No
hace falta una voz en la Casa Rosada que, por un lado, albergue una mirada
social?
La cuestión social se trabaja en
un gabinete en el que están Educación, Desarrollo social, Interior, Salud y
Trabajo, que coordina Mario Quintana, debajo del jefe de Gabinete, Marcos Peña.
Se reúne tres veces por semana; puede ser que no esté todo el tiempo a la luz.
El gobierno está manteniendo todo lo que era protección del gobierno anterior,
que es un sistema enorme del que no se tocó nada, y lo extiende hacia donde no
llegaba, como los hijos de monotributistas o desocupados no alcanzados, sumado
a la rebaja del IVA segmentado que estamos trabajando. Ello hasta que el sector
privado logre recomponer el crecimiento para generar puestos de trabajo
genuinos, que hace cuatro años no se generan. Es por eso que el Estado nacional
terminó teniendo 1,5 millón más de personas en los últimos años sin que ello se
haya transformado en un mejor servicio.
Por ejemplo, es un hecho que hay
más alumnos en las aulas.
Hay un crecimiento normal de la
población y la asignación por hijo generó más alumnos porque la prestación lo
exige. Además de eso, con el mínimo no imponible de Ganancias se están
transfiriendo 50.000 millones de pesos a la ciudadanía y vamos a trabajar en
retirar el IVA para los sectores más necesitados. La idea es discutir la escala
de Ganancias para implementarla a partir del 1 de enero de 2017. ¿Por qué no se
puede hacer más para mejorar la equidad y la justicia? Porque las cuentas
públicas nos pusieron en una trampa. Si emitimos, como hacían ellos, se genera
inflación, y si contraemos la emisión, generamos una problemática social más
grave. Queremos hacerlo gradualmente, que es lo que nunca se hay hecho en la
Argentina. Ni un sistema neoliberal ni un Estado populista.
Es decir, es un hecho que rige la
nueva escala de percepción de Ganancias desde el 1 de enero próximo.
Como no tenemos una situación
fiscal como para poder implementarlo ahora, la idea es que la negociación se
haga este año y el 1 de enero de 2017 podamos empezar a trabajar ya con las
escalas modificadas. Cuanto antes, mejor, pero nuestra proyección es que hacia
el segundo semestre vamos a notar los primeros síntomas de mejoras en la
macroeconomía. La tendencia indeclinable será a fin de año, bien marcada en la
baja de inflación, la dinamización de obras públicas, la atracción de
inversiones y el crecimiento del comercio. Estamos seguros de que a cuatro años
va a dar un dígito de inflación.
Recibieron un déficit fiscal
atendible, de más de cuatro puntos, pero éste se vio incrementado por la baja
de impuestos y retenciones a sectores que ya se habían beneficiado por la
devaluación. ¿Fue una transferencia demasiado radical?
La situación de la Argentina en
términos de empleo, inversión y generación de riqueza estaba por debajo de
cualquier potencialidad. Si bien la unificación del dólar genera un cambio de
rentabilidad, el país tiene que ser competitivo con toda América Latina.
Tenemos que competir con otros países como Colombia, Perú, Chile, Brasil o
México. No podemos tener una mirada poco inteligente. Argentina empezó a dar señales
que el mundo de la inversión necesita, por eso el país ahora está de moda. Las
retenciones tienen un efecto enorme sobre el pequeño y mediano productor de
clase media y baja.
¿Por qué no segmentaron por
regiones y por tipo de explotación?
Las retenciones a la soja las
mantenemos porque el cultivo tiene una rentabilidad más clara. Hay una
segmentación. Para yerbateros, fruteros, uva, oliva, algodón, arroz y vino es
la posibilidad de seguir existiendo. En Misiones, hasta hace poco había 15.000
productores y ahora hay 9.000. El de la minería es un tema más controvertido,
porque requiere una mirada de dónde queda la renta. Había que liberar lo
nacional para dejar que la provincia tenga la posibilidad de mejorar su renta y
el esquema de impuestos.
Los gobernadores parecen más
aliados de las mineras que un Estado con interés de recaudar.
Eso puede ser pero lo tenemos que
hacer de manera que la Nación aporte con infraestructuras que requieren un
financiamiento que no puede obtener una provincia. No vamos a seguir regalando
cosas. Es cierto que lo que implicaban las retenciones de minería era muy poco,
2.000 millones de pesos. Es importante la señal para atraer inversiones, por
ejemplo en litio, que genera interés de empresas que producen celulares en Corea.
Tenemos una cuenta pública que está totalmente desfasada. Los presidentes de
Brasil y Uruguay me comentaban la angustia por un déficit de tres puntos del
PBI y nosotros tenemos siete.
En realidad, eran 4,5 que se
incrementaron por las retenciones y otras medidas.
