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Lava Jato en Argentina: la audacia y el cálculo



El gobierno forcejea para conducir el aterrizaje de la investigación sobre las coimas de Odebrecht en el país


Escribe
Sebastián Lacunza
Buenos Aires Herald

El calendario marca que el 1 de junio es inminente. Ese día vence el compromiso sellado entre los fiscales brasileños y 78 ejecutivos y un operador del gigante de la obra pública Odebrecht que estableció un secreto de seis meses sobre los detalles de una de las mayores tramas de corrupción de la historia de América Latina.
Sin disimulo, el gobierno de Mauricio Macri se lanzó a conducir el aterrizaje del capítulo argentino del Lava Jato, que, como mínimo, involucraría 35 millones de dólares en coimas. Pero el intento tiene sus bemoles.
El ministro de Justicia, Germán Garavano, y su aliada en la Oficina Anticorrupción (OA), Laura Alonso, procuraron los últimos días sacar del medio a los fiscales y expusieron su intención de llegar a un acuerdo con Odebrecht. El martes, Garavano recibió en su despacho a responsables de la empresa y decretó el “fracaso” de la Procuración General para alcanzar un acuerdo similar al que rige en Brasil. Acto seguido encomendó a Alonso — una ferviente admiradora de Macri — que recabara toda la información proveniente de Brasil. El objetivo es claro: el gobierno quiere evitar la intervención de la procuradora general, Alejandra Gils Carbó, y de los fiscales que actúan en diferentes causas que involucran a la megaempresa de la construcción que desató un tembladeral continental.
El plan estaba en marcha, pero la justicia federal movió sus fichas. En el mediodía del miércoles, cuando el abogado de Odebrecht, Guido Tawil, se hallaba en dependencias del ministerio de Justicia para continuar las negociaciones con Alonso y el nuevo procurador del Tesoro, Bernardo Saravia Frías, (un hombre de Ernesto Sanz), el juez Sebastián Casanello habría ordenado un allanamiento de las oficinas de Odebrecht en Buenos Aires en el marco de una investigación sobre presuntas coimas para la realización de una planta purificadora de agua en el Delta. No era momento de negociar inmunidad, o al menos quedaba en evidencia de que había errado de interlocutor, por lo que Tawil debió retirarse abruptamente rumbo al estudio Bomchil, un despacho especializado en litigar contra el Estado en el exterior.  
El objetivo está explicitado. El gobierno de Macri quiere evitar las sorpresas que puede generar una investigación diseminada entre la procuradora general, Alejandra Gils Carbó, y media docena de fiscales y jueces, algunos de los cuales no responden al Ejecutivo.
El 4 de abril pasado, el Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires (CACBA), una organización privada que agrupa a letrados de grandes estudios jurídicos, invitó al juez de Curitiba Sergio Moro, quien dio impulso inicial a la investigación del Lava Jato. Moro fue paseado com un héroe por el CACBA. Sometido a tormentas de todo tipo, no se privaron de la foto con Moro el presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, ni el juez federal Claudio Bonadío, alfil circunstancial del gobierno nacional, ni el ministro Garavano.
En el homenaje a Moro organizado en el Salón Vélez Sarfield de la señorial sede del CACBA en la calle Montevideo, el presidente de la institución, Guillermo Lipera, fue claro: “necesitamos Sergios Moros; nuestra meta por ahora debe ser sacar a Gils Carbo”.  El centenar de abogados presentes, en su mayoría partidarios del gobierno de Macri, estallaron en aplausos. Además, del impulso irrefrenable por la honestidad, los abogados del CACBA comparten otros objetivos, que dejan saber en cada una de sus actividades públicas: la consolidación del libre mercado y la impunidad para los represores de la dictadura. Tawil es uno de los miembros destacados del Colegio VIP.


Alegría tem fim
Al gobierno de Mauricio Macri le cuesta contener su entusiasmo ante la posibilidad de asestar un golpe al kirchnerismo, a las puertas de la campaña electoral. Se supone que los arrepentidos brasileños ya brindaron y podrán ampliar detalles sobre el destino de coimas a funcionarios del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. No sería extraño que surgieran nombres clave que estuvieron a cargo de la obra pública, más allá de Ricardo Jaime, el exsecretario de Transporte y multicorrupto que cumple prisión en Ezeiza.
Una filtración por goteo sobre coimas por todas partes, dando cuenta de un esquema del que le costaría despegarse a la propia expresidenta, sería un impulso ideal para los candidatos de Macri de cara a octubre, a falta de noticias económicas alentadoras. Ciertos funcionarios macristas (no todos, según Carrió) sueñan con que aparezca en el Lava Jato, por caso, el apellido de Julio de Vido, el todopoderoso exministro de Planificación que manejó la obra pública durante los doce años y medio del kirchnerismo.
Pero, al mismo tiempo, la Casa Rosada vive el Lava Jato brasileño con cierta zozobra. Alegría tem fim.
La paradoja es que, hasta ahora, los datos más concretos sobre destinatarios y usufructuarios de las probables coimas de Odebrecht en la Argentina apuntan a dos nombres cruciales, no sólo del gobierno nacional, sino del círculo más próximo a Mauricio Macri. Por un lado, Ángelo Calcaterra, el primo que, en 2007, les compró la empresa constructora IECSA al Presidente, su padre y sus hermanos (una adquisición al parecer ficticia, según confesó el propio Franco Macri, padre de Mauricio). Calcaterra es socio de Odebrecht en el soterramiento del ferrocarril Sarmiento, la obra más importante del consorcio brasileño en la Argentina. Según emails incautados por la Justicia de Brasil, Javier Sánchez Caballero, CEO de IECSA habría cogestionado las coimas para lograr la adjudicación de la obra.


