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"Ningún país se animó a hacer lo que hicimos nostros"

ENTREVISTA A ELENA HIGTON, LA "JUEZA SILENCIOSA"

Highton de Nolasco: “Ningún país se ha animado a hacer lo que hicimos nosotros”

Elena Highton de Nolasco, única mujer integrante de la Corte Suprema tras la muerte de Carmen Argibay, abre las puertas de su despacho para hablar de acceso a justicia, lobbies políticos y económicos, reformas pendientes e hitos del tribunal del que forma parte hace una década. Consultada sobre si tiene algún reparo hacia la existencia de crucifijos en los despachos, Highton, conocida como “la jueza silenciosa”, le quita trascendencia al asunto y, buscando entre las paredes, admite: “Quizá tenga alguno por allí”.

Entrevista de Sebastián Lacunza y Luciana Bertoia



Viernes: Tras la muerte de Argibay, se hizo cargo de la Oficina de la Mujer, que depende la Corte Suprema. ¿Cree que existe un ambiente machista en el Poder Judicial?
Elena Highton de Nolasco: Toda la cultura está afectada; la discriminación existe en todos lados. La gente empieza a darse cuenta, es cuestión de concientizar. Hay provincias que son más machistas que otras, inclusive hubo algún que otro ministro de la Corte machista. La cultura, de a poquito, va cambiando.
V.: ¿Quiere decir que hay algún ministro de la Corte con inclinaciones machistas?
E.H.:
 No, no estaba hablando de la Corte nacional. Hablaba, en general, de alguna Corte provincial o de otros países. Ésta es una corte abierta a las políticas de género. No hay ningún machismo.
V.: Mirando otros países de la región, ¿se puede decir que la Argentina se destaca por tener menores niveles de mujeres en puestos claves en el Poder Judicial?
E.H.:
 Yo diría que no. Pero, de acuerdo con nuestro mapa de género, queda claro que en la medida en que se va ascendiendo en la escala, hay más varones. De hecho, en la Corte estoy yo sola. En otros países es igual o peor.
V.: ¿La Iglesia Católica incide sobre el Poder Judicial?
E.H.:
 Prima la religión católica en el país. Eso no quiere decir que contamine las decisiones. Es cierto que algunos jueces provinciales o nacionales -no hablo de miembros de la Corte nacional- tienen una ideología donde la religión católica adquiere un peso muy importante, donde se decide a veces más por la religión que por la ley. Hay algunas provincias en las que los sacerdotes son muy conservadores y llaman a los legisladores. No sé si llaman a los jueces, pero, al menos, influyen en algunas decisiones.
V.: ¿Qué opina de tener crucifijos en las salas?
E.H.:
 Nosotros no hemos decidido ese tema; prefiero no decir nada por si alguna vez tengo que decidirlo. Personalmente, si lo veo, no me molesta. Quizá yo tenga alguno por allí (afirma buscando en las paredes) Si tengo que decidir, bueno: si hay un crucifijo, debería haber eventualmente emblemas de otras religiones.
V.: ¿Por qué hay algunas provincias más atrasadas en las que la Justicia es vista como extremadamente lejana, donde es difícil el acceso a ella?
E.H.:
 Hay que diferenciar. El acceso a la Justicia es acceso a la vía judicial, al expediente, al juez y a la sentencia. En acceso a justicia está comprendido todo lo demás, todas las formas alternativas, por ejemplo, las mediaciones, arbitrajes, oficinas de violencia doméstica, de información ciudadana. Nosotros tenemos el mapa del país y todas las provincias tienen algo. Donde el tema está más atrasado es un asunto presupuestario.
V.: ¿Cuántas provincias, por ejemplo, tienen una Oficina contra la Violencia Doméstica o machista, que siga el modelo de la de la Corte?
E.H.:
 El convenio lo hice con las 23 provincias, pero las que tienen una oficina son Tucumán, Santiago del Estero, Salta y Santa Cruz.
V.: ¿Qué opina del ingreso por concurso público al Poder Judicial sancionado el año pasado?
E.H.:
 Está dictado por ley y se está empezando a organizar. No es fácil y estamos en eso. En la Oficina contra la Violencia yo hago convocatoria pública y los peritos siempre entraron por concurso.
V.: ¿Quiere decir que apoya esta parte de la reforma que incluyó otras leyes que generaron debate?
E.H.:
 Lo cierto es que el ingreso, cuando no hay concurso, es por conocimiento del juez o por familiares de otro juez. Yo creo que el concurso es bueno porque permite elegir entre más.
