Petter Slaatrem Titland, de Attac, aguarda en Florianópolis la oportunidad de volar a Buenos Aires. La británica Sally Burch ya aterrizó en Ecuador
Sebastián Lacunza
@sebalacunza
Letra P
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Desde su inesperado exilio, Titland no se rinde y anuncia que va a regresar a la Argentina en las próximas horas o días para participar de la cumbre ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC), que se desarrollará desde este domingo hasta el miércoles en el Centro Cultural Kirchner y los hoteles Hilton y Sheraton.
Petter Titland estaba anoche agotado pero no abandonaba el sentido del humor. “Florianópolis es un buen lugar para estar a la deriva”, bromeó el portavoz de Attac Noruega desde la capital del estado de Santa Catarina, cuarenta horas después de haber partido desde Oslo hacia Buenos Aires y tras ser expulsado de Ezeiza por el gobierno de Mauricio Macri.
Petter Titland estaba anoche agotado pero no abandonaba el sentido del humor. “Florianópolis es un buen lugar para estar a la deriva”, bromeó el portavoz de Attac Noruega desde la capital del estado de Santa Catarina, cuarenta horas después de haber partido desde Oslo hacia Buenos Aires y tras ser expulsado de Ezeiza por el gobierno de Mauricio Macri.
Este geógrafo de 33 años, portavoz de una reconocida ONG global que lucha contra los paraísos fiscales y los tratados de libres comercio, confía en que dará frutos la protesta que la ministra de Relaciones Exteriores de su país, Ine Eriksen Soreide, formulará este fin de semana durante una reunión bilateral solicitada al canciller Jorge Faurie. En cualquier caso, su próximo destino es Buenos Aires, porque tiene fechado vuelo de regreso el próximo 18 desde Ezeiza hacia Oslo-Gardermoen.
“Voy a esperar unos días a que la situación se resuelva. Ayer la ministra de noruega pidió una reunión con el ministro de Argentina. Lo peor que puede pasar es que tenga que esperar aquí hasta que la OMC se termine, pero voy a Buenos Aires el 18 porque no tengo dinero para comprar otro billete de Brasil a Noruega”, indicó Titland a Letra P.
El dirigente de Attac no tiene ningún vínculo con Florianópolis, tan sólo fue su escala previa a Buenos Aires.
A la deportación de Titland se suma otra de alto impacto, como es la de la periodista británica, feminista y experta en democratización de internet, Sally Burch, quien fue forzada a embarcar el viernes a las 19.30 con destino a Lima, escala previa a Ecuador, donde reside.
Minutos antes de la partida de Burch, cuando ya estaba sentada en el avión, la Cámara Federal de La Plata habilitó un tardío habeas corpus que no impidió su salida del país. Dos días antes, un juzgado federal de Lomas de Zamora había rechazado in límine una presentación colectiva del Centro de Estudios Legales y Sociales, porque entendió que era prematuro. Una vez más, la Justicia faltó a la cita.
Burch dirige la Agencia Latinoamericana de Información, red nacida en Canadá en 1977 para romper el bloqueo de las dictaduras de la región, y fue presidenta de la Asociación de la Prensa Extranjera en Ecuador. Es autora de varios libros y tiene una vasta experiencia como conferencista y consultora de Naciones Unidas.
El miércoles, el gobierno argentino había intentado impedir el ingreso al país de un francés y un brasileño, pero gestiones diplomáticas lograron desbloquear la situación. En tanto, otros dos brasileños de la Rede Brasileira Pela Integração dos Povos, organización que pugna contra el negocio de los medicamentos, fueron retenidos este sábado y luego liberados gracias a la intervención de la embajada de su país.
Los rechazos de activistas de todo el mundo fueron ejecutados por Cancillería a instancias el Ministerio de Seguridad, que afirma haber recibido informes y revisado páginas de Internet que probarían “explícitos llamamientos a manifestaciones de violencia a través de las redes sociales, expresando su vocación de generar esquemas de intimidación y caos”.