En segunda instancia pero todavía más directamente implicado aparece Gustavo Arribas, el titular de la Agencia Federal de Inteligencia, íntimo de Macri e inquilino del departamento de la pareja presidencial sobre Avenida Libertador. Antiguo comercializador de jugadores de fútbol, Arribas habría recibido 850.000 dólares en 2013 mediante al menos diez transferencias de parte de empresas de obras públicas brasileñas, según el delator Leonardo Meirelles, quien negoció una pena menor con la Justicia de su país. Este doleiro declaró hace dos semanas ante fiscales argentinos y asegura tener pruebas de sus dichos. Si en efecto llegan los comprobantes ya solicitados por los fiscales Federico Delgado y Sergio Rodríguez, junto con la caída de Arribas se desmoronaría del todo el tono moralizante que todavía sostienen los partidarios más fieles de Mauricio Macri.
¿Insistirán Alonso y Garavano para que les entreguen esos documentos? ¿Los delatores brasileños harían caer a Julio de Vido y, junto con él, dejarían expuesto un vasto esquema de corrupción hilvanado por el gobierno de de CFK? ¿O demostrarían que el Grupo Macri nunca dejó atrás los vicios de la patria contratista que le dieron origen y el gobierno de Mauricio Macri utiliza el Estado para proteger a sus empresas y potenciar sus negocios? ¿O ambas cosas? Al fin y al cabo, IECSA fue uno de los contratistas privilegiados por el ministerio de De Vido, además de haberse asociado al empresario amigo de Néstor Kirchner, hoy detenido, Lázaro Báez.


Pulseada
Sin vueltas, Odebrecht aspira a dos objetivos esenciales: el cese de la persecución penal contra sus ejecutivos brasileños y argentinos, y la continuidad de las obras, que incluyen el soterramiento del Sarmiento, una planta de saneamiento de agua en el Paraná de las Palmas, y rutas y gasoductos en diferentes provincias.
“El gobierno se mueve para solucionar sus problemas internos, para contener a Elisa Carrió, pero no podrán ofrecerles lo que piden porque para la ley argentina es imposible, sería ilegal. La ley del arrepentido argentina autoriza a negociar el monto de la pena pero no el cese de la persecución penal ni la garantía de ejecución de los contratos”, sintetizó ante el Herald un fiscal federal al tanto de las investigaciones locales que involucran al gigante brasileño.
“Somos los primeros que queremos saber quiénes recibieron las coimas”, dijo ayer el jefe de Gabinete, Marcos Peña, a la salida del Te Deum en la Catedral, y en un tiro por elevación, encontró un blanco predilecto, Gils Carbó, a quien acusó de demorar un acuerdo con los brasileños.
Hay que reconocer que el gobierno de Macri, a veces, no disimula sus objetivos. Cada vez que un fiscal activa una denuncia contra el Presidente o sus allegados, voceros oficiosos hacen saber que buscan un recambio de fiscales.
No es que falten fiscales que ya actúen en consonancia con la Casa Rosada con precisión milimétrica, pero el sistema acusatorio argentino tiene una alta dosis de azar y descentralización. Por caso, impide que la procuradora general dé instrucciones específicas sobre cómo actuar en un expediente.
Sí, en cambio, la Procuración tuvo un rol decisivo en la recepción de informes relacionados a depósitos ocultos en el exterior de los hermanos del Presidente Mariano y Gianfranco Macri, y ya tendió puentes con la Procuración General de la República (PGR) de Brasil que dirige Rodrigo Janot para recibir la información sobre Odebrecht. Una vez recibida la información, la oficina de Gils Carbó deriva los informes recabados a las fiscalías que actúan en los juicios. Acaso la OA de Alonso sabría guardar mayor discreción.
Por unos días más, rige el secreto comprometido por la Justicia de Brasil con los arrepentidos, aunque media docena de fiscales y jueces federales argentinos solicitaron información a sus pares brasileños. La PGR ya anunció que se apresta a compartir los datos, aunque la ampliación de detalles dependerá del acuerdo que alcancen los arrepentidos con cada país.
En Brasil, el sistema de delación premiada permitió conmutar penas de ejecutivos y empresarios y la continuación de las operaciones de la compañía, a cambio de la identificación de políticos y funcionarios corruptos y el pago de una multa por US$ 2390 millones. Una negociación similar tuvo lugar en República Dominicana, mientras que en otros países, como Perú (donde la mancha de las coimas anega a los tres últimos presidentes) y Colombia, amenazan con cancelar total o parcialmente los contratos de Odebrecht. En tanto, los gobiernos de Panamá y Ecuador anunciaron que la empresa brasileña no podrá participar de futuras licitaciones y dicen presionar para que les sea remitida la información. El tiempo dirá en qué grado se cumplen las advertencias.


