En el marco del subcontinente más desigual del mundo, aún menos equitativo que el promedio de África subsahariana, la Argentina se encuentra entre los países latinoamericanos socialmente más justos. Ello se explica no tanto por el nivel de ingresos sino por la tradición desde mediados del siglo XX de sistemas de salud y educación bastante universalizados, pese a importantes brechas de calidad en las últimas décadas, indicaron responsables del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Esta oficina emitió ayer un informe regional sobre Desarrollo Humano para América Latina y el Caribe (AMC), con correcciones sobre la base del nivel de desigualdad interna de los países. En concreto, se ponderó la disparidad de tres segmentos: salud, educación y nivel de ingresos. Así, la diferencia entre esos rubros fue tomada en cuenta para «penalizar» el Índice de Desarrollo Humano (IDH) tradicional, con base en datos de 2006. Por ejemplo, un país con desarrollo equitativo en salud e ingresos, pero con una inmensa brecha en educación, sufrió una alta «penalización» estadística en el IDH.
De este modo, el país más igualitario de AMC es Uruguay, tanto según la ponderación de los componentes del IDH como por el coeficiente Gini, que mide ingresos. Por su parte, la Argentina es el tercer país de Latinoamérica en la escala Gini, detrás de su vecino rioplatense y Venezuela, y el segundo en nivel de equidad, según el recálculo del IDH.
En el extremo opuesto, Bolivia, Honduras y Nicaragua ven reducir el nivel de su IDH casi a la mitad de su valor, por gigantescas brechas en nivel de ingresos en los dos primeros casos, y el pésimo acceso a la salud para sectores postergados en el tercero.
Igualdad no es sinónimo de desarrollo. Por ello, el coeficiente Gini es el 18% más bajo (es decir, más justo) en el promedio de los países de África subsahariana en relación con AMC.
Ocurre que del otro lado del Atlántico predomina un parejo mar de pobreza e indigencia, más abarcativo que el de países latinoamericanos muy desiguales, como Bolivia, Brasil y Paraguay. En relación con la elite económica de ingresos altos (Europa occidental, Estados Unidos, Canadá, Japón, Australia, etc.), el medidor Gini es un 65% más equitativo con respecto al de AMC. Más datos.
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