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Lecciones del dossier RCTV

Escribe
Sebastián Lacunza 
Imagen de pantalla de los instantes finales de RCTV.
Ningún otro episodio de la extenuante puja entre Hugo Chávez y los medios privados tradicionales de Venezuela cobró tanta repercusión en el mundo como la caducidad de la licencia del canal RCTV, en mayo de 2007, a tal punto que motivó condenas en el Parlamento Europeo, la Organización de Estados Americanos y un sinfín de ONG y políticos de diversos países.

Chávez tuvo un argumento de peso. La licencia de RCTV en efecto se vencía, el Gobierno venezolano cumplió los plazos de aviso marcados por la ley y justificó la medida en que el canal de Marcel Granier había instigado el golpe de Estado de abril de 2002. El énfasis puesto por la cúpula golpista para agradecer a todos los medios de comunicación opositores, con RCTV a la cabeza, y la presencia de su directiva en el Palacio Miraflores en las efímeras horas en las que el derrocamiento pareció tener éxito dejaron nulo margen a Granier para eludir responsabilidades.

El dueño de RCTV tenía, a su vez, su propio argumento de peso. Su principal e histórico rival en la pelea por el rating, Venevisión, del grupo Cisneros, había declarado en 2002 su "orgullo de haber contribuido" al derrocamiento de Chávez, lo que incluyó sugerencias de magnicidio. En el mismo mes en que fue revocada la licencia de RCTV fueron renovadas las de Venevisión, Televén y otros medios también golpistas cinco años antes. Cisneros y compañía lograron un indulto discrecional del presidente venezolano, lejos de los criterios transparentes que deben regir las políticas de comunicación.

Todos los empresarios mediáticos fueron a absolver posiciones ante la embajada norteamericana, según reveló WikiLeaks. Los hombres de Gustavo Cisneros negaron un pacto con el Gobierno y tacharon de "irresponsable" la actitud de Granier, que no cesó desde 2002 su prédica a favor de la salida de Chávez. Explicaron que Venevisión también haría lo posible para desalojar al presidente de Miraflores, pero con más inteligencia que RCTV.

Anunciada la caducidad de la licencia, resulta oportuno revisar la estrategia que asumió RCTV y cuál fue la respuesta de la opinión pública. El canal de Granier fue a fondo en su prédica antichavista, presentó recursos judiciales y denunció un ataque a la libertad de expresión. En el plano jurídico no tuvo éxito; la ley era clara. Desilusionada por la estrategia de Granier y por la escasa reacción en las calles, casi resignada, la embajada norteamericana sugería apelar a la presión de cuatro jefes de Gobierno: Luiz Inácio Lula da Silva, Néstor Kirchner, José Luis Rodríguez Zapatero y Michelle Bachelet. Todo ello, según los cables del Departamento de Estado.

En el tramo final de su existencia, RCTV apeló a su expertise para tocar la fibra sensible de su audiencia. Llegó el 27 de mayo de 2007. En una caótica y emotiva transmisión, la emisora llenó su pantalla de sus figuras y trabajadores. La cuenta regresiva estaba en marcha y en la noche de aquel día se bajó la palanca que puso fin a 53 años del canal más emblemático de la TV venezolana. Días más tarde, la compulsa cobró intensidad en actos callejeros, pero las manifestaciones chavistas "contra RCTV" y "contra el imperio" fueron más numerosas.

La historia dice que Chávez puso en lugar de RCTV a Televisora Venezolana Social, que vino a sumar a la grilla de medios estatales. Se sabe que el presidente bolivariano respondió con un arsenal tan poco sutil como el de sus opositores mediáticos. Cinco años después, Henrique Capriles encuentra espacio entonces para anunciar que, si gana el domingo, reabrirá RCTV.

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