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Recambio de peces gordos

Escribe Sebastián Lacunza 

Las crisis económicas suelen ser utilizadas para argumentar a favor de mayor concentración en el mercado de medios. La línea de razonamiento es que conglomerados más poderosos, con más espaldas, podrán solventar las pérdidas de negocios supuestamente inviables con las ganancias de las unidades rentables. 

La postura contraria sostiene que, en contextos difíciles, dada la tendencia "natural" del mercado a la supervivencia del más poderoso, es cuando el Estado debe establecer más que nunca las reglas anticoncentración, de modo de preservar un baluarte básico de toda democracia como es la pluralidad de voces.

La pulseada incrementó sus decibles en Estados Unidos desde que se desató la crisis de 2008, en un proceso cuya última etapa parece salir de la lógica que supone dichas posturas encontradas.

En un primer momento tuvo lugar un verdadero tembladeral. Cerca de doscientos diarios norteamericanos cerraron sus puertas y miles de periodistas quedaron sin trabajo. Ciudades importantes, como San Francisco, estuvieron a punto de encontrarse sin ningún diario de papel (finalmente, San Francisco Chronicle logró sobrevivir), mientras que grupos emblemáticos como Tribune, cuyas marcas históricas son Chicago Tribune y Los Ángeles Times, quedaron contra las cuerdas y fondos buitre aprovecharon la ocasión para hacerse de gran parte de sus acciones.

Con el campo arrasado arreciaron las presiones para modificar la legislación antimonopólica, que encontraron buena acogida en delegados de Barack Obama en la Federal Communications Commission (AFSCA de EE.UU.). Hasta el momento no tuvieron éxito en sus objetivos de máxima, pero la pelea motiva un intenso lobby de una y otra parte.

En EE.UU. existe una histórica reglamentación antitrust que impide a los dueños de diarios explotar licencias de radio o TV en una misma área geográfica. Esa es una entre varias normas que han logrado que en el país existan una decena de proveedores de cable y TV paga relevantes, poderosas cadenas de TV y radio, una veintena de grandes diarios de calidad y páginas web de creciente influencia, pero con cruces de propiedad muy limitados.

Sobre esas limitaciones vienen apuntando hace tiempo magnates como Rupert Murdoch, que explota los canales Fox y posee The Wall Street Journal y The New York Post, y el grupo Gannett, que edita el nacional USA Today, unos ochenta diarios locales y 22 emisoras de TV. No fueron tanto los vaivenes de la relación entre Obama y Murdoch los que trabaron la expansión del australiano sino el escándalo de espionaje en el Reino Unido. Está por verse cuántos cientos de millones de dólares le terminará costando.

En los últimos siete días se conocieron dos novedades relevantes en el mercado de diarios. The New York Times vendió su hermano menor Boston Globe por setenta millones de dólares (lo había pagado 1.100 millones dos décadas atrás), en tanto que la familia Graham dejó de The Washington Post en manos del dueño de Amazon, Jeff Bezos, por 250 millones de dólares. The Post Co., el holding de la familia Graham, conservará los negocios más lucrativos vinculados a la educación, canales locales y Cable One, el décimo sistema de cable de EE.UU. .

Mathew Yglesias escribió en Slate, una publicación de los Graham, que en efecto las "familias propietarias", aquellos que motivados por razones personales o políticas lanzaron títulos legendarios de la prensa, se ven forzados a entregar sus reliquias más preciadas. Demasiados herederos dispuestos con ideas distintas y un frente tecnológico-financiero complejo representan una combinación inviable para el negocio de los medios, indicó el analista.

Lo que se está produciendo, en definitiva, es un recambio de peces gordos. Con otro estilo, otro pasado y distintos intereses, pero con apuestas igual de personalistas que hace más de un siglo. Así como Bezos compró a título personal el Post, con apenas un movimiento de caja, el Boston Globe fue adquirido por el dueño del club Liverpool de Inglaterra y del equipo de baseball Boston Red Sox. Al parecer, no son los fondos buitre ni los accionistas anónimos y diversificados, ni los viejos magnates tan exitosos como problemáticos los que están dando un paso al frente.

@sebalacunza

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