Segundo pedido en dos meses para responder encuestas a periodistas. Más allá del sesgo elemental de algunas de las preguntas, resalta la poca o nula rigurosidad de ambos muestreos. Mandan mails masivos a periodistas surgidos de bases de datos o sugerencias de algún conocido, sin responder a criterios metodológicos básicos (geográfico, tipo de medio, medio, función desempeñada, edad). En el caso de Management and Fit (una de las "grandes" consultoras que publica en Clarín), me llegó la misma encuesta a dos mails, con sus respectivos links. Es decir, podría haber respondido dos veces (voto doble). La encuestadora hizo un listado asombroso de supuestos ídolos profesionales por el que al día siguiente debió disculparse. Recibo una consulta similar de Fopea. Más allá de que es una organización que no merece ninguna confianza, el método reconocido en un sondeo anterior ya sería motivo suficiente para no participar. Básicamente, la entidad consultó a sus socios, a los sugeridos por éstos y a los contactos de Fopea. Es decir, una base acotada, por decir algo, que es presentada como plural y representativa del gremio. El resultado más conocido de aquel muestreo fue que Lanata era el periodista más admirado por sus colegas. Es probable que lo sea -no lo constato en las redacciones o grupos que frecuento-, pero el mecanismo para saberlo no es una encuesta sin criterio metodológico serio. Aun si presumiera buena fe de los que dirigen la encuesta, existe una disciplina llamada sociología, que enseña cómo hacer una muestra representativa. Para tenerlo en cuenta, sobre todo en un ámbito tan propicio para generar premios, premiecitos y premiazos que son estampados en tapas de revistas.
Escribe Sebastián Lacunza Las 12 / Pagina 12 No sólo los cambios en el sistema de jubilaciones hicieron evidente que las vidas de las mujeres están devaluadas, también los modos de la represión exhibieron la crueldad de la misoginia. Maniatada en el piso, rodeada por diez policías, una mujer gritaba con todas sus fuerzas: “Vení a decirme en la cara lo que me dijiste. Vos, hijo de puta, decímelo acá”. Ubicado a pocos metros, un policía tensaba la sonrisa y desviaba la mirada. Eran las 16.40 del lunes. Mientras los diputados retomaban la sesión para recortar aumentos en las jubilaciones, la anatomía del instante en el cruce de Avenida de Mayo y Sáenz Peña proveía un cuadro renacentista. Sobre una esquina, unas seis mujeres del Proyecto Comunidad denunciaban, entre llantos, que habían sido golpeadas y se habían llevado a todos los hombres y a dos compañeras del grupo. Por el centro de la avenida, policías trasladaban detenidos hacia el interior de la plaza y, a media cuadra, un ...