El país recordó el pasado lunes el 38º aniversario del golpe que dio inicio a su peor dictadura. No resulta sencillo encontrar un ejercicio similar de memoria colectiva tan persistente y abarcativo (de edades, grupos sociales, regiones) en una sociedad contemporánea que fuera sometida al terrorismo de Estado. Con marchas y contramarchas, la Argentina encontró un camino de memoria y justicia al menos aceptable. La idea de los dos demonios y, más aun, la vocación negacionista parecieron quedar en los márgenes. Sin embargo, aunque un retorno a la impunidad parece improbable, en los últimos años se reinstaló cierta relativización de lo ocurrido con formas algo más sofisticadas que antaño. El barro político y la partidización de organismos de derechos humanos aportan su cuota para que ideas oscuras vuelvan a escena. Escriben Sebastián Lacunza y Luciana Bertoia La democracia argentina había llegado a un consenso saludable: el terrorismo de Estado debe ser juzgado y sus...
Notas de Sebastián Lacunza en medios de Argentina y otros países