V.: "Democratizar" el ingreso al Poder Judicial fue una de las patas de un paquete más amplio de leyes. ¿Cree que hace falta reformar la Justicia?
E.H.:
 Siempre estamos reformando. Las políticas de Estado del Poder Judicial no implican una reforma legal. Las reformas, muchas veces, son cosas que se hacen. Por ejemplo, toda la difusión de las sentencias en el Centro de Información Judicial (CIJ), los concursos, la comisión de acceso a justicia, las oficinas de violencia doméstica y de atención ciudadana. Todas ellas son reformas. Lo que importa es llegar a la gente. Nosotros agregamos audiencias públicas para que se vea (Riachuelo, ley audiovisual), aunque algunos digan que es para perder tiempo. Pero todo el mundo se dio cuenta de que es bueno que haya audiencias porque sabe qué dice cada parte y la gente puede prever un poquito más. A veces, cuando la prensa sin conocer el caso da una versión u otra, se va haciendo una película que muchas veces no responde a la realidad. La gente lo que lee es eso. No lee después la sentencia o si la lee, se enoja.
V.: ¿Qué pasa con el tema de Ganancias para los jueces?
E.H.:
 Estamos trabajando.
V.: ¿Puede haber algún resultado?
E.H.:
 Puede haber, pero no sé cuándo.
V.: Con respecto al debate de la ley de medios, hubo algunos actos agresivos de fuerzas oficialistas que parodiaron a los integrantes de la Corte, y luego, conocido el resultado, algunos periodistas y legisladores denunciaron manejos turbios y promovieron el juicio político. ¿Cómo lo vivió?
E.H.:
 En la audiencia se vieron muchas cosas, luego salió la sentencia. Siempre hay distintas expectativas y siempre alguno se enoja, sobre todo el que pierde (risas).
V.: ¿Le afecta escuchar que un diputado quiere hacerle juicio político o que se caricaturiza a un juez en la plaza?
E.H.:
 Tengo cuarenta años en el Poder Judicial y las espaldas anchas. Hay libertad. Los jueces somos más prudentes en nuestro lenguaje que los miembros de otros poderes. Dentro de los límites del respeto, hay libertad para decir lo que se quiera. A mí no me preocupa demasiado. Hay algunos a los que se puede herir mucho. Cuando el ataque es contra un juez en particular, ahí se pone más difícil.
V.: A veces las asociaciones de magistrados sacan comunicados para responder a las críticas...
E.H.:
 Está bien que la institución que represente a los jueces exija respeto o mesura en lo que se dice. Cuando hay estos comunicados de las asociaciones, generalmente es porque ha habido un exceso. No tienen valor jurídico. Cuando hay algo que está sometido a juicio, no se meten.
V.: La pregunta se enfoca en la idea del "colectivo" de jueces. ¿No es cuestionable cuando los jueces deben revisar las decisiones de sus colegas?
E.H.:
 En general, los juicios políticos a jueces se han movilizado desde adentro del Poder Judicial.
V.: ¿No comparte la idea de que los jueces tienden a formar un bloque protectivo?
E.H.:
 Protectivo cuando hay, como digo, un ataque inadecuado. Cuando hay sometimiento a juicio, cuando un juez tiene mala conducta, los primeros en decirlo somos los jueces. Expulsar a la manzana podrida protege a todos los otros jueces. Ahí es cuando hay que reaccionar para proteger.
V.: ¿Le preocupa algo de la relación con los otros poderes del Estado o poderes fácticos?
E.H.:
 En la Corte tenemos una relación institucional adecuada. Puede haber algunas provincias donde algunos gobernadores pretenden una mayor injerencia.
V.: ¿Por qué cree que el número de denuncias presentadas ante la oficina contra la violencia machista está creciendo, porque hay una mayor visibilidad del problema o porque hay mayores niveles de violencia?
E.H.:
 Cada vez viene más gente, probablemente sea porque más gente conozca la oficina. Tal vez la sociedad sea más violenta. También es una preocupación la violencia de género, como son las violaciones de los soldados después de las guerras. Ahora, por ejemplo, están saliendo a la luz las violaciones en los centros clandestinos de detención (ndr: durante la dictadura) porque era una forma más de tortura.
V.: ¿Qué pasa con la discusión acerca del aborto?
E.H.:
 La Corte Suprema habló de lo que está en el Código Penal. De otra cosa no voy a hablar.
V.: Pero cuando hay que implementar el fallo de la Corte, hay una especie de laguna en la que se establecen diferentes criterios en situaciones similares, tanto en instituciones públicas como en instancias judiciales, ¿no le parece?
E.H.:
