El presidente saliente del Partido Popular español alternó su posición entre resistir el desafío de Vox y el ala dura de su partido, e imitar su discurso. Finalmente, terminó por no conformar a nadie. Publicado el 26 de febrero Escribe Sebastián Lacunza en Europa En el lapso de siete días, Pablo Casado vio cómo su papel de jefe de la oposición española quedó fagocitado. El 16 de febrero por la noche, el presidente del Partido Popular (PP) fue tomado por sorpresa por un golpe de una rival interna. En horas y días siguientes, desorientó a todo el mundo con movimientos erráticos, midió mal sus fuerzas y terminó pidiendo clemencia para que los “barones” del Partido Popular no lo echaran con deshonra. El tenue auge y la estrepitosa caída de Casado (Palencia, 1981) deben ser analizados en el marco de las lógicas y la tradición políticas de su país, pero también brinda indicios sobre los desafíos que suponen las nuevas derechas rebeldes y, sobre todo, qué es lo que no se debe hacer para
Sebastián Lacunza @sebalacunza 10 de febrero de 2022 20:09h Actualizado el 11/02/2022 09:54h Gabriela Cerruti dejó el periodismo y se volcó a la política tras protagonizar una polémica relacionada al off the record . El debate comenzó en enero de 1998, cuando la hoy vocera presidencial y entonces editora de la revista Tres Puntos publicó una entrevista a Alfredo Astiz. “Yo soy el hombre mejor preparado técnicamente en el país para matar a un político o a un periodista” , disparó el represor. La frase causó impacto; reinaba la impunidad en la Argentina. Abuelas de Plaza de Mayo y los organismos de derechos humanos se las ingeniaban para vencer el bloqueo de la ley de Obediencia Debida y los indultos mediante la acusación por robos de niños durante la dictadura y los llamados juicios por la verdad. Alias “Gustavo Niño” andaba suelto por Buenos Aires. El orgullo de Astiz por su pericia homicida le valió un juicio por apología del delito que recayó en el juzgado de Claudio Bonadi