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Odiada, admirada, despreciada, la "periodista" Judith Miller se queja de cómo relatan su historia

Judith Miller ventilaba en The New York Times los supuestos informes confidenciales que daban cuenta, con falsedad, de las armas de destrucción masiva de Sadam Husein. Todo en off, todas fuentes reservadas, todo en línea con lo que Bush, Cheney y Rumsfeld querían.
Tanto estrellato y falta de rigor para ganar tapas generó resquemor en sus compañeros del diario. Pero los años que siguieron al atentado del 11 de septiembre de 2001 justificaban estropicios periodísticos.
El caso es que Miller (foto) pasó a ser víctima y admirada por ciertas organizaciones y parte de la opinión pública cuando fue a la cárcel por negarse a revelar una fuente. Una periodista con prácticas poco éticas, que operaba con sus fuentes en off, se abrazaba a un principio básico del periodismo como es la reserva de la fuente.
En concreto, Miller se resistió a revelar quién le había pasado el dato de la identidad de una agente de la CIA, Valerie Plame. Una vendetta que motorizó el entorno del ex vice Dick Cheney para cobrarse un informe del diplomático Joseph Wilson, esposo de Plame, quien había desbaratado mediante un informe riguroso la falsa pista del uranio de Níger para Sadam. Tras una misión oficial, Wilson contradijo la tesis Bush, y tras cartón, alguien filtró el dato de Plame como agente de inteligencia.
El diplomático, ya divorciado de Plame, escribió un libro y Hollywood lo hizo película. Fair Game. Actúa Naomi Watts. La pienso ver.
Miller salió de la cárcel tras pocos días. No lo sé en detalle, pero me la imagino planificando un regreso triunfal. Nada la detendría rumbo a un futuro fantástico. Más primicias. Premios y conferencias en el mundo.
Ocurrió que los tiempos habían cambiado y el Times desempolvó ciertos principios que habían sido olvidado durante años. Con las falsedades de Bush expuestas, la hora de Miller se había acabado. Todo muy bien con la reserva de la fuente, pero todo mal con las tropelías previas.
Como pasa siempre, la "periodista" se perdonó a sí misma y encontró un nicho. Nada es gratis para algunos, pero tampoco nada es del todo caro. Ahí anda Miller escribiendo y hablando, y acá está furiosa en The Wall Street Journal contra la versión de Wilson hecha película.

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