Bien, es igual una barbaridad. La
provincia de Buenos Aires está realmente quebrada. Tiene 60.000 millones de
déficit, y probablemente más. Tenemos que salir del escenario de los últimos
doce años en los que había muchas potencialidades pero el inversor no venía ni
loco. Si bien es durísimo este año con el ajuste de precios y tarifas, estamos
en un camino en el que la inversión que puede venir nos pone en una tendencia
que no va a volver para atrás.
¿Descarta que se dé lo que
ocurrió en Brasil, donde Dilma Rousseff implementó un ajuste no bien comenzó su
segundo mandato, y la prometida recuperación se transformó en una grave
recesión?
Es un tema muy diferente por una
razón básica. El Gobierno de Dilma arrancó con un nivel de desconfianza que al
mes le daba veinte por ciento de apoyo y al otro mes, nueve. La economía nunca
va separada de la política. Es como si hubiera ganado Daniel Scioli y hubiera
hecho muchas de las medidas que estamos tomando. No hubiera tenido la atracción
de la mirada del mundo porque ya venía contaminado con la desconfianza
anterior. Este gobierno viene sosteniendo una línea de trabajo desde la Ciudad,
la presencia de Mauricio en Davos todos estos años y la Fundación Pensar, a la
que vinieron un montón de personas en el mundo a ver los planes.
El Gobierno de Cristina Fernández
de Kirchner había creado un sistema de medios públicos partidizado acompañado
de medios oficialistas para hacer frente a un conglomerado mucho mayor con un
actor protagónico como Clarín. En ese contexto, había aprobado una ley muy
valorada por el mundo académico internacional y declarado constitucional por la
Corte. Esa ley fue barrida por un DNU que se allana a los reclamos de las
principales corporaciones. ¿Por qué no mejoraron la aplicación de la ley
audiovisual antes que modificarla?
La legislación de medios requiere
especificidad y no soy una experta. Si estuviera acá (la integrante de Enacom y
exdiputada) Silvana Giudici o Marcos Peña podrían explicar cómo es la
proyección, porque hay que hacer una ley nueva que incluya las nuevas
tecnologías que habían dejado vieja de entrada a la ley anterior. Había una
necesidad de dejar de sostener con la pauta oficial medios que no son
sostenibles. Un medio de comunicación tiene que sostenerse.
Pero está en juego un derecho
sensible como la información, que el Estado debe garantizar.
Sí, pero no podemos desde el
Estado sostener una empresa periodística.
En el mundo hay casos ejemplares
de medios subsidiados con sistemas transparentes por razones geográficas,
comunitarias, de propiedad colectiva, sindical y por tipos de audiencia.
Una cosa es que la empresa se
sostenga por sí misma y que el Estado , con una herramienta transparente,
plural y automatizada, le dé subsidios a empresas más débiles en el interior
del país. Otra es que la empresa se sostenga exclusivamente por la pauta.
Necesitamos que se compita de verdad, y el equipo que está trabajando cree que
si bien ahora hay dos o tres actores que concentran la voz, con la nueva ley,
la idea es que se va a competir de tal manera que estas dos o tres empresas van
a tener un achicamiento.
En países del Norte de Europa o
en Estados Unidos existen severas limitaciones a empresas de la dimensión de
Telefónica y Clarín.
Con las nuevas herramientas de la
competencia que vamos a establecer para el mercado e medios y con un trabajo
bien hecho de defensa de la competencia para la libertad de expresión, podemos
llegar a un escenario más sano y plural del que tenemos hoy. Es un proceso.
Hasta acá puedo llegar. Vamos hacia un sistema en el que existan medios
públicos que sean públicos.
¿Le parece realmente que los
medios públicos que maneja este gobierno se perfilan como plurales? Las voces
críticas o kirchneristas ocupan espacios más bien periféricos…
Hay un cambio total,
trascendente. Antes hubiera sido imposible siquiera una sola voz. Queremos que
exista un mercado competitivo. Se está mirando mucho la normativa en otros
países a los que les va bien en este tema, queremos que no haya concentración.
Es un proceso, hacia ese lugar queremos ir.
¿Le preocupa que el cierre de
medios devenga en un panorama sin matices?
Me duele en el alma, como a
cualquier persona sensata y sensible, que alguien se quede sin trabajo, sobre
todo porque hay trabajadores de verdad. No son ñoquis como los que tenemos en
el Estado. Lo hablé con ellos y si bien me expresaban una situación muy
difícil, reconocían que tengo razón. No me cabe duda de que muchos empresarios
probablemente tengan para sostener las empresas. Empresarios ricos y empresas
pobres. Cuando uno lidera un proceso de cambio, hay medidas simpáticas, otras
muy antipáticas, pero si ves un proceso, a final del año estaremos en un camino
correcto.