Un dato curioso. Cancillería no tenía prueba de ningún tipo contra Titland o Burch sino que habían sido rechazadas las ONG que representan, en contra de la decisión de la OMC. Según el gobierno argentino, Attac Noruega participó del “incendió Hamburgo” en julio pasado, en ocasión de la cumbre del Grupo de los 20.
“Eso es una mentira, participamos en Hamburgo con una persona, pero como decimos en todas las redes sociales y los medios, no apoyamos la violencia como método de expresión”, dijo Titland el viernes al programa “La Vuelta de Zloto” en Radio 10.
Los bloqueados fueron 60 representantes de 18 organizaciones. Algunos de ellos provenían de países a los que se requiere visa para ingresar a Argentina, como algunos asiáticos, por lo que ni embarcaron, pero otros, como Titland, Burch, y otros europeos y latinoamericanos, una vez aterrizados en Ezeiza, se encontraron con la lista negra. Tras horas de idas y vueltas, funcionarios les endilgaron un artículo de la ley de Migraciones que tipifica el delito de “falso turista”.
Las semanas previas fueron de intensas negociaciones. De un lado, la OMC, la Unión Europea y gobiernos extranjeros. Del otro, el Ejecutivo de Macri. La presión internacional, pública y discreta, llevó a que la lista de rechazos se redujera.
El choque de culturas fue copernicano. Mientras el gobierno argentino esgrime el mismo registro que utiliza para reprimir a mapuches o encarcelar a Milagro Sala, la comunidad internacional procura contener conflictos por la vía de la integración.
Desde que a fines del siglo XX recrudecieron protestas definidas en su momento como antiglobalización, organizaciones como ONU y OMC trataron de dar cauce al reclamo abriendo espacios a la “sociedad civil”. En ese marco, Attac y la chilena Derechos Digitales (por la que se acreditó Burch) lograron la venia de la OMC para particpar en la cumbre en el CCK pero chocaron con la mano dura del Ministerio de Seguridad.
Con voz serena y mucha incredulidad sobre lo que le tocó vivir, Burch declaró que “es evidente la razón por la que me mandan de regreso es para restringir la participación de voces críticas en la cumbre”. “Es una actitud poco democrática del gobierno argentino, se supone que como anfitrión debe garantizar la participación de todos quienes quieren participar de manera pacífica en el debate de la OMC”.
“Es increíble lo que hicieron con Sally”, se solidariza Titland desde Brasil. El representante de Attac y experto en América Latina pide no olvidar “las razones políticas por las que quieren expulsar a la sociedad civil. Los países ricos están incumpliendo promesas de la cumbre de Doha de la OMC”. “Es una prueba de la situación de la democracia en América Latina y muestra a la sociedad internacional que la democracia en Argentina está amenazada. Hacer algo así en una reunión internacional, contra ciudadanos y representantes de otros países, requiere una confianza en sí mismo muy grande”, agregó.
La lista de repudios ante las deportaciones crecía el fin de semana. A los gobiernos de Ecuador y Noruega se sumó la Relatoría para la Libertad de Expresión de la OEA e infinidad de organizaciones.
Para Macri, lidiar con reclamos internacionales no es una novedad. Convive con ellos desde los primeros días de su gobierno, cuando se puso en el blanco de comisiones de derechos humanos de la ONU y la OEA por el arresto de Sala y los cambios abruptos en la legislación de medios.
Con 2017 llegaron las muertes en contexto de represión de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, que dieron lugar a cuestionamientos de otro tenor.
La novedad de los rechazos a acreditados en la cumbre de la OMC es que Macri parece dispuesto a dar pelea en otra escala, esta vez, enfrentándose a gobiernos europeos y organizaciones de gobierno global. Una paradoja para una administración que dio sus primeros pasos coleccionando fotos con líderes internacionales.