Escribe Sebastián Lacunza Editor-in-Chief El paso del general César Milani por la jefatura del Ejército, concluido ayer, representa una incógnita que el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner no se ha molestado en responder. Milani está lejos de ser el único jefe de la fuerza desde el retorno de la democracia sobre el que han pesado acusaciones de violaciones a los derechos humanos, pero dado que los gobiernos kirchneristas pusieron la vara alta, al impulsar una saludable política de memoria y justicia, la contradicción de su permanencia en el cargo se torna más evidente. En definitiva, el juego de la democracia implica que el gobierno asuma costos políticos por haber designado al mando del Ejército a un oficial que había estado encargado de instruir el sumario que terminó fraguando la desaparición del soldado riojano Alberto Agapito Ledo en 1976. Sin embargo, el mayor daño del expediente Milani no es a un sector político sino a algunas de las organizaciones de d...
Notas de Sebastián Lacunza en medios de Argentina y otros países