Acabamos de vivir el cuadragésimo
aniversario del golpe de Estado. No usted, pero sí sectores del PRO son afines
a la teoría de los dos demonios y reclaman el arresto domiciliario para los
represores. ¿Podemos descartar que esta teoría va a ganar espacio?
Descartada de plano. Este gobierno
ha dado muestras de que el prejuicio de que nosotros o Maurico tenemos que ver
con cuestiones de la dictadura es falso. Cuando yo tomé el área de Derechos
humanos en la primera gestión en la Ciudad, inmediatamente la subí de rango y
terminé el Parque de la Memoria.
Hay exponentes del PRO que
piensan distinto en el área de Seguridad o en Cultura de la Ciudad.
No es Mauricio ni son los
ministros y se ha dicho que no es el pensamiento del Gobierno. Se ha aclarado
que es un tema de los argentinos, no del kirchnerismo, ni de los organismos de
derechos humanos, ni de las Abuelas, Hijos o Familiares. Es de los argentinos.
Hay muy pocos argentinos que creen que estuvo bien la dictadura. Con respecto
al arresto domiciliario, siempre dijimos que no vamos en ningún caso a meternos
en cuestiones de la Justicia.
Una forma de influir es en la
asignación de recursos a las oficinas y fiscalías especiales de derechos
humanos.
No se va a dar. Nada indica ni
por las tapas que vamos a tomar una medida que tenga que ver con eso.
Hay procesos judiciales contra
empresarios que formaban parte de lo que se podía entender como capitalismo de
amigos del kirchnerismo ¿Cómo toma el crecimiento de las acciones de las
empresas del amigo de Macri Nicolás Caputo y el hecho de que haya ganado
licitaciones en los últimos meses?
Creo que no ganó ninguna
licitación nacional, pero podría ganarla. En el caso de la Ciudad, tengo
entendido que son licitaciones sobre los mismos servicios que ya venían
andando. De cualquier manera, tanto Nicolás Caputo como Angelo Calcaterra
(primo de Macri) son empresarios desde siempre, no surgieron una vez que el
gobierno les asignó licitaciones. Primera diferencia. Soy bastante talibana en
el tema de la ética. Lo que hay que mirar es si las licitaciones de Caputo o
Calcaterra son transparentes. Tenemos que tener la claridad y ofrecer toda la
información necesaria. Me parece una injusticia seria que porque tengan a un
amigo presidente no puedan seguir desarrollando sus empresas.
¿Que el expresidente de Shell
Juan José Aranguren dirija la política energética o que un alto funcionario del
gabinete y exejecutivo de Lan Gustavo Lopetegui determine planes para
Aerolíneas no le parece incorrecto?
A Lopetegui lo sacaron la semana
pasada. Empezó a trabajar el tema de Aerolíneas porque correspondía a su área,
pero como empezaron a haber comentarios, Gustavo le dijo a Mario (Quintana,
vicejefe de Gabinete) “tomá este tema”. Sobre Aranguren, es como si dijeran que
(el saliente titular de YPF) Miguel Galuccio no podía trabajar porque venía de
una petrolera. Hay que ver qué decisiones van tomando y cómo analizamos esas
decisiones en función de sus intereses. Si en algún momento Juanjo tomara
alguna decisión que afectara a Shell, ahí sí tiene que correrse por un interés
contrapuesto. Pero no puede estar invalidado porque fue presidente de Shell.
Pareciera que no hay paso que
Aranguren pueda dar sobre YPF sin afectar los intereses de Shell.
La información va a ser pública,
todo el mundo va a poder mirar. Necesita el Estado tener gente muy profesional
porque los desafíos que tenemos son hipercomplejos. Si hay alguien no va a
tomar una decisión torcida va a ser Aranguren.
¿Están uniendo a los argentinos?
Es el objetivo más importante.
Vamos a combatir la pobreza en cada decisión, trataremos de luchar contra el
narcotráfico y el crimen organizado, pero si no tenemos una sociedad que apoye
y se una para esos objetivos, puede ser que los logros tengan pies de barro. En
el primer tramo, uno no puede decir que hayamos unido a los argentinos, pero el
primer paso es el de un gobierno que se muestra con otro espíritu. Un
presidente que arma un equipo, da lugar a las decisiones; con los gobernadores
se ha armado una lógica de conversación, de exposición ante los periodistas. La
simbología está bien expuesta. Cuánto resultado nos va a dar y a cuánto tiempo,
no lo sé, pero tenemos esa aspíración. El hecho de que aparezcan datos
concretos, visibles, del gran desfalco que la Argentina ha tenido en los años
anteriores, ayuda a que argentinos que creían de buena que el gobierno hacía
las cosas bien, puedan ahora con más datos sobre la mesa salir del lugar del
fundamentalismo y ver que las cosas no eran tanto como creían. Del mismo modo,
si yo me convierto en una defensora sin ninguna crítica, no estaría uniendo.