De ambos lados del mostrador, una vez más
El novedoso ensayo de CEO y empresarios a cargo de la Casa Rosada pone una y otra vez ante su propio laberinto.
Si aún forzando la ley, por la vía de facto, el gobierno de Macri lograra que Odebrecht siguiera como principal empresa a cargo del megatúnel para el tren Sarmiento chocaría con un evidente conflicto de interés. Junto a Odebrecht, en esa obra del oeste del Gran Buenos Aires seguirían operando la italiana Ghella y la argentina IECSA, la empresa que Calcaterra, el primo de Macri, le acaba de vender al empresario Marcelo Mindlin.
Hombre que asume riesgos, el ascendente empresario Mindlin aceptó comprar hace dos meses una firma cuyo activo principal es un contrato acechado por inconvenientes judiciales graves. Con Mindlin, los caminos se bifurcan, una vez más, entre el kirchnerismo y el macrismo. Fue durante el gobierno anterior que este hombre de negocios dio el paso hacia empresas estratégicas como Petrobras (petróleo) y Edenor (electricidad), pero gracias a la estampida tarifaria de 2016 y la que terminará de coronarse en 2017, dispuestas por Macri, su margen de facturación y ganancias creció exponencialmente. Razones alentadoras, entonces, para comprar una empresa de obra pública a un primo del Presidente.
En el marco del frenesí moralizador del gobierno de Macri ni se menciona la hipótesis de cancelar el contrato del Sarmiento, al menos en lo que atañe a Mindlin. Por el contrario, el año pasado, a pesar de la parálisis de la obra pública, la Casa Rosada se ocupó de reactivar la megaobra que transformará el tren que recorre de Once, en la Capital Federal, hasta Moreno, segundo cordón del conurbano bonaerense, con un costo de uS$ 3.000 millones. Un apuro misterioso que motivó reclamos soterrados del mundo empresarial ante la garantía de financiamiento que modificó las condiciones originales de la licitación. Los cambios fueron dispuestos por el gobierno de CFK, responden en el gobierno. Otra llamativa comunidad de intereses entre montescos y capuletos.
El plan de Macri para la continuidad del soterramiento podrá transitar sin objeciones en una prensa que sigue de luna de miel con el gobierno, pero la intervención de fiscales podría desbaratar el intento.
La OA de Alonso y la Unidad de Información Financiera (UIF, organismo oficial antilavado) ya se aproximaron a las filtraciones del Lava Jato y los resultados no fueron promisorios. En un trámite exprés, le acercaron al juez Rodolfo Canicoba Corral informes que despegaban a Gustavo Arribas, el jefe de los espías, de las sospechas de corrupción. La UIF dijo haber hecho “inteligencia financiera” y encontró que Arribas estaba limpio, ningún rastro de sospecha, en tanto que la OA llegó a similar conclusión, aunque con llamativo secretismo para una dependencia que brega por la transparencia.
La causa contra Arribas se originó en un primer testimonio de Leonardo Meirelles brindado a un medio peruano y reproducido por el diario La Nación en el verano pasado. Canicoba Corral sobreseyó a Arribas en cuestión de semanas (y con ello logró que el gobierno archivara el intento de destituirlo con el que había amenazado durante el verano) y el macrismo activó a un fiscal que le responde, Germán Moldes, para archivar el expediente. Pero, en el marco de otra causa, Meireles prestó declaración ante dos fiscales y brindó detalles más precisos sobre las supuestas coimas a al jefe de Inteligencia argentino. Al día siguiente, la causa que involucra a Arribas fue reabierta por una cámara de apelaciones.
La figura de la delación premiada, mediante la cual imputados o procesados admiten responsabilidad penal y brindan información que permite avanzar en la investigación, habilitó un maremoto en la política y el empresariado de Brasil. Ante esta herramienta legal hay críticos y entusiastas. Entre estos últimos se ubica, de acuerdo a sus declaraciones, el Presidente, pero su reacción ante la imputación a Arribas habilita dudas sobre el verdadero pensamiento de la Casa Rosada.
En el cierre de su gira por Japón, Macri razonó. “Ahora vuelve a haber un testimonio de un señor Meirelles, ¿Qué sabemos de él? Que está acusado de delincuente. La verdad que valor puede tener un testimonio de él sin ninguna prueba, igual estamos tranquilos, seguirá el proceso".  Es decir, si Meirelles es delincuente, su testimonio no sirve. Es más. Arribas le inició una demanda. Quedan todos avisados. La de Macri es una hipótesis válida que el día de mañana podría utilizar la archienemiga del Presidente si le toca defender a uno de los suyos.


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