 Si bien se dieron algunas recomendaciones, la Corte resolvió para el caso (planteado). Se emitieron algunas pautas para evitar que ocurra un caso todos los días. La Corte Suprema tiene algunas sentencias en las que se establecen pautas generales que hacen a las políticas públicas del Poder Judicial. La interpretación de eso se va haciendo de a poquito.
V.: ¿Qué opina del proyecto de ley del Código Civil que el año pasado obtuvo media sanción?
E.H.:
 Yo espero que se apruebe como está. Ya no sé cuáles son los últimos cambios. Me los mandaron, pero no los tengo estudiados. Aun con todos los cambios, yo creo que se tiene que aprobar.
V.: ¿Pero hubo modificaciones en el anteproyecto presentado por usted, por Ricardo Lorenzetti y Aída Kemelmajer que le molestaron?
E.H.:
 Nosotros hicimos un anteproyecto que se entregaba al Poder Ejecutivo. Lo entregamos en tiempo y forma; en un año. Es una ley que tiene una idea de permanencia de, por lo menos, 100 años, pero se pueden hacer reformas la semana siguiente a aprobarlo. Lo importante es que salga. El código cambia el país. Moderniza muchas instituciones: pueblos originarios, la familia...
V.: ¿Le interesa de igual modo que se sancione un nuevo Código Penal?
E.H.: 
No participé, no voy a opinar. Está más verde que el Código Civil en cuanto a su avance.
V.: Si hubiera que designar un nuevo juez de la Corte...
E.H.: 
No hace falta porque somos seis hasta que se alcance el número de cinco.
V.: Por lo pronto, el juez Eugenio Raúl Zaffaroni anticipó que a fin de año renuncia.
E.H.: 
No lo sé, hay que preguntarle a quien corresponda.
V.: Si se fueran dos miembros de la Corte, ¿estaría de acuerdo con que se designe a una mujer?
E.H.: 
Desde el punto de vista de que he quedado sola, sí. Me parecería adecuado que fuera una mujer.
V.: ¿Qué opina de los juicios por jurados?
E.H.: 
Están establecidos en la Constitución desde siempre. Hay que ver cómo, en qué condiciones se los lleva a cabo.
V.: ¿Aun si los jueces relegaran un poco de su poder?
E.H.: 
La Constitución lo dice. Compartir la decisión o impartir justicia con otros es dar mayor acceso a justicia. El sueño sería que uno no tuviera más trabajo como juez porque todo se arregló pacíficamente.
V.: ¿Sintió, en algún momento, que algún funcionario o representante de algún poder fáctico o privado intentó ejercer alguna presión sobre usted?
E.H.: 
Nunca en los 40 años que llevo en el Poder Judicial.
V.: ¿Qué fallo la marcó en estos casi diez años en el máximo tribunal?
E.H.: 
Es difícil porque cada uno es trascendental para distinta gente. Para la prensa es la ley de medios. Para otros, el aborto no punible.
V.: ¿Y el fallo Julio Simón, que reabrió los procesos por crímenes cometidos durante la última dictadura?
E.H.: 
Es un hito que recorrió el mundo. Fue un fallo importantísimo, lo mismo que Arancibia Clavel, que se refería a la prescripción. Junto con el fallo de los indultos, se arma un bloque de fallos que tienen que ver con toda una época de la historia. De todas las políticas públicas del país, éstas son las que a lo mejor tienen más importancia. Simón es un fallo que ha recorrido el mundo. Ningún país se ha animado a hacer lo que hicimos nosotros, que es hacer justicia con los mismos jueces del Poder Judicial. Acá no se hicieron tribunales especiales como en Nuremberg.
V.: ¿Le genera orgullo que el país esté promoviendo una investigación por las violaciones a los derechos humanos cometidas durante la dictadura franquista?
E.H.:
 Eso es parte de lo que había pasado antes acá. Cuando en un lugar no se juzga, puede hacérselo en otro porque los delitos de lesa humanidad interesan a todos. Esto genera una mejor defensa de los derechos humanos.

@sebalacunza @LucianaBertoia

Entrevista publicada en Buenos Aires Herald


BIO

Lomas de Zamora, 7 de diciembre de 1942.

Estudios: Barker, Lenguas Vivas, Facultad de Derecho (UBA).

Ingresó al Poder Judicial: 1973.

Ingresó a la Corte Suprema: junio de 2004.

Algunos libros publicados:
Derechos de garantía (1980)

Responsabilidad civil: administradores, consorcios, consorcistas y vecinos (1986).

Mediación para resolver conflictos (con Gladys Álvarez, 1995).

Justicia en cambio. Sociedad civil, abogados y jueces. Un nuevo proyecto para la administración de justicia (2003).

La función notarial en la comunidad globalizada (con Angélica Vitale, 